Con el follón montado tras la nacionalización de YPF se ha podido comprobar como el último eslabón de la cadena, los conductores sufren en sus bolsillos la verborrea de los políticos. Para el que no se haya enterado hasta ahora porque viva aislado en una burbuja, Argentina decidió el lunes pasado nacionalizar el 51% de la empresa petrolera YPF, lo que suponía de facto privar a Repsol, la empresa que había comprado YPF en 1999 de los nuevos yacimientos petrolíferos que habían encontrado recientemente en territorio argentino.
Visto desde nuestro lado del charco, Argentina había recibido pasta por la privatización de YPF, habían dejado a Repsol hacer prospecciones y una vez encontrado el petróleo, nacionalizan por cuatro duros y ya saben donde está el petróleo para empezar a extraerlo. Vamos, que a Repsol le han hecho una 3/14 Doble-Heimlich de libro.
En seguida el Gobierno español se pone al ataque en contra de la nacionalización de YPF y aparecen Estados Unidos y Europa para apoyar a Repsol y decir a Argentina que esto está mal. El movimiento que no vemos es el desmarcaje que tiene lugar por parte de Estados Unidos. El país de las barras y estrellas es el segundo inversor extranjero en Argentina tras España y el día que se anuncia definitivamente la nacionalización tira de la técnica ninja de la bomba de humo.
Es de cajón que si Argentina nacionaliza YPF, a lo mejor cuando quiera extraer el petróleo de los pozos descubiertos por Repsol, necesitará a alguien que lo extraiga y ¿qué mejor manera que vender YPF a una empresa de otro país o conceder licencias a otras petroleras? Pues Estados Unidos quiere su trozo de pastel y para ello tiene que evitar conflictos con Argentina.
Visto desde el otro lado del charco, la gestión de YPF por parte de Repsol no estaba siendo todo lo buena que cabía esperar. De las promesas de reinversiones en Argentina que Repsol había hecho cuando compró YPF, ya nada quedaba, todos los beneficios se iban en pagar dividendos a los inversores privados que apoyaron a Repsol durante la compra.
Normal pues que los argentinos estuviesen cabreados, porque no estaban viendo ni un chavo generado por su petróleo y desde Repsol solo hacían que llegar noticias del hallazgo de nuevos yacimientos. El petróleo de un país debería aportar beneficios al país ¿no?, aunque los que lo extraigan sean foráneos.
Una medida de doble filo
Ahora nos toca a nosotros, los conductores. Repsol ha dicho por activa y por pasiva que el precio de los combustibles no subirá de forma extraordinaria porque el petróleo argentino no llegaba a las refinerías Españolas. Sin embargo, aunque el barril de Brent sigue bajando despacito, el precio de los combustibles no para de subir, algo tiene que influir, digan lo que digan.
Y llega el momento “ahora me enfado y no respiro”, España decide ayer mismo no comprar más biodiesel a Argentina de forma unilateral, diciendo que ya lo comprará en otro lado. Esto me recuerda al embargo a Irán (en este caso a instancias de Europa), no sé porqué. En realidad nuestros gobernantes creen que los argentinos se ven afectados en algo porque no compremos su biodiesel, comprándolo después más caro a otros países.
Es ahora cuando empatizo con la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que en su declaración respondiendo a la medida española ha venido a decir que si lo que queremos es comprar biodiesel más caro, que nosotros sabremos, pero que su mercado está capacitado para absorber las 700.000 toneladas de biodiesel que compra España a Argentina anualmente. Todavía no está claro que se vayan a cortar todas las importaciones.
Vamos, que se la trae al pairo, como a Irán, siempre habrá alguien que necesite comprar ese combustible y si España decide pagarlo más caro, problema argentino desde luego que no es. Llevamos todas las de perder y en estas ocasiones lo pagamos los conductores.
Así que ya que hemos asumido que vamos a pagar el “me enfado y no respiro” del Gobierno, esperemos que por lo menos esto sea un impulso a la producción nacional de biocombustibles, que con la cantidad de terreno sin cultivar que hay en España podríamos autoabastecernos de bioetanol y biodiesel, lo que falta son inversiones.
De hecho España produce 2.256.000 toneladas de biodiesel en 21 plantas que operan al 14% de su capacidad, siendo gran parte del combustible destinado a la exportación, pero hay en construcción 22 plantas de producción por una producción estimada de 2.554.000 toneladas más y proyectadas otras 21 con una capacidad estimada de 2.367.000 toneladas. ¿Porqué no vamos en esta dirección decididamente y nos convertimos en un país exportador con una balanza comercial más equilibrada?
Si nos vamos al bioetanol, tenemos cinco plantas operativas y otras seis en construcción o proyectadas. La producción actual española es de 441.200 toneladas de bioetanol, lo que nos coloca en el noveno puesto mundial, muy por detrás de los 52.617 millones de litros producidos por Estados Unidos o los 21.097 millones de litros de Brasil.
Así que si vamos a tirar de orgullo patrio, no sé porqué no convertirnos en el referente de los biocombustibles en Europa invirtiendo decididamente en ellos y mejorar la independencia energética de otros países. ¿Qué opináis de este asunto? Opinad ordenadamente dejando los extremismos a un lado.
Fotografías | Flickr (I, II, III, IV, V)
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