En Mazda, todo lo que lleve el prefijo MX se refiere a un coche experimental o especial. Por supuesto está el Mazda MX-5, que todo conocemos, pero también hubo el coupé MX-6 o el Mazda MX-3 y su curioso V6 de 1.8 litros y 136 CV (el cual sigue siendo el V6 más pequeño del mundo a nivel comercial).
Y por supuesto, tenemos el Mazda MX-30, el nuevo coche eléctrico de la marca. La saga de los Mazda MX experimentales comenzó hace 40 años, con el Mazda MX-81 Aria. Y aunque es poco conocido es un coche sumamente importante en la historia de Mazda, que unió en su momento Italia con Japón.
Todo empezó con la idea de un joven diseñador de Mazda, Hideyuki Miyakawa ("Hide") y un amigo suyo, también diseñador, de dar la vuelta al mundo. En 1960 y con 22 años, los dos amigos emprenden la vuelta al mundo en moto.
Con el Sudeste asiático como punto de partida, atravesaron la India, Pakistán, Oriente Medio y, por último, Europa, escribiendo artículos sobre sus experiencias para una publicación japonesa. Cuando llegaron a Italia, como no podía ser de otro modo, acudieron al Salón del automóvil de Turín.
En el Salón de Turín, el joven Hide conoce Maria Luisa Bassano ("Marisa"), estudiante en japonés y traductora para el evento. La joven turinesa estaba estudiando japonés, y también le interesaban los coches. Hide, por su parte, era un apasionado de Italia y de los coches. Fue amor a primera vista. Al día siguiente, Hide ya comía en casa de los padres de Marisa y cautivó a la familia de Marisa.
En 1961, Marisa se marchó a estudiar japonés a Japón. Allí, gracias a un contacto personal de la familia con la que se alojaba Marisa, conoció a Tsuneji Matsuda, presidente de Mazda. Por supuesto hablaron de coches y, siendo de la tierra de Pininfarina, también hablaron de diseño.
Al año, Marisa y Hide se casaron y se instalaron en Turín, tierra natal de Marisa, pero también de Pininfarina, Ghia y Bertone. Juntos, actuaron como intermediarios entre los famosos estudios de diseño y los fabricantes de vehículos japoneses. A Mazda, que buscaba un elemento diferenciador para sus nuevos coches de cara a la exportación, le encantó la idea.
Cuando Bertone conoce a Mazda
La primera colaboración entre Mazda y una carrozzeria italiana se concretó en 1963. Bertone diseñó el Mazda Familia. La primera carrocería de la gama Familia fue un brake de caza, un station wagon de dos puertas. Le siguió una berlina de cuatro puertas y, en 1965, un clásico coupé.
Bertone, como estudio de diseño fue uno de los grandes de Italia, aunque Nuccio Bertone nunca cogió un lápiz para diseñar. Eso sí, era un formidable caza talentos. El autor del Mazda Familia no era otro que Giorgetto Guigiaro al que Bertone había dado su primera oportunidad en su estudio, ya que en Fiat no sabían ver su talento.
Mazda siguió colaborando puntualmente con Bertone y Ghia, tanto para modelos de serie, como el Luce R130 Rotary Coupé (Bertone), como concept cars. En 1981, Mazda vuelve a colaborar con Bertone para un concept car, el Mazda MX-81 Aria, un concept car totalmente wedge design (diseño en cuña).
El MX-81, posteriormente bautizado Aria para darle un toque italiano, utiliza la base del Mazda 323, que acababa de llegar al mercado en 1981. Fue el primer compacto de tracción delantera del fabricante y, además, fue el primer ganador del Trofeo Coche del Año en Japón. El MX-81 era una forma de promover la marca y el nuevo modelo en Europa.
El Mazda MX-81 Aria: un futurista Mazda 323
Al frente del diseño Bertone, desde 1980 ya no está Marcello Gandini, quien había sucedido a Giugiaro. Ahora está un belga que pocos conocen, Marc Deschamps, pero que firmó en 1976 el Renault R5 Turbo. Su primer concept car como director de diseño de Bertone fue el Lamborghini Athon, y este Mazda está claramente en la misma línea, con un lateral estructurado por un pliegue de carrocería continuo y una superficie acristalada importante.
El exterior causó sensación, tanto por su coeficiente aerodinámico (Cd) de 0,29, como por su belleza. Y de hecho, no tardaríamos a ver más de ese Mazda MX-81 en otros coches. Pero lo más llamativo, sin duda, era su interior.
Particularmente sorprendente, es una continuación de los diversos concept cars en los que Bertone buscaba reorganizar el interior para liberar más espacio. Aquí, no hay volante, sustituido por un curioso sistema de cintas, con una pantalla a modo de cuadro de instrumentos y los distintos controles rodeados por el “volante-cinta”.
Además, los asientos giran para facilitar el acceso a bordo. El Mazda MX-81 está diseñado desde dentro hacia fuera, poniendo énfasis en la habitabilidad, la facilidad de uso y, en definitiva, el conductor y los pasajeros.
Mazda asegura que algunas ideas del Mazda MX-81 se vieron posteriormente en algunos Mazda de serie. Cuesta ver la influencia del Mazda MX-81 en el resto de la producción de Mazda. Quizá, en el Mazda 323F (1989-1994) se pueda ver algo de MX-81 en su silueta y su forma general, un tanto wedge design, así como los faros escamoteables, siendo el único Mazda Familia/323 en lucirlos.
Por otra parte, viendo el Mazda MX-81 Aria, uno no puede evitar ver en él un Citroën. Puede que nos haga pensar en el Citroën BX. Sin embargo, aunque el BX haya sido diseñado en la era de Marc Deschamps, tiene más de Volvo Tundra que de MX-81. Y es que Bertone no dudaba en reciclar propuestas que no habían gustado a otros fabricantes.
Ojo, no era una práctica exclusiva de Bertone, todos los estudios de diseño italiano practicaban ese reciclaje. Uno de los ejemplos más cercanos es el del primer SEAT Ibiza diseñado por Giugiaro. La base de su diseño fue una propuesta del propio Guigiaro para el Volkswagen Golf II y que fue rechazada por Wolfsburgo.
En cuanto a la relación entre Italia y Japón, el MX-81 no fue la última. El nuevo Mazda MX-5 sirvió de base para que Fiat resucitase un icono, el Fiat 124 Spider.
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