¿Es posible que cambien los hábitos de los conductores en sólo 10 años? ¿Imaginamos un entorno de coches conectados en el que la siniestralidad vial baja hasta la mínima expresión? ¿Cómo debe asegurarse un coche autónomo? Las cuestiones que nos plantea el futuro de la conducción son fascinantes, y el sector de las aseguradoras no ha perdido la ocasión de unirse al debate en España.
En una mesa redonda celebrada recientemente con diferentes aseguradoras que operan en nuestro país (Direct Seguros, Mapfre, Mutua Madrileña, Admiral, Reale, Zurich y Generali) además de su patronal Unespa, se abordó el cambio que va a suponer la telemática, con el internet de las cosas a la cabeza, en nuestras vidas como conductores. Sus conclusiones se resumen en cinco cambios radicales que, sin embargo, pueden ser matizables o incluso discutibles. Veamos por qué.
1. El eCall salvará unas 1.500 vidas al año en la UE
Como sabemos, el eCall, o llamada de emergencia autónoma, está llamado a ser un estándar de seguridad en los vehículos nuevos a partir de marzo de 2018, siguiendo una Directiva de la Unión Europea que tiene por objeto evitar 1.500 muertes y reducir el número de lesiones graves en un 6 %.
El eCall pone el acento en el último punto de la cadena, en la llamada hora de oro, aquella que sigue a un siniestro vial y en la que se decide, en un elevado porcentaje de casos, si la víctima se mantendrá con vida o si fallecerá. Bienvenido sea el sistema —que llega con más de 10 años de retraso sobre la fecha inicialmente prevista, por cierto—, aunque es evidente que el punto en el que opera el dispositivo es una línea delgada que juega en el límite del riesgo.
2. La telemática es predictiva e imparable
Dentro de 15 años, afirman las aseguradoras, todos los coches nuevos serán vehículos que harán uso de sistemas de comunicación de vehículo a vehículo y/o de vehículo a infraestructura. Esto incluye los coches autónomos. En este aspecto, las aseguradoras se mojan en el terreno de la conducción autónoma y explican el cambio: ahora se asegura al conductor del coche, pero cuando los coches sean autónomos habrá que asegurar el software, midiendo el uso del vehículo y su exposición al riesgo, porque los coches sin conductor también pueden sufrir siniestros viales.
En este escenario hipotético, los coches estarán completamente comunicados... salvo aquellos que no lo estén. Una vez más la tendencia es a pensar en carreteras llenas de coches conectados sin tener en cuenta a los vehículos preexistentes. Habrá que ver cómo se desarrolla este cambio, pero o se produce una exterminación de los coches no conectados o el escenario de los coches conectados es una simple utopía.
3. En 10 años, los hábitos habrán cambiado
Los hábitos de conducción, la siniestralidad vial, la seguridad vial en su conjunto, cambiarán en el transcurso de un decenio. Los dispositivos de monitorización de la conducción que emiten informes dirigidos a las aseguradoras se perfilan, según esta mesa redonda, como una herramienta que permitirá mejorar los hábitos de los conductores en las vías públicas.
En este apartado, resulta inquietante que desde las aseguradoras se plantee la monitorización del conductor como herramienta para el cambio, recurriendo a la figura del policía omnisciente para que los conductores mejoren sus hábitos de conducción. Esta apuesta por la vigilancia reviste varios problemas: uno tiene que ver con la motivación de los conductores para sentirse observados, otro tiene que ver con la privacidad de sus datos, otro más tiene que ver con la efectividad de un supuesto cambio que en realidad no lo es, otro tiene que ver con la posibilidad de saltarse los sistemas... En resumen, en 10 años sólo habrán cambiado los hábitos de los conductores predispuestos al cambio de hábitos. Y eso sucederá con o sin monitorización.
4. Dejarán de pagar justos por pecadores
Una reivindicación habitual de los conductores es que la prima se ajuste al uso real del vehículo, permitiendo descuentos a los buenos conductores. Eso es algo que hasta la fecha se realiza de manera aproximada, por ejemplo con el sistema de bonus/malus o premiando al conductor por los puntos que conserva en el permiso de conducir. Obviamente ambos sistemas son imperfectos, por lo que las aseguradoras confían en la monitorización de los vehículos para ofrecer nuevas pólizas, más justas y transparentes, basadas en la personalización de la prima (pago por km, cuota fija + variable, prepago por km, conducción ecológica, póliza por tipo de vía más transitada, velocidad media, tipo de giro en curvas, conducción agresiva o tranquila, frenada...
La observación de los datos permite ahorrar dinero porque se anulan los costes repercutidos por fraudes ajenos, y también supone el fin de la discriminación por perfiles (sexo, edad, historial, puntos del permiso). Sin embargo, se abre el terreno para que la observación de la conducción sea el único factor que importe, sin diferenciar, por ejemplo, si un conductor acelera y frena porque se mueve en un entorno viario complejo o si lo hace por pura diversión. Tampoco entran en esta monitorización ciertos comportamientos que pueden ser peligrosos, como los cambios de carril repentinos, los adelantamientos indebidos o una inadecuada circulación en rotondas, por poner algunos casos fácilmente reconocibles.
5. La telemática dará poder al cliente
Según las aseguradoras representadas en la mesa redonda, en este futuro ideal el cliente se sitúa en el centro del negocio y recibe un mejor precio del seguro, una mejor atención en casos de siniestro grave y también en todos los demás, con aplicaciones móviles y experiencias de gamificación que mejoran la siempre espinosa relación entre el asegurado y la aseguradora, una relación que por lo general se reduce a la negociación de contratos o al seguimiento cuando se sufre un siniestro.
Es cierto que en este escenario ideal tanto las aseguradoras como los conductores ganan. Pero no hay que llevarse a engaño: ni el nuevo paradigma parece fácilmente alcanzable, al menos no con la felicidad que lo plantea esta mesa redonda, ni en el hipotético caso que se consiguiera queda garantizado que esta relación entre la aseguradora y el asegurado vaya a ir más allá de la situación en la que se encuentra actualmente. Menos, si el mosaico de seguros existente trabaja en la dirección contraria a la fidelización del cliente que, como todo negocio, persiguen las aseguradoras.
Los cambios de actitud que piden las aseguradoras para que los cambios tecnológicos den frutos
Los participantes en la mesa redonda reconocen que existen algunas barreras que debe superar el desarrollo tecnológico. Una de ellas es la falta de apoyo institucional, que obliga a las aseguradoras a plantear la monitorización de conductores como un argumento comercial, con descuentos en las primas, más que como un argumento de seguridad.
La cuestión de la vigilancia, el efecto Gran Hermano, también preocupa a las aseguradoras, que recalcan que estos sistemas pasan por alto quién conduce y se centran en cómo lo hace, además de recordar que cada día estamos más habituados a que nuestros datos se usen para proporcionarnos ventajas para nuestro propio beneficio como consumidores. Plantean la cuestión además como un escenario de win-win, donde se establecen unas reglas del juego más transparentes y se sabe exactamente por qué se paga.
Finalmente, las aseguradoras esperan que en un futuro este control de los datos permita impuestos de circulación variables, un ecosistema más seguro y menos contaminante, una regulación sobre el uso de los cascos históricos de las ciudades basada en datos en tiempo real, un seguro que libere al cliente de pagar cuando no utiliza el coche, por ejemplo durante las vacaciones o cuando el coche está aparcado en el garaje. Sea como sea, seguro que el futuro será muy diferente al presente que conocemos. La cuestión es de qué manera, y en qué condiciones llegaremos a él.