Robert Kubica, Jules Bianchi y los otros grandes talentos perdidos de la historia de la Fórmula 1

Los deportes de motor son terriblemente injustos, y la Fórmula 1 aún más. En la categoría más prestigiosa y exigente del automovilismo rara es la generación de pilotos que consigue sacar adelante a más de dos o tres corredores. Cada temporada, de forma más o menos traumática, son más abundantes los jóvenes talentos que han quedado su carrera a medias.

La falta de oportunidades para llegar, la ausencia de un coche competitivo o, en el peor de los casos, accidentes fatales que causan lesiones irremediables o incluso la muerte son las causas de una hemorragia de talento que parece irrefrenable. Así es el automovilismo, y con esa espina deben continuar sus seguidores. Con la cruz de saber que parte de la esencia de su deporte quedó para siempre encerrada en un frasco imposible de desenroscar. Estos son los grandes talentos perdidos de la Fórmula 1.

10. Lorenzo Bandini

El premio que se otorga cada año al piloto joven más prometedor de la temporada aún lleva su nombre. Entre los ganadores del “trofeo Bandini” figuran leyendas como Lewis Hamilton, Sebastian Vettel, Fernando Alonso o Michael Schumacher. El nombre de Lorenzo Bandini estuvo ligado inseparablemente al de Ferrari, escudería con la que corrió 35 de sus 42 carreras en la Fórmula 1.

Ganó una carrera, en Austria en 1964, siendo aún muy joven para los pilotos de la época. La de 1966 fue su mejor temporada, aunque no pudo culminar muchos resultados por mala suerte y averías. Daba la sensación de que en 1967, otra vez con Ferrari, ya estaba preparado para asaltar el campeonato, pero entonces un fatal accidente durante la primera carrera, en Mónaco, acabó con su vida. Fue el primer, y de momento único, piloto en perder la vida en el peligroso circuito monegasco, y su espíritu aún permanece entre todos los ferraristas 48 años después de su muerte.

9. Jules Bianchi

El último caso, y el que aún más duele. Jules Bianchi era un piloto íntimamente ligado a Ferrari y a su cantera, y desde que debutó en la Fórmula 1 dejó patente su calidad a bordo del humilde Marussia. Sus palizas a su compañero Max Chilton fueron sonoras, ya que no era usual ver diferencias así en la Fórmula 1 actual.

Incluso en la carrera de Mónaco logró la machada de sumar dos puntos, acabando en novena posición con un coche que distaba mucho de esos objetivos. En el infausto Gran Premio de Japón de 2014, cuando la carrera ya terminaba bajo la lluvia, Bianchi chocó contra una grúa que retiraba el vehículo de Adrian Sutil, acabando con la vida de uno de los pilotos llamado a reverdecer la Fórmula 1 en los próximos años.

8. Didier Pironi

La historia de Didier Pironi es de las más dramáticas. El francés debutó en Tyrrell, y ya desde sus primeras carreras se veía a un piloto diferente. Puntuaba con regularidad, y a veces hasta se subía al podio con un coche que no estaba para esos trotes. Con Ligier ganó su primera carrera, en Bélgica, lo que le valió el salto definitivo a la gran potencia, Ferrari.

Tras un primer año de adaptación, y de muchos problemas en el coche, en su segunda temporada su potencial se destapó, a la vez que el de su compañero de equipo y su enemigo íntimo, Gilles Villeneuve. Ambos estaban llamados a teñir de rojo el mundial de 1982, pero la suerte no estuvo con ellos. Villeneuve falleció en un terrible accidente en Bélgica, y a unas carreras después el novato Ricardo Paletti también perdió la vida chocando contra Pironi.

La fatalidad parecía rondar al francés. A falta de cinco carreras para el final Pironi tenía el mundial casi sentenciado, pero en una mala pasada del destino el francés chocó bajo la lluvia con su compatriota Alain Prost durante el Gran Premio de Alemania. El coche voló por los aires, y la caída fue fatal. Pironi se destrozó ambas piernas, sufrió fracturas de tibia y peroné en ambas, lesiones musculares y de tendones, fracturas en el brazo izquierdo...

Tras varias operaciones el francés consiguió seguir adelante. El mundial acabó ganándolo Keke Rosberg con solo cinco puntos de ventaja sobre el de Ferrari, que no había podido disputar las cinco últimas pruebas. Para muchos, Didier Pironi es el campeón real de 1982, pero lo cierto es que este supertalento francés nunca pudo volver a la Fórmula 1. Unos años después comenzó su carrera como piloto de lanchas, donde acabaría encontrando la muerte solo cinco meses antes de que fuese padre por primera vez. Eran gemelos, y se llamaban Didier y Gilles.

