Mientras paseaba la fregona por aquella sala del hospital, Fernando me decía que se había comprado "un coche de color verde: un Mégane", resumió, sin ofrecer muchos más datos. "No me gusta el verde, pero total... lo que menos veré mientras lo conduzco es el color de la chapa, así que...". Me facilitó, eso sí, todo lujo de detalles sobre su interior: "Lo que importa de un coche es lo que lleva dentro, porque ahí es donde vas a pasarte la mayor parte del tiempo".
Podemos estar o no de acuerdo con Fernando, pero aquella observación me hizo cambiar mi modo de ver los coches. Sucedió en 1996, y desde entonces valoro más el trabajo de diseño que hay en los habitáculos... y en general en los coches. Pero no fue hasta que vi el Centro de Investigación y Desarrollo de Mazda en Europa que comprendí hasta qué punto el diseño puede suponer un enorme trabajo donde la creatividad se da cita con las técnicas más curiosas.
Diseñando coches en un entorno único
Oberursel es una población alemana situada en el norte del área metropolitana de Frankfurt. Con casi 46.000 habitantes, es la segunda ciudad del distrito de Hochtaunus, o Hochtaunuskreis, que queda justo en el medio de la región de Hesse y a unos 20 minutos del Aeropuerto de Frankfurt, uno de los principales nodos de conexión aérea de toda Europa.
Y a sus afueras, medio escondido entre el trazado del ferrocarril y la travesía que une las diferentes zonas de Oberursel con la vieja y saturada Bundesautobahn 5, se encuentra el Centro de Investigación y Desarrollo de Mazda en Europa, unas amplias instalaciones cuyas apariencias engañan.
No hay un circuito de pruebas que haga sospechar demasiado que en ese sitio se desarrollan coches. Nos comentan que esas fases se realizan fuera de las instalaciones, en algunos de los circuitos que hay en la zona. Aquí se centran en buscar ideas, en explorar las posibilidades que ofrecen los materiales más diversos, en dejar ir la inventiva. Y en llevar a cabo lo que conciben, claro.
Se trata de un centro de trabajo diferente. No tiene nada que ver con las fábricas de coches que he visitado en mi vida. Los exteriores se asemejan más bien a un campus universitario chachi o a una empresa tecnológica chupiguay de esas que se llevan ahora. De hecho, este es un centro de trabajo en el que los empleados tienen derecho a reservar los jardines para sus celebraciones particulares, sus barbacoas y todo eso. Sólo les faltaría poner una piscina ahí en medio, pero con la rasca que debe de pegar aquí en invierno, cuando el invierno se comporta de un modo normal... como que no pega mucho.
Y es ahí donde se concibe buena parte del diseño de Mazda. Junto con las sedes de Japón y Estados Unidos, la base de Europa propone sus ideas, y un mínimo de cuatro veces al año se contrastan los trabajos de los diferentes equipos, sumando entre todos más que compitiendo entre ellos.
Es la manera más sensata de hacer frente a un mercado global. Saber qué quiere la suma de clientes a través de las sensibilidades de los distintos equipos. Y, por lo visto, les funciona la fórmula. Si actualmente el diseño KODO es una de las razones que están haciendo crecer a Mazda a un ritmo de impresión, eso es en buena parte gracias al trabajo conjunto que realizan estas personas.
Creatividad y pasión, como ingredientes principales
Nos recibe Kevin Rice, director de Diseño del Centro. Nacido en Reino Unido, criado profesionalmente en Giugiaro y ligado a Mazda desde 1995, entre los años 2000 y 2013 pasó por BMW para luego volver a la firma de Hiroshima. Es un tipo de 52 años muy jovial que emana creatividad y pasión por el diseño en cada gesto, en cada palabra de las muchísimas que dice con un aire ligeramente teatral.
Kevin nos lleva de una parte a otra del Centro. Bromea con el interiorismo de la sala en la que estamos. "Esto es de los años ochenta, y claro...", deja ir, antes de penetrar en un estrecho pasillo de cuyas paredes penden una decena larga de cuadros en los que se plasman horas y horas de trabajo... sin apenas coches como motivo. Veremos de qué manera el trabajo gráfico con las formas y las sugerencias son la base de un diseño como el que ya conocemos de Mazda.
