En 2018, una de las primeras iniciativas de coche compartido dejó de prestar servicio: hablamos de la francesa Autolib, y con el Bolloré Bluecar como protagonista. Ahora, miles de unidades de este coche urbano eléctrico, que no han encontrado destino ni uso tras el cese de esta firma de carsharing, se amontan en un descampado.
De esta noticia se han hecho eco medios franceses como L'argus gracias a las fotos de denuncia en redes sociales de los vecinos de Romorantin, una localidad de la zona Centro-Valle del Loira y cercana a París, a cuyas afueras se encuentra esta campa. La capital fue la primera ciudad donde comenzó a operar Autolib, aunque no la única, pues también estuvo activa en Lyon o Bordeaux.
Y es que si ya no es tarea fácil dar salida en el mercado de segunda mano a los coches eléctricos, menos aún cuando las unidades han estado destinadas a un servicio público, pasando por no pocas manos y no siempre cuidadosas. Aunque el Bluecar también esconde otros problemas...
Crónica de una tragedia anunciada
Solo siete años estuvo en servicio Autolib en París: el Ayuntamiento rescindió el contrato antes de tiempo, que estaba fijado hasta 2023. Y es que no fue tan rentable como se esperaba: de hecho, al cese de la iniciativa acumulaba una deuda cercana a los 200 millones de euros.
Además, y aunque llegó a superar los 110.000 suscriptores, también los perdió rápidamente: por ejemplo entre 2016 y 2017 se quedaron por el camino unos 8.000 usuarios, según publica The Local.
Esta fuga de clientes vino motivada, entre otros, por el mal estado de los coches, que no eran mantenidos adecuadamente, además de que solían estar sucios: colillas, mecheros o botellas solían encontrarse en su habitáculo.
A ello se sumaba que habitualmente personas sin techo los utilizaban para dormir y que varias unidades acabaron incendiadas: Bolloré señaló que a causa de actos vandálicos y no por problemas de fiabilidad. Sea como fuere, Autolib llegó a su fin y, por tanto, los 4.000 Bluecar que conformaban su flota se quedaron sin cometido.
Y aunque la marca ha conseguido vender varias unidades en el mercado de usados, por ejemplo a través de la empresa de coches de ocasión Autopuzz que ha comercializado cerca de 1.000 unidades gracias a aplicar bajos precios (entre 3.500 y 6.500 euros), aun quedan miles buscando hogar o uso.
Muchos de estos Bluecar, tal y como reflejan las fotos de este bloguero que se acercó a la campa donde aguardan estos coches eléctricos, se encuentran en pésimo estado: con la carrocería llena de rozadoras o abolladuras o incluso con los cristales rotos y faltando elementos como los tapacubos. Y que estén a la intemperie no ayuda.
Bien es cierto que el fabricante galo ha tomado precauciones: por ejemplo, ha retirado las baterías para evitar sustos, como el incendio de las mismas, además de sellar todas las conexiones. Así lo afirma Bolloré y al menos en el caso de las baterías es cierto como demuestran las fotografías publicadas en el mencionado blog.
No obstante, no es precisamente respetuoso con el medio ambiente que miles de coches se amontonen en un descampado...
Un coche eléctrico que se descarga rápidamente cuando está parado
Al mal estado de muchas de estas unidades, se suman los pormenores de este pequeño urbano eléctrico. Primero, su carrocería es de aluminio, por lo que las reparaciones son más costosas en comparación con otros materiales. Además, sobre todo las primeras unidades, iban bastante justas de equipamiento, lo que incluye sistemas de seguridad.
Pero sobre todo, el Bolloré Bluecar equipa una batería LMP, de polímero de litio y 30 kWh de capacidad, que, si bien promete una autonomía notable para tratarse de un eléctrico ya antiguo (250 km en ciudad y 150 km en ciclo mixto), se descarga rápidamente si el coche está parado y sin enchufar a una toma eléctrica.
El Bluecar es un pequeño urbano similar al smart EQ forfour, tanto en configuración como en diseño (que firma Pininfarina por cierto), pero ligeramente más grande: mide 3,65 m de largo, 1,70 m de ancho y 1,61 m de alto, siendo su distancia entre ejes de 2,50 m.
Su carrocería es de tres puertas, da cabida a cuatro ocupantes y está equipado con un propulsor eléctrico de 50 kW (68 CV). Su velocidad máxima se fija en 130 km/h.
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