Son la mayor seña de identidad que tiene un piloto. Un buen aficionado a la Fórmula 1 es capaz de distinguir al corredor tan solo viendo su casco, pero además de la estética hay una función mucho más importante. Los cascos de la Fórmula 1 son la mayor garantía de seguridad que tiene un piloto, y hay unos buenos motivos.
Sí, los cascos parecen a priori una pieza más propia de las motos que de los coches. En circulación vial, es obligatorio que todos los motoristas usen casco, algo que no ocurre con los conductores de coche. Sin embargo en los circuitos cambian las tornas: un casco de Fórmula 1 es infinitamente más duro que uno de MotoGP. Y tiene cierta lógica.
Casi 15.000 euros cuesta cada una de estas joyas
Es uno de los experimentos más radicales que se han hecho nunca. Allá por 2004 la marca Schuberth hizo que un tanque de 55 toneladas pasase por encima del casco de Michael Schumacher, la leyenda de la Fórmula 1. El resultado fue que el casco quedó prácticamente intacto, apenas con algún rasguño. Y han pasado dos décadas de aquello.
Hay un buen motivo para que nunca hayas visto a un piloto de Fórmula 1 tirar su casco al público, ni siquiera en los momentos de mayor euforia: es una pieza de ingeniería al mismo nivel que el resto del coche. 18 capas de fibra de carbono además de fibra de vídrio, kevlar, aluminio y titanio para una pieza de menos de un kilo que resiste hasta impactos de bala.
Por si fuese poco, Adrian Newey, el genio técnico de Red Bull, fue un paso más allá. Aprovechó que su piloto Mark Webber era demasiado alto, y sobresalía ligeramente del monoplaza, para ingerir en el diseño del casco y darle forma aerodinámica que casase con el resto del coche. Desde entonces, todos los cascos tienen sus aletines.
Además, desde que Felipe Massa sufrió su terrible accidente en Hungría 2009 se hizo hincapié en el punto débil de los cascos: la visera. Un muelle de la suspensión del coche de Rubens Barrichello salió rebotado por la pista con tan mala suerte de que golpeó contra la visera de Massa, dejó al piloto inconsciente y lo tuvo unos días en coma.
Desde entonces las viseras también son a prueba de bala gracias a una tira de Zylon. De hecho, uno de los test que obligatoriamente debe pasar cada casco es literalmente el de lanzarle una bala a la visera a 50 km/h. Además, es capaz de soportar durante 30 segundos hasta 800º de temperatura, algo que agradecerá Romain Grosjean el resto de su vida.
Casco de Max Verstappen
¿Que por qué los pilotos no tiran sus cascos al público? Fácil. Hacen falta más de cinco semanas para hacer otro y cuestan cerca de 15.000 euros.