Mónaco vuelve a las carreras. El mítico circuito del Principado se quedó de vacío en 2020 debido a la pandemia de la COVID-19, pero en 2021 ya está preparándose para volver a acoger carreras. Este pasado fin de semana empezaron organizando el Gran Premio de coches históricos, pero el resultado fue muy negativo.
Los dos Ferrari clásicos que participaban quedaron destrozados en sendos incidentes. El que pilotaba René Arnoux se empotró contra el muro a la salida de la curva de Tabac, mientras que el otro, el de Jean Alesi, también sufrió un polémico accidente cuando el francés estaba luchando por la victoria.
Werner ganó con el Lotus 77, pero fue sancionado y dio plantón a la Familia Real monegasca
Para dar algo de contexto, el Gran Premio de Mónaco de coches clásicos es un evento que ha organizado los promotores del circuito para poner en marcha el mes grande del Principado. Dentro de dos semanas les visitará la Fórmula E y en un mes tendrán de vuelta a la Fórmula 1. Un triplete de eventos para devolver la pasión en Mónaco.
La carrera de coches clásicos se disputaba con monoplazas históricos de la Fórmula 1 pilotados por antiguos corredores de la categoría. En la pista coincidieron joyas como el Ferrari 312, el Lotus 77, el McLaren M26 o el March 761, que permitieron ver como con coches más pequeños sí que era posible adelantar en Mónaco.
La lucha por la victoria estaba entre Jean Alesi con el Ferrari 312 y Marco Werner con el Lotus 77. El alemán perseguía al francés, y en plena recta de meta cometió un error, tocó por detrás a Alesi y el Ferrari se fue directo contra las barreras. Daños evidentes en el alerón delantero, el pontón derecho y las suspensiones y ruedas de esa zona.
Tras la carrera, Alesi fue a pedirle explicaciones a Werner, mostrando claramente su descontento. Alguien que también vio Dirección de Carrera, ya que decidieron quitarle la victoria a Werner. El alemán, enfadado, decidió no acudir al podio y dejar plantada a la Familia Real monegasca. La victoria la heredó Michael Lyons con el McLaren M26.
Para colmo de males, Arnoux, que pilotaba el otro Ferrari 312 que estaba en pista, también se estrelló a la salida de Tabac. Esta vez fue él solo, sin culpas externas, y durante los entrenamientos. Simplemente se fue largo, tocó el muro y llegó a perder hasta una rueda trasera. Otro Ferrari clásico destrozado contra los muros de Mónaco.
Al final, el Gran Premio de Mónaco para coches históricos se saldó con una victoria decidida en los despachos, un platón a la Familia Real, dos pilotos enfadados entre ellos y dos Ferrari clásicos de Fórmula 1 destrozados. Un bagaje nada malo para ser una carrera de exhibición. Veremos qué nos deparan ahora la Fórmula E y la Fórmula 1.
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