El 11 de marzo de 2011 Japón entero se movió tres metros en el mar. El terremoto fue tan fuerte que provocó un tsunami digno de las peores pesadillas, asolando la costa y causando, además, el desastre de la central nuclear de Fukushima. La muerte de aproximadamente 16.000 personas inspiró a un antiguo trabajador de Toyota para crear un prototipo.
Hideo Tsurumaki, presidente de la start-up Fomm Corp. tomó la determinación de no tener que volver a ver a personas hundiéndose en el mar en el interior de los coches con los que trataban de huir, así que diseñó un coche eléctrico capaz de flotar.
Sí, parece que funciona
Tal y como recoge Bloomberg, Tsurumaki tardó solo dos años en construir un pequeño vehículo eléctrico hermético capaz de flotar y de utilizar el movimiento de las ruedas para navegar a baja velocidad por la superficie del agua. Tiene además una autonomía de 160 kilómetros entre cargas, con una velocidad máxima de 80 km/h.
Su start-up cuenta con algunos patrocinadores notables, un prototipo que funciona, y planea producir 10.000 automóviles por año a partir de finales de 2018 en una fábrica que está alquilando cerca de Bangkok, en Tailandia. La producción está programada para comenzar en diciembre, y el automóvil saldrá a la venta más o menos al mismo tiempo.
El pequeño eléctrico tiene el tamaño de un carro de golf y se presenta como liviano. Dispone de baterías reemplazables debajo de cada uno de sus cuatro asientos, para que los usuarios no tengan que esperar varias horas a que se complete la carga de baterías.
Tsurumaki visualiza su público objetivo en familias adineradas que pueden contar con un segundo coche eléctrico para desplazamientos por ciudad, y que en el peor de los casos, utilizarán su modelo ante un desastre como el de 2011. El ingeniero dejó su puesto en un proyecto de Toyota en 2012 que consistía en un vehículo monoplaza eléctrico y fundó Fomm Corp. con un capital de 1.800 dólares. Fabricó a mano el primer prototipo desde una modesta habitación.
Tsurumaki trabajó durante tres años con investigadores de la Universidad de Tokio sobre cómo conducir el automóvil en el agua con todas las llantas sumergidas, y finalmente decidió usar ruedas en forma de turbina que extraen agua mientras giran. Un componente en la parte delantera permite liberar el agua al alcanzar la propulsión y que el vehículo gire con el volante.
¿Y el precio? Tsurumaki dice que está buscando reducir el precio ** 5.000 dólares** por automóvil al comprar componentes producidos en masa a menores costos, pero por el momento se sitúa en torno a los 18.000 dólares.