7. Alfonso de Portago

España también tiene a su particular talento perdido. Alfonso de Borja Cabeza de Vaca di Portago, alias “el marqués de Portago”, es algo más que un recuerdo de cuando los nobles participaban en la categoría. Alfonso de Portago solo corrió cinco carreras en la Fórmula 1, todas con Ferrari, y ya fueron suficientes para demostrar su calidad.

De hecho en su segunda participación, en Silverstone, logró terminar en segunda posición, solo detrás de su compañero Juan Manuel Fangio, quien luego en lo más alto del podio reconocería al marqués como el verdadero ganador de la carrera. Era una época en la que las órdenes de equipo estaban tan vigentes como en la actualidad, pero la cortesía entre pilotos primaba por encima de todo. En 1957 Alfonso de Portago fallecía durante la Mille Miglia, una prestigiosa prueba fuera del calendario de la Fórmula 1. Con solo 28 años (Fangio tenía 46 y era el vigente campeón de los cuatro últimos mundiales), la carrera de Alfonso de Portago se apagó, y probablemente con ella la explosión de la Fórmula 1 en España quedaría aplazada durante casi 50 años.

6. Stefan Bellof

Stefan Bellof es uno de esos pilotos cuya leyenda se cimenta exclusivamente en una carrera, Mónaco 1984, el día que el mundo descubrió a Ayrton Senna. Esa tarde el brasileño rodaba con un horroroso Toleman, pero la lluvia le dio una oportunidad. Bajo el diluvio Senna logró abrirse paso hasta la segunda posición, rodando varios segundos más rápido que todos los demás. Cuando Senna ya tenía atrapado al líder, Alain Prost, la FIA decidió sacar la bandera roja y dar así la carrera por finalizada. Fue una de las más polémicas decisiones de toda la historia de la Fórmula 1.

Lo que pocas veces se dice es que por detrás de Senna, aún más rápido que el brasileño, llegaba Stefan Bellof, a bordo de su Tyrrell. Mónaco 1984 debía haber pasado a la historia como el día en que dos grandes talentos que dominarían la Fórmula 1 lucharon por la victoria, pero en lugar de eso una bandera roja inoportuna privó la gloria de Senna y la fama de Bellof. Después, Stefan conseguiría puntuar en varias carreras más, una trayectoria muy similar a la de Ayrton con el Toleman, pero en 1985 Bellof se dio de bruces con la muerte en la curva más mítica del mundo, Eau Rouge, en el circuito de Spa. Durante una carrera de turismo, el alemán perdió la vida y dejó en incógnita cual era el potencial de aquel otro chico que sorprendió en Mónaco 1984.

5. Peter Collins

El británico fue uno de los pioneros. Debutó en la Fórmula 1 en 1952, solo dos años después de la creación de la categoría. La primera temporada completa a la que se dedicó fue la de 1956, y solo dos accidentes desafortunados impidieron que fuese campeón. En las carreras que terminó, nunca bajó de la segunda posición, consiguiendo sus primeras victorias, pero la regularidad del inmutable Juan Manuel Fangio impidió que lograse el campeonato.

En Silverstone, dos años después, consiguió su última victoria. Fue en casa, ante su afición, y por entonces pensaba que aún podía ganar el título de 1958. Un mes después, en Alemania, Peter Collins encontró la muerte a los 28 años, completando un año negro para Ferrari en el que se fueron él y De Portago. Mike Hawthorn ganó el mundial y se retiró justo después, viendo la suerte que corrieron sus compañeros. Aunque a veces la parca es ineludible, porque Hawthorn también falleció solo unos meses después en un accidente de coche.

4. Elio de Angelis

Quizá uno de los pilotos menos recordados de la historia. Elio de Angelis era increíblemente rápido y poseía un talento único. En su primera temporada, con un pordiosero Shadow Cosworth, logró hacer una cuarta posición en Estados Unidos bajo la lluvia, lo que le valió una plaza en Lotus para 1980. Allí desarrollaría casi toda su carrera. En su segunda participación fue segundo, aunque la primera victoria se retrasó hasta Austria 1982. Con la llegada de los motores Renault llegó el éxito.

