Esta es una de esas historias en las que los consumidores no tienen nada que ver pero les puede acabar afectando. Para mal, claro.
Las marcas de coches hacen una factura al concesionario con una determinada base imponible, sobre la que se pagan los impuestos: IVA e impuesto de matriculación.
En ocasiones, el concesionario matricula un coche a su nombre: vehículo de cortesía, de demostración o Km 0, por ejemplo. En este caso se emite otra factura que corrige la anterior, ya que en este caso el precio que paga el concesionario por el coche es menor.
El problema está en que, en el caso de los Km 0, esos coches se van a vender, y Hacienda quiere que se paguen los impuestos sobre la cantidad original, no sobre la ajustada.
La discusión legal os la dejo a vosotros, mi médico me prohibe volver a intentar entender los impuestos.
La “moral”, puede ser la siguiente: por una parte los impuestos se pagan en función del precio (base imponible), pero el impuesto de matriculación trata de compensar las emisiones, y éstas son las mismas aunque el coche se rebaje. Claro que, viéndolo así, los tramos del impuesto no deberían ser porcentajes sino valores absolutos.
Vía | Terra Motor