Hace unos días Jalopnik se hizo eco de una historia que el periodista de Driving, Alyn Edwards, contó a sus lectores. El propietario de un terreno en Canadá de más de 20.000 metros cuadrados ha decidido ponerlo a la venta por 1 millón de dólares, alrededor de 940.000 euros. Nada noticiable, excepto que ha perdido la cuenta de los coches clásicos que ese terreno alberga.
Hemos podido contactar con Alyn y nos ha mandado una serie fotográfica de este terreno plagado de supervivientes sobre ruedas, entre los que se encuentra un Ford Model T de 1927, un Dodge Super Bee, un Mercury Ute de 1947 o un Chevrolet Chevelle restaurado. En total unos 340 vehículos que llevan 40 años esperando silenciosamente otra oportunidad.
Un audaz rastafari
Mike Hall, el propietario de este terreno, no solo pone a la venta su propiedad al sur de Canadá, también incluye en el precio una casa reformada, una tienda para la restauración de coches de 83 metros cuadrados, un edificio de más de 100 metros cuadrados y lo que es más importante, su colección de 340 coches clásicos.
Mike comenzó su colección con 20 años -ahora tiene 60-. Lo que empezó como un repertorio de 50 coches, se convirtió en un conjunto de 100, luego de 200 y finalmente de más de 300. Hall se dedicó al peligroso oficio de escalar montañas y peñascos para evitar que cayeran a la carretera y debido a sus rastas, se ha ganado el apodo de 'Rasta Blasta'.
Como pasaba la mayor parte del año trabajando fuera y viajando, consiguió ahorrar el suficiente dinero como para convertirse en coleccionista de coches por toda la Columbia Británica. Para darles cobijo, adquirió el terreno que ahora tiene a la venta y que en sus días se convirtió en una granja orgánica. Desde entonces, se ha dedicado a restaurar coches, y acaba de terminar la restauración de un Dodge Challenger.
Joyas de los años 20
En este terreno cerca de Tappen descansa una fila de Chevrolet station wagons y sedán de 1955 a 1957 preparados para futuras restauraciones. Entre los modelos más antiguos se encuentra una pickup de Chevrolet de 1926, un Ford Model T de 1927 y un Mercury Ute "medio pickup" de 1947 originario de Australia.
Entre los modelos más recientes se encuentran cinco Chevrolet Firefly de 1991 que orgullosamente conduce a diario, y un Plymouth Satellite de 1966 que está restaurando para un cliente. Mike también ha coleccionado muchos 'muscle cars', como unos cuantos Dodge Coronet y varios modelos Super Bee. También hay un Chevrolet Malibú descapotable equipado con un motor V8 y transmisión manual, y un inusual Pontiac Beaumont SD (Sport Deluxe) de 1966 también con motor V8 y del que solo se han fabricado 45 unidades.
La colección está valorada entre 500 y 35.000 dólares cada unidad, dependiendo del estado ya que, como podemos ver, para algunos de ellos el óxido se ha convertido en el precio a pagar por sobrevivir tantas décadas a la intemperie. Mike no deja claro por qué quiere deshacerse de su colección, pero sí afirma que no vivirá lo suficiente como para restaurar todos los coches.
Mientras espera ofertas (la propiedad no ha despertado demasiado interés por el momento), Mike Hall sigue llevando coches a su finca, incluyendo un reciente Plymouth cupé de 1941 que no se pudo resistir a comprar. Aunque la idea de vender su colección le "destroza", tiene esperanzas de que alguien se interese por ella y les de una merecida segunda oportunidad.
Foto | Cortesía de Alyn Edwards
Vía | Driving
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