El Gran Premio de Mónaco de 2001 es uno más dentro de la historia de la Fórmula 1, pero pudo cambiarla por completo. Dos equipos se presentaron el jueves en el circuito de Montecarlo con unos apéndices aerodinámicos nunca antes vistos en el mundial, pero ni siquiera tuvieron tiempo de comprobar si funcionaban.
Arrows y Jordan hicieron estudios diferentes sobre qué podría funcionar aerodinámicamente en Mónaco, y ambos llegaron a la misma conclusión: un enorme alerón alzado en la parte frontal del coche. Lo montaron para probarlo en los entrenamientos libres, pero inmediatamente la FIA los prohibió.
Arrows y Jordan dieron la sorpresa en Mónaco 2001, pero la FIA los capó de raíz
No hubo nadie en el paddock de la Fórmula 1 que no se quedase boquiabierto el 24 de mayo de 2001. Los dos Arrows de Jos Verstappen y Enrique Bernoldi se presentaron en la pista de Mónaco con un gigantesco alerón ubicado en el morro del A22, y no era la única sorpresa que iba a deparar aquel jueves.
Pocos minutos después, los Jordan subieron la apuesta. Jarno Trulli y Heinz-Harald Frentzen salieron a la pista con el mismo concepto, aunque ejecutado de forma diferente. Un alerón algo más pequeño y más cercano al habitáculo del piloto, en la zona en la que actualmente estaría el halo. Dos equipos habían llegado a una misma conclusión, y podía ser una revolución.
El concepto era claro. Jordan y Arrows querían incrementar el apoyo aerodinámico en el morro para un circuito tan ratonero como Mónaco, en el que la manejabilidad es crucial. Y aprovecharon un área gris del reglamento para introducir esos enormes alerones nunca antes vistos en la Fórmula 1.
El caso es que los entrenamientos no fueron mal para Jordan, que colocó a Trulli en la quinta posición a solo un segundo de Mika Hakkinen. Nada mal para ser tan solo la primera vez que ponían en pista el artilugio. A Arrows, un equipo mucho más humilde, le fue bastante peor, con Verstappen a 3,5 segundos de los mejores tiempos.
Pero daba igual, porque el invento no iba a tener mayor recorrido. Aprovechando que en Mónaco por entonces los libres eran el jueves, la FIA prohibió los artilugios de Jordan y Arrows el viernes y ya no pudieron usarlos el sábado. Nunca se explicó el argumento técnico concreto, y siempre se barruntó que simplemente hacían los coches demasiado feos.
Nos quedaremos para siempre sin saber si esos alerones revolucionaron hubiesen funcionado y si habrían cambiado para siempre la estética de los Fórmula 1.