Las baterías gigantes van a matar a las centrales eléctricas de gas. El declive del consumo de gas ha comenzado

Si hay una aspecto en el que, a priori, no se esperaba que el uso de baterías fuera decisivo más allá del coche eléctrico es el de las centrales de gas. Y es que se están cancelando la construcción de centrales de gas a favor de la construcción de parques de baterías de respaldo.

Estos parques de baterías gigantes sirven esencialmente para garantizar el suministro eléctrico en los momentos en los que las energías renovables, solar y eólica, no pueden generar electricidad.

El precio de estas baterías (150 dólares el kWh de media) se ha vuelto suficientemente competitivo como para que se vayan cancelando la construcción de nuevas centrales energéticas de gas, a menudo usadas para compensar la intermitencia de la energía eólica y solar.

Las energías renovables y las baterías son el futuro, pero necesita mejorar

En el primer semestre del año, se suspendieron o cancelaron 68 proyectos de centrales de gas en todo el mundo, según datos facilitados a Reuters por la organización estadounidense sin ánimo de lucro Global Energy Monitor.

En algunos casos, el bajo precio de esos parques de batería se debe a las ayudas concedidas por los estados para acelerar la descarbonización. Por ejemplo, en Bélgica, en la última ronda de subsidios, se concedieron ayudas para seis nuevos proyectos de parques de baterías de respaldo, mientras que sólo una central de gas recibió ayudas.

Y lo hizo en base al llamado mercado de capacidad, en el que los subsidios se conceden en base a que servirá de apoyo puntual para paliar la intermitencia de las renovables. (Un mercado de capacidad que España todavía no tiene).

Al mismo tiempo, la generación renovable ha alcanzado niveles récord. La eólica y la solar generaron el 22% de la electricidad de la Unión Europea el año pasado, casi el doble que en 2016, y superaron por primera vez la cuota de generación de gas, según el informe European Electricity Review del think tank Ember.

Generación de energía en Europa. Fuente: Ember.

En España, por ejemplo, en lo que llevamos de 2023, la eólica y la fotovoltaica suman el 36,8% de nuestro mix energético. Y con un mix inferior en 2022, esto nos permitió ahorrar 20.000 millones de euros.

Más allá de la cancelación de diversas centrales, esta tendencia es vista como el inicio del declive del consumo de gas a largo plazo. Es decir, ya hemos empezado a reducir la importancia que tiene esta energía fósil en la generación de electricidad. Y cada vez va a ir a más.

En los años 90 y principios de siglo, las centrales de gas en Europa funcionaban a pleno rendimiento, especialmente con un gas ruso a bajo precio. Actualmente, sólo funcionan al 40% de su capacidad y en los próximos ocho o diez años bajarán al 11% o 15%, según las fuentes de Reuters.

Las ayudas de los estados a las centrales de gas se destinan en su mayoría a los casos en los que dichas centrales deben servir de apoyo en los momentos picos de consumo o para paliar las renovables, mientras no disponemos de grandes parques de baterías.

Tampoco se trata de apostarlo todo a las baterías. Un coche eléctrico, como cualquier otro coche, suele estar parado la mayoría del tiempo. Pero un coche eléctrico puede almacenar en su batería llena energía para alimentar una casa durante dos días.

Así, en un futuro, mediante la tecnología V2G (Vehicle To Grid), en los momentos de pico de consumo el coche podría alimentar un domicilio con su energía, aliviando así la demanda, y volver a cargarse en los momentos valles, cuando se genera más electricidad de la que se necesita.

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