BMW Z4 M Coupé, prueba (parte 2)

Viene de la primera parte. El pomo del cambio presidido por el logotipo M se ilumina cuando el habitáculo está oscuro. Este detalle unido a los materiales metálicos de las salidas de aire, los asideros de las puertas y los tapizados del techo forman un conjunto único en el que parecerá que nuestro trasero roza con el suelo y que incita a pisar con fuerza el acelerador.

Como buen biplaza deportivo, los huecos para dejar objetos brillan por su ausencia. Solo en las puertas encontramos las clásicas guanteras en la parte baja, aunque éstas son bastante pequeñas y solo permite dejar objetos pequeños como la cartera o el movil. Entre los dos asientos hay también una pequeña guantera, en la que se encontraba el cargador del DVD del navegador que se abre cuando ponemos el coche en marcha.

Tratándose de una versión M, el equipamiento de serie se encuentra a un nivel muy alto, y así el Z4 M Coupé equipa climatizador, faros bixenon, radio con CD, ordenador de abordo, y sensor de presión de neumáticos.

Hay que destacar también en el Z4 M Coupé la capacidad del maletero, que con sus 300 litros de capacidad se muestra más que suficiente para los equipajes de los dos ocupantes que pueden viajar en su interior. Además el acceso a éste es muy cómodo gracias a un portón trasero de grandes dimensiones.

Llega el momento de girar la llave

Cuando recogí el Z4 M Coupé, por delante me quedaban 1.200 kilómetros de autopista. Evidentemente, y como dice el slogan de la marca, me gusta conducir, así que este viaje por autovía no se iba a convertir para nada en un suplicio, iba a ser un placer para los sentidos.

Giro la llave tradicional (todavía no equipa el botón de arranque del resto de la gama) e instantáneamente escucho el zumbido del motor, un ronroneo espectacular que hizo que mi mente volase hacia el M3 E46 y M3 E46 CSL que probé hace unos años. Que sonido, toda una maravilla que nos invita a abrir la ventanilla y escuchar esta música celestial que sale del motor de seis cilindros.

Los primeros kilómetros a los mandos del Z4 M Coupé los utilizo para adaptarme a su posición de conducción, hacerme con los mandos y acostumbrarme a esa posición de conducción 100% deportiva situado muy bajo. Me meto en el centro de Madrid para ir a recoger a un compañero, y noto como el Z4 despierta admiración a su paso.

Es complicado pasar desapercibido, y los comentarios que se escuchan de la gente son siempre de admiración. “¡Qué bonito! ¡Menudo pepino! ¡Como debe correr ese coche!” De todo puedes escuchar circulando con el Z4 M Coupé, pero casi siempre son comentarios positivos.

Recojo a mi amigo y metemos en el maletero dos maletas tipo “trolley” y dos ordenadores portátiles (no quería perderme las novedades de Motorpasión) sin ningún problema. Salimos por la carretera de La Coruña con destino Vigo, para pasar el fin de semana. Muchos han decidido escaparse de la capital, por lo que el denso tráfico nos amenazaba en plena hora punta.

A los pocos kilómetros de la A6, nos encontramos con los paneles luminosos que indicaban retenciones kilométricas. No era éste el mejor panorama para disfrutar de los 343 caballos de su motor…

Un poco antes de llegar a la altura de El Escorial el tráfico estaba parado, los cuatro carriles de la autopista completamente colapsados.

En el atasco ya sentimos como el habitáculo es muy muy caluroso, ya que el motor no deja de desprender un abrasador calor que se cuela hacia el habitáculo.

Hay un dicho que dice que para disfrutar hay que sufrir, así que nos resignamos y aguantamos como pudimos con el aire acondicionado.

Poco a poco ibamos avanzando, pero los paneles de la DGT indicaban 50 minutos para poder pasar el tunel de Guadarrama. A la derecha se iba acercando la salida hacia la carretera que atraviesa el puerto de montaña, así que no lo dudé ni un momento. Con un Z4 M Coupé nada mejor que un puerto de montaña para olvidar el infernal atasco que había en la autopista.

Comenzamos a abordar el puerto de montaña, y mi amigo me anima a que le pise un poco, siempre sin sobrepasar los límites de velocidad, claro. El Z4 M Coupé empieza a mostrar su genio a medida que empezamos a pisar a fondo el acelerador. El motor se muestra muy progresivo desde la parte baja del cuentarrevoluciones, y es que los 343 caballos que desarrolla hacen de el uno de los mejores atmosféricos que he probado.

Ante mi se planta el primer doble carril en subida, con una pendiente digna de una etapa de montaña de la Vuelta Ciclista a España. Piso a fondo y el pequeño biplaza sale disparado como un cohete tardando nada en adelantar a la fila de cinco coches que me precedía. Se nota que el 80% de los 365 Nm de par los entrega a partir de 2.000 revoluciones, y sube de forma progresiva y rápida hasta las 7.900 donde entrega la potencia máxima.

Llego a la primera curva, una derechas amplia y de buen asfalto que me invita a mantener el pie abajo. El Z4 M Coupé responde de forma noble, entra en la curva sin inmutarse como incitándome a tomar la siguiente curva más rápido porque su límite está muy lejos.

La dirección es muy directa, ya que dispone de desmultiplicación variable, asi que a la mínima insinuación de volante el coche se va por la trayectoria que le marquemos. Las suspensiones se muestran firmes incluso en los apoyos más fuertes. Es un coche diseñado para este tipo de carreteras, se nota. Decido no cortarme y disfrutar de los kilómetros de curvas que nos quedaban por delante.

La siguiente curva, una izquierda más redonda me hace soñar con tener unas manos privilegiadas como las de Tiff Needell y tirar el coche de lado al tiempo que el humo sale de las ruedas traseras mientras contavolanteo. Bajo de nuevo a la realidad y piso con fuerza el pedal de freno.

El coche se detiene de forma casi instantánea, gracias a unos generosos discos en el tren delantero de 345 milímetros de diámetro y a otros no menos grandes de 328 milímetros en el trasero. Este sistema de frenos es heredado directamente de la versión CSL del E46, y he de decir que en todo momento el coche muestra un aplomo mucho mayor que el de la versión Roadster que también probé hace unos meses.

A la salida de las curvas pisar a fondo el acelerador se convierte en una especie de adicción difícil de dejar. Sube de vueltas con fuerza, y a partir de las 5.000 revoluciones el sonido que sale de los escapes se empieza a convertir en una especie de aullido metálico igual que en su hermano el M3 E46.

Me sorprende que excepto que pisemos el acelerador demasiado pronto o de forma muy brusca, el coche acelera y sale de las curvas sin que entre en funcionamiento el DSC, lo cual indica que el chasis está debidamente puesto a punto para poder sacar todo el partido al potencial del coche.

Pronto corono el puerto de montaña, mucho más rápido de lo que me esperaba al principio. He disfrutado mucho con el Z4 M Coupé y se nota que este coche está concebido para que los que lo pilotan se lo pasen bien.

Vuelta a la autopista

Llega el momento de volver a la autopista, y concluir los 500 kilómetros que quedan entre Adanero y Vigo. Poco más de 200 kilómetros de rectas en autovía hasta Benavente y más de 300 de curvas rápidas en la A52 entre Benavente y Vigo.

Mañana más…

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