Hablamos de cómo el trabajo que se realiza con materiales se lleva a cabo desde la libertad y desde la percepción de cada artista. Y con las manos. Es básico el toque humano en todos y cada uno de los diseños que pueblan el Centro de I+D de Mazda. ¿Y los ordenadores? Sí, claro que hay trabajo de ordenador, y mucho: todo el trabajo de ordenador que sirve para precisar cada uno de los gestos que los diseñadores hayan realizado previamente con las manos.
Según cuenta Rice, esa es la forma en que se puede transmitir pasión al diseño. Dejan que el artista cree su obra de forma artesanal, y a partir de aquí evalúan y mejoran con ayuda de las máquinas... y con el criterio del ojo humano. Eso significa crear a mano alzada, escanear y rehacer en pantalla cada uno de los trazos que darán vida a los prototipos.
Mucho de lo que vemos a nuestro alrededor guarda una relación indirecta con los modelos que encontraremos en la calle. Son ejercicios de creatividad: estudios, planteamientos y replanteamientos sobre las formas que están utilizando en el lenguaje de diseño actual, KODO.
Más allá de estos ya tienen esbozados los trazos que vendrán más adelante. Si el alma del movimiento que representó KODO con el Mazda6 2013 ha supuesto una generación nueva para Mazda, la Generación Siete que vendrá próximamente promete, según deja caer Kevin Rice haciendo uno de esos paréntesis que encaja en su discurso con la misma pulcritud con la que te cuenta cómo la cultura nipona es más de sugerir, de conseguir que el espectador busque y encuentre, que de mostrar desde un principio lo que hay.
Generación Siete de Mazda: el camino de la sutileza
Y es en esa búsqueda de la belleza a la japonesa que acabamos descubriendo cómo la Generación Siete dará unas formas más suaves, unos conjuntos más armónicos. Los trazos ya no serán tan sinuosos como ahora, sino que los reflejos serán los protagonistas de los diferentes volúmenes, tal y como nos anticipó el Concept Mazda RX Vision en 2015. Mucho más sugerente, mucho menos evidente. Mucho más japonés, en este sentido.
Es ahora cuando descubrimos que esa pintura Soul Red que ha sido y es uno de los grandes atractivos visuales de Mazda llegó después de un intenso trabajo de 13 años, por parte del equipo que la llevó a la práctica. Si ardua fue la labor de llegar hasta ella, curioso es el efecto por el cual la persona que observa un coche en este color descubre decenas de irresistibles tonalidades e irisaciones... para terror de las cámaras de fotos cuando se trata de reportajear una prueba de coches a pleno sol, todo hay que decirlo.
Aprendemos todo esto de la mano de Luciana Silvares, diseñadora sénior de Colores y Materiales del Centro, nacida en Boston y formada en Brasil, que a lo largo de toda la visita complementa las explicaciones de Kevin Rice. Nos explican entre ambos que la técnica que estrenaron con la pintura Soul Red es la misma que han extendido al tono Machine Grey que conocimos en el Mazda MX-5 RF, aunque ese acabado cambiará cuando llegue la Generación Siete.
Como esa nueva generación se basará más en las sugerencias y en los reflejos, el trabajo de la superficie será un punto importante en el diseño de los nuevos modelos de la casa. Y es en ese ámbito precisamente donde está trabajando uno de los modeladores de Mazda en el momento en que visitamos su taller.
Nos enseña algunas de las herramientas que utiliza para ir tallando la arcilla y conseguir dar a la pieza un aire "lo suficientemente Generación Siete", como explica el director de Diseño del Centro. Lamas de diferentes materiales que, convenientemente curvadas, dan a su creación un aspecto absolutamente singular que sigue un camino inequívocamente humano.
Mientras observamos sus gestos, me llama la atención el utensilio con el que está rebajando una de las superficies de trabajo. Reconocería esa pieza de metal en cualquier lugar, sólo que con la que tengo yo en casa no he pasado nunca de rallar queso, zanahoria o tomate. Se llama Chosigt, en Ikea te lo venden por cuatro duros y aquí tiene un valor incalculable.