En 1984 logró ser tercero del mundial y en 1985 compartió equipo con Ayrton Senna. La llegada del brasileño parecía que ocuparía toda la atención del equipo, pero lo cierto es que la igualdad fue máxima. Senna ganó dos carreras y De Angelis una. Senna hizo 38 puntos y De Angelis 33. Una similitud extrema contra uno de los considerados mejores pilotos de la historia. En una decisión sorprendente, y algunos dicen que causada por un cierto temor de Senna, Lotus decidió recambiar a De Angelis por el débil Johnny Dumfries, a quien Ayrton machacó. Elio se marchó a Brabham, aunque allí solo corrió cuatro carreras antes de sufrir un grave accidente que terminó con su vida, a los 28 años, durante unos entrenamientos en medio de la temporada.

3. Ronnie Peterson

El sueco es uno de esos pilotos que encantan a los fanáticos de la década de los 70. Un símbolo de otra época, y de otro tipo de corredor. Ronnie Peterson corrió sus tres primeros años en March, un equipo pobre con el que sumó varios podios e incluso rozó la victoria en alguna ocasión. Entonces pasó a Lotus, a una escudería donde pelear por los títulos. En su primera temporada fue tercero y ganó hasta cuatro carreras. Probablemente sin su inconstancia inicial se hubiese podido adjudicar el título sin problemas.

La siguiente temporada volvió a ser más de lo mismo. Muchas victorias, tres, y muchos abandonos, seis. Una fórmula que casi nunca lleva al éxito. Después de años en la sombra, e incluso un cambio de equipo, Ronnie Peterson volvió a Lotus para 1978. Era entonces cuando iba a tener su gran oportunidad. La temporada comenzó bien, con la victoria en Sudáfrica y con más regularidad que antaño. El título se lo disputaría con Mario Andretti, pero un accidente fatal en Monza dio al traste con su carrera y con su vida. Así acababa su último asalto por la corona, un éxito que jamás volvería a presentarse ante un sueco.

2. Robert Kubica

Desde las categorías inferiores, Robert Kubica impresionaba a todos corriendo en el equipo español Epsilon Euskadi. Era cuestión de tiempo que llegase a la Fórmula 1, y fue el equipo BMW Sauber quien apostó por él bajando del coche a todo un campeón del mundo como Jacques Villeneuve. En su tercera carrera, Kubica ya estaba en el podio, siendo tercero en Monza con un coche que ni por asomo estaba para tales andanzas.

En 2008 llegó la primera victoria, en Canadá, y posiblemente solo la poca ambición de BMW impidió que el polaco lograse el título. Tras un año de sinsabores, Kubica se marchó a Renault, donde siguió sumando actuaciones brillantes y podios. Es reconocido que tenía un acuerdo con Ferrari para ser el compañero de Fernando Alonso, pero un terrible accidente durante el Rally de Andora echó por los suelos sus esperanzas y su carrera como piloto de Fórmula 1. Sus lesiones eran demasiado graves para volver, pero al menos Kubica encontró una oportunidad nueve años después con Williams. Otros no tuvieron tanta suerte.

1. Gilles Villeneuve

Para muchos, el campeón sin corona de la Fórmula 1. La de Gilles Villeneuve fue otra carrera deportiva unida al nombre de Ferrari. Aunque debutó con McLaren, su estancia en Woking no iría más allá de esa primera carrera. En la segunda ya se enfundó el rojo y no se cambiaría de color hasta su muerte. Gilles es probablemente la mayor leyenda de la historia de Ferrari, incluso por delante de Schumacher.

Su gen batallador, pero a la vez humano, le hacía identificarse muy bien entre los ‘tifosi’. En la carrera de casa, en Canadá 1978, consiguió su primera victoria. Fue en Montreal, un circuito que acogía su primera prueba de Fórmula 1 y que acabaría llevando su nombre. En 1979 fue su primera gran oportunidad de ser campeón, pero acabó perdiendo el título por cuatro puntos en favor de su compañero de equipo, Jody Scheckter.

El africano se apuntaría el último título de Ferrari en el siglo XX, algo que por entonces hubiese sido imposible de vaticinar. Los inicios de la era turbo fueron difíciles para Ferrari y Villeneuve, aunque el canadiense acabaría logrando una de las victorias más épica de la historia de la escudería en Mónaco 1981.

Todo estaba ajustado y en orden, preparado para que en 1982 lloviesen los triunfos para Ferrari, Villeneuve y Pironi. Pero todo salió mal. Villeneuve se estrelló durante los entrenamientos del Gran Premio de Bélgica, chocando contra la valla y perdiendo la vida casi al momento. Se iba el hijo de Enzo, el ídolo del ferrarismo y, para muchos, el mejor piloto que nunca pudo ganar un mundial.

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