El lenguaje de diseño Kodo de Mazda cumple una década. Se presentó justo ahora hace 10 años, en el Salón del Automóvil de Los Ángeles de 2010 con el concept Mazda Shinari y, desde entonces, ha definido el diseño de la marca de Hiroshima.
Los maestros takumi de la firma empiezan plasmando sus ideas en arcilla, para transformarlos después a modelos en tamaño real. De hecho, así nació el MX-5: a partir de una maqueta de arcilla.
Un guepardo a punto de saltar sobre su presa
Desde sus orígenes hace 10 años, el diseño Kodo se ha ido declinando en un gran número de modelos de Mazda, desde una nueva generación del deportivo Mazda MX-5 hasta el Mazda MX-30, el primer coche 100 % eléctrico de la marca.
Sin embargo, su concepto esencial se ha mantenido inalterado: trasladar a los objetos inanimados la potencia y la belleza del movimiento natural.
De hecho, explica Mazda, los primeros diseños estaban fuertemente inspirados en la imagen de un guepardo a punto de lanzarse sobre su presa. En cambio, las revisiones más recientes buscan cada vez más evocar un diseño intenso y emocional con la menor cantidad posible de elementos.
Esto lo vemos tanto en un diseño exterior cada vez más pulido y alargado como en los habitáculos minimalistas; una seña de identidad que choca frontalmente con el auge de las pantallas táctiles que impera en el sector automotriz.
El punto de inflexión de esta evolución del diseño Kodo se produjo con dos concepts que sobresalieron por su diseño: el RX-Vision y el Vision Coupé.
Ambos fueron presentados, respectivamente, en las ediciones de 2015 y 2017 del Salón del Automóvil de Tokio, y suponían un adelanto de la nueva estética minimalista de los modelos más actuales de la marca.
Todo empieza en las manos del equipo de alfareros y expertos en modelar arcilla de Mazda: desde los comienzos de la marca, las esculturas se han convertido en la inspiración de los futuros modelos.
Después, los maestros pintores aplican con pistolas el sistema Takumi Nuri para crear colores con una profundidad y brillo que cambian según el ángulo y la luz que incida sobre la superficie.
La palabra kodo significa literalmente 'latido', pero con el sentido de dotar de vida a algo. "En Japón, nos gusta pensar que los artesanos infunden vida en aquello que crean. Pensamos que una forma nacida de un esfuerzo humano sincero y minucioso recibe un alma", dice el artesano Ikuo Maeda.
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