El valor de la creatividad, o cuando hasta una cápsula de Nespresso te inspira para diseñar un coche
Y es en este momento cuando descubrimos la segunda parte de esta visita, cuando nos asomamos con la mente a ese valor incalculable de unos objetos que, convenientemente descontextualizados, dejan de ser esos enseres cotidianos que nos rodean en nuestro día a día para influir de forma definitiva en las claves de diseño que darán vida a los futuros desarrollos de la marca.
Y es también en este momento cuando más me viene a la memoria Fernando mientras con sus manos retorcía la fregona en aquella sala del hospital. Ha llegado la hora de abrir la puerta y pasar al lugar donde los elementos más variopintos sirven de inspiración a los diseñadores de Mazda.
Objetos, objetos y más objetos. Formas, colores, texturas, materiales. Stendhal quiere interponerse entre el objetivo de mi cámara y mi ojo derecho, pero no se lo permito. Avanzo por la sala cuidando de no tropezar con nada. Miro, observo, descubro. De repente hay un vaso y un cuenco y un zapato y una lata verde de Coca-Cola, y entonces mis ojos descubren una piedra y un papel y una tijera, y mientras mi cerebro va de una punta a otra de la sala intentando conectar conceptos que no casan, María Greger empieza a explicar lo que hacen allí.
María es jefa auxiliar de Diseño en Colores y Materiales del Centro de I+D de Mazda en Europa. Con Luciana pasa horas debatiendo sobre materiales con los que vestir los interiores de los coches. Su experiencia en el ramo comenzó en Deutsche Bobinet, donde fue diseñadora de tejidos para tapicerías. Desde 1995 trabaja en Mazda: primero ocupó un puesto como diseñadora sénior y desde 2008 capitanea las propuestas europeas de la marca, en materia de habitáculos.
Puede que a menudo no seamos conscientes de lo que le pedimos a un interior, pero en lo relativo a materiales es mucho. Le pedimos que sea bonito y agradable al tacto; que aguante bien enormes amplitudes térmicas, la exposición al sol y a la humedad; le exigimos que soporte bien el paso de los años y las rozaduras con los remaches de los vaqueros y los vómitos de los niños sobre los asientos...
Sin duda, diseñar algo así no es una tarea fácil.
María explica de qué manera las formas y los colores sirven de inspiración en el Centro. Toman materiales de aquí y de allá, y con cada uno de ellos podría estar hablando durante un buen rato. Quizá no sean ideas de gran formato sino todo lo contrario. Aquí la suma de detallitos es lo que al final da un resultado tangible.
Nos cuenta que hay materiales como vasos de agua encontrados en París, cuyas formas impuras han servido de inspiración para llegar a diseños más humanos. También tiene su relevancia esa cápsula Nespresso que vemos ahí. Esas formas, y sobre todo ese tratamiento de los materiales que ha logrado generar tendencia, en el ámbito de la estética, según detalla María. Y es que su labor consiste en analizar las tendencias de diseño pero también de decoración, moda o arquitectura, en cualquier rincón del mundo, para finalmente llevarlas a su terreno.
Incluso se habla en esta sala sobre vinos rosados, cuyos tonos han influido en los materiales que se utilizan hoy en día. Lo que antes era un vino algo cutre ahora tiene un valor añadido, podríamos resumir. La idea es que en la búsqueda de nuevos materiales o tonalidades no siempre es necesario invertir grandes fortunas, y como ejemplo nos ponen una tabla de corte para la cocina que también les ha servido de inspiración.
Asimismo hay sobre la mesa algunas muestras, como esos huevos de resina revestidos en tejidos, cueros y maderas, que sirven para llevarlos a las reuniones y así experimentar con las manos el volumen, el tacto, la calidez y, en definitiva, la calidad percibida que dará un habitáculo y que una pantalla de ordenador difícilmente podría transmitir.
Al final, se trata de encontrar unas formas y unos materiales que respondan a una filosofía de diseño dada. Y ese trabajo es altamente pasional, sale de dentro de sus creadores. "De tripas y corazón", anoto que dice uno de los presentes, sin tener en cuenta quién ha sido exactamente aunque tanto da. La voz del Centro de Investigación y Desarrollo de Mazda en Europa es la misma toda la visita, aunque se exprese por medio de diferentes personas. Y es eso lo que hace que el resultado sea, a la vez, tan personal y tan pasional.
Los gastos correspondientes al viaje para asistir a esta visita han sido asumidos por la marca. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.