De un tiempo a esta parte los vídeos de 'barn finds', esos hallazgos de cochazos abandonados en graneros y cobertizos, se han convertido en toda una industria audiovisual muy adictiva. Quizá ya estás cansado de verlos en tus recomendaciones de YouTube... pero no puedes parar.
Pero en esta ocasión, por si no fuese suficientemente hipnótico el rescate de todo un Lamborghini Countach, se añade un detalle, digamos, algo escatológico. Y es que para poder limpiarlo en condiciones su rescatador, el 'detailer' Larry Kosilla, se vio obligado a lidiar con heces de rata.
De abandono a joya en bruto
Kosilla, especialista del detallado de vehículos y dueño de la marca de productos de limpieza AMMO NYC, recibió de un buen amigo el soplo acerca de un Lamborghini Countach 5000 S de 1984, localizado en un garaje de Connecticut.
A priori, la caza parecía excelente. El coche, por fuera, apenas denotaba una falta de brillo en su roja carrocería, cubierta por una pátina de polvo. Además, el propietario original incluía en la venta un extenso lote de recambios originales, incluyendo un capó posterior con el espectacular alerón propio de los postreros Countach LP400, LP500 y LP5000 QV.
Lo del alerón es también un detalle importante, pues este Countach es una unidad fabricada con especificaciones europeas que no lo incluía de serie. Y es es que, desde su primer propietario en Roma allá por los ochenta, el coche llegó a cruzar el Atlántico para terminar 20 años a la sombra, bajo la cochera de un aficionado con más proyectos que tiempo.
Pero una vez hecho el traspaso y con el coche a buen recaudo en su taller de Nueva York, comenzaron los verdaderos problemas.
En el compartimento posterior, justo por debajo del alerón, se ocultaba un antiguo nido de ratas, lleno de cáscaras de bellota y heces. Una perspectiva que no querrías contemplar en un coche cuya cotización puede superar el medio millón de dólares.
Pero ese cubículo, relativamente fácil de limpiar (relativamente) no había sido el único nido de roedores alojado por el Countach. Algunos guarnecidos del interior conservaban huellas de los animales, que conducían a la guantera.
Allí, varios trastos viejos se almizclaban con posos de orines, creando un ambiente insoportable que Kosilla tuvo que limpiar con guantes y mascarilla.
A pesar del detalle escatológico, la presencia de ratones (y sus 'regalos') en un coche que lleva varios años parado es bastante habitual, sobre todo en EE UU. No obstante, como el propio Kosilla recuerda en el vídeo, es necesario tomar precauciones para eliminar bien los gérmenes y bacterias.
Concluido el detallado, el aspecto del Countach al final del vídeo es, felizmente, bien distinto. Ahora, será labor de los mecánicos comprobar si los antiguos 'inquilinos', además de bellotas, llegaron a comerse los cables de la instalación eléctrica. Esperemos que no.
Foto | AMMO NYC
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