Estamos gastando energía por encima de nuestras posibilidades, aunque el derroche energético no se puede achacar a todo el planeta: se llevan la palma los países del primer mundo y sobre todo las personas más ricas, independientemente de donde vivan.
Así lo desvela el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en su sexto informe de evaluación, que saca a relucir las enormes desigualdades entre clases sociales en lo que toca gasto energético. Pero también entre los países del primer mundo y los más pobres.
La brecha energética: el problema son los ricos, pero en general el primer mundo
Que millonarios y multimillonarios van a otro ritmo de consumo en general no sorprende. Mientras han estado presentes políticas de austeridad por la crisis energética, seguimos asistiendo al dispendio de los más ricos. Por ejemplo lo que se gastan y contaminan cada año sólo en viajes con sus jets privados. En ocasiones para trayectos de apenas 10 minutos.
En este último análisis del IPCC, entre otros muchos aspectos, retratan las flagrantes desigualdades de consumo de energía. Esto incluye tanto el gasto en los hogares como por ejemplo en el transporte, y deja la radiografía de un gran abismo entre clases.
Ya sea en países del primer, segundo o tercer mundo los más pudientes consumen mucha más energía de la estimada para vivir bien, que se fija entre 25 y 50 gigajulios (GJ) anuales para considerarse fuera del umbral de pobreza.
Nada menos que 275 GJ al año. Ese es el desorbitado gasto energético que firman los más ricos en EE.UU por cabeza, estando de lejos en el podio del despilfarro de energía de todo el planeta.
Les siguen los más pudientes de México que superan los 175 GJ al año y los de Sudáfrica y Noruega, que se quedan en 175 GJ anuales. La cuarta posición es para los de clase más alta de Bangladesh, que se sitúan muy cerca de esos 175 GJ al año. Y en quinta posición tenemos a los de mayor cuenta bancaria en Alemania o India, que superan los 150 GJ.
En esta foto encontramos tanto a ricos de países del primer mundo, como de estados que están en vías de desarrollo o son subdesarrollados. Y esto es más flagrante si cabe en los segundos y terceros, pues en todos ellos las clases más pobres están en el umbral de pobreza energética, por debajo de los 25 GJ al año.
Todo esto teniendo en cuenta que un alto porcentaje de la población de estos países es pobre. Por ejemplo en México el 36,3 % de los habitantes se considera en situación de pobreza. Y en India, de sus más de 1.400 millones de ciudadanos, el 30 % vive por debajo de los mínimos internacionalmente aceptados. En Bangladesh se fijaba en un 20,5 % en 2019.
Por otro lado, los millonarios no han parado de crecer año a año: entre 2021 y 2020 subieron en unos cinco millones y ya se cuentan por más de 62 millones. Según el último informe de riqueza global del banco Credit Suisse, EE.UU es el país que acoge la mitad de los multimillonarios de todo el mundo cuya riqueza supera los 50 millones de dólares. Cada vez hay más ricos y los ricos son cada vez más ricos, valga la redundancia.
Los más pobres en EE.UU. consumen lo mismo que lo más ricos en Nepal. La tierra de las oportunidades es, de largo, el país que está en lo más alto en derroche energético en cualquiera de sus clases sociales.
Los estadounidenses más humildes están bastante por encima del índice considerado como necesario: en más de 75 GJ anuales los de clase muy baja y de cerca de 125 GJ los de clase baja. Ya es más que los más ricos en Nepal, Senegal o Camboya que están entre 75 y 100 GJ al año. La clase media lo sitúa en unos generosos 150 GJ anuales.
Los estadounidenses están a años luz de los países más pobres, donde la clase media suele estar cerca de los 50 GJ. Europa, eso sí, también lo supera: en Noruega este estrato social rebasa con creces los 125 GJ anuales, e igualmente allí los más pobres están muy por encima del umbral estándar de bienestar.
Y la tendencia no ha parado de crecer al son del cambio climático, con temperaturas más extremas que demandan mayor uso de la calefacción o el aire acondicionado. En Europa el consumo energético de los hogares, que representa el 27 % de el consumo global de la Unión Europea, aumentó en un 5,5 % en 2021 respecto a 2020, fijándose en 11 millones de terajulios. La mayor parte de este gasto se lo llevó el gas natural (33,5 %) y la electricidad (24,6 %).
Los expertos en cambio climático llevan años alertando que los países del primer mundo (Europa y Norteamérica), en general, deben frenar su derroche de energía. Su media anual se sitúa en los 130 GJ per cápita, según un reciente estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de Barcelona (ICTA-UAB).
Este mismo informe arroja un dato demoledor con los multimillonarios como protagonistas: el 5 % de las personas más ricas del mundo usan más energía que la mitad más pobre de la población mundial junta.