El Toyota FJ45 disfrazado de Rolls-Royce que corrió el Dakar en 1981

Las cenas entre amigos se terminan, a veces, con uno de ellos aceptando un reto más o menos loco que de haber estado sobrio no habría aceptado. Y de vez en cuando de esas locuras nace un proyecto y una aventura de la que más de 20 años después se sigue hablando.

Thierry de Montcorgé y Jean-François Pelletier son dos amigos de la infancia y al final de una comilona con todo el grupo de amigos, en la casa de campo de uno de ellos, Jean-François se queja de que su Rolls-Royce está siempre averiado. Los amigos le proponen acabar con el Rolls-Royce llevándolo al desierto. Al día siguiente, Thierry de Montcorgé, sobrio, se acuerda de la broma y piensa "pues no es una idea tan estúpida, finalmente".

Thierry de Montcorgé es un piloto de rally amateur. Debutó en 1973 en el Rallye des Cimes (en los Pirineos del País Vasco francés) y se permite el lujo de ganarlo con un buggy de su creación. Con el tiempo se convierte en un asiduo de los rallyes-raids, como el Abidjan-Nice o el Bandama. Estamos en agosto de 1980 y le gustaría volver a participar en un rally africano. Y la idea de hacerlo con un Rolls-Royce no le parece tan descabellada.

En una entrevista a Sport Auto en la que cuenta su aventura recuerda haber llamado a marcas de lujo, alejadas del automóvil, para conseguir el presupuesto, como Cartier, Perrier o Dior. La gente de Dior acepta quedar con él a la primera. "Los llamé un lunes, nos vimos el martes para comer y al final de la comida tenía mi presupuesto", explica. "Dos días después tenía un cheque en mi buzón con el 50 % del presupuesto para empezar. Hoy, creo que las cosas ya no se hacen así". Dior iba a lanzar un nuevo perfume masculino bajo el nombre de Jules, el Rolls-Royce llevaría los colores de esa fragancia.

¿Y cómo lo hacemos?

A de Montcorgé solo le queda ahora lo más difícil, construir el coche. Obviamente, no va a participar con un Rolls-Royce de verdad. No solamente sería muy caro, sencillamente no terminaría ni la primera etapa en África. Lo más sensato será poner la carrocería de un Rolls-Royce sobre un todoterreno. Hoy en día sería casi imposible, pero a principios de los 80, los 4x4 no son de chasis monocasco, sino de chasis de largueros y travesaños con una carrocería puesta encima.

Un amigo le recomienda un tal Michel Mokrycki, especialista en V8 estadounidenses y que tiene su taller a las afueras de París. Está decidido, ambos fabricarán el coche. Pronto se ponen un busca de un chasis con una batalla lo más cercana posible a la del Rolls-Royce. Resulta que el del Toyota FJ45 encaja casi a la perfección, hay una diferencia de tan sólo 1 cm. De este modo, no tenían ni que alargar o recortar el árbol de transmisión. Del Toyota conservaron, además, toda la transmisión (caja de cambios de 4 marchas, tracción integral, puente trasero, los diferenciales, etc) y los frenos de tambores. El resto de elementos es una mezcla ecléctica de diferentes procedencias. Las suspensiones cuentan con ballestas Chassin y amortiguadores Koni, por ejemplo, mientras que la dirección asistida es de origen General Motors.

Calandra y salpicadero de origen

Una vez que tienen el chasis de base, Thierry de Montcorgé se encarga de la fabricación de la carrocería. Tras hacer copias de los paneles del Rolls-Royce Silver Shadow 2 puertas Mulliner Park Ward, realiza once moldes para poder fabricar la carrocería de una sola pieza, como si fuese la de un buggy, en resina de poliester. Solo las puertas, el portón de maletero y el capó son los originales de Rolls-Royce y en aluminio. La carrocería reposará sobre un entramado tubular.

A bordo, conservó el salpicadero y los paneles de puerta con la madera de raíz de nogal del Rolls-Royce original. La calandra también es de origen: es la del Rolls-Royce de su amigo Jean-Christophe Pelletier. Éste no tiene ni idea de rallyes, pero hizo fortuna porque su discográfica distribuía en Francia las obras de Bob Marley y se apunta como copiloto de Thierry para el Dakar de 1981. Le pillaría gusto y más tarde organizaría los rallyes de Marruecos y de Tunez.

Mientras de Montcorgé fabrica la carrocería, Mokrycki se ocupa de la parte mecánica. Optan por un V8 Chevrolet de 5.7 litros (alimentado por 2 carburadores Holley de 4 cuerpos) recuperado de un Lola T70 y reconstruido desde cero por Mokrycki. El motor daba 550 CV en el Lola, pero lo capan a 350 CV y lo instalan 23 cm detrás del eje delantero, es decir, en posición central delantera. Como a bordo sólo necesitan los dos baquets, el hueco de las plazas traseras se aprovecha para añadir un depósito de carburante de 332 litros. En total, llevaban 400 litros de súper en cada etapa.

Éxito inmediato

Los dos amigos calculan que tardaron 2.000 horas de trabajo en fabricar el coche. Y el 31 de diciembre, por la noche, aún estaban finalizando el cableado eléctrico del Rolls. Finalmente, el 1 de enero, el coche está en la plaza del Trocadero, frente a la torre Eiffel, y muchos no se creen que un Rolls-Royce vaya a participar en la carrera. El éxito mediático es total. Los dirigentes de Dior, sonrientes, le dicen a de Montcorgé que no se preocupe si no logra terminar la prueba, ellos ya han recuperado en cobertura mediática tres veces lo invertido.

Ni hablar, el equipo quiere terminar, aunque sea último. Es tan sólo la tercera edición del París-Dakar y muchos participantes, como hoy, sólo quieren terminar la carrera. En la etapa prólogo, el Rolls-Royce se muestra más rápido que muchos pilotos de renombre, como Jacky Ickx. Finalmente, en carrera el coche se muestra competitivo. El enorme par motor del V8 les saca de muchos apuros en las dunas, mientras que en pistas podía alcanzar los 180 km/h.

Victoria mediática

Cuando iban decimoquintos, en Alto Volta (hoy Burkina Faso) tuvieron un accidente en un pueblo con un camión. Pudieron arreglar el coche, pero llegarón 20 minutos después del tiempo limite y fueron descalificados. No pasa nada, tacharon los dorsales en el coche y Thierry Sabine les permitió seguir con el resto de participantes, salvo que ya no competían, claro.

La llegada a Dakar fue triunfal. Dassault Aviation envió 3 Jaguar par hacerse una foto con el Rolls-Royce en la playa. Por la noche, Dior montó una de las mayores fiestas de la historia del Dakar con 1.500 invitados. La carrera la había ganado René Metge al volante de un Range Rover y como British Leyland no había previsto nada, el equipo y el resto de participantes lo celebraron en la fiesta del equipo Jules. La gente de Dior estaba exultante, habían recuperado 30 veces lo invertido. En 1981, el coche fue objeto de 1.600 artículos en prensa y se le vio 87 veces en televisión. Hoy en día sería el equivalente al machaque mediático de Red Bull.

Ese mismo año, invitan a Thierry de Montcorgé para que abra la pista del Gran Premio de F1 de Mónaco. Tras dar la vuelta de inauguración, se encuentra con representantes de Rolls-Royce. "Y me dicen que les he amargado la vida con mi proyecto", recuerda de Montcorgé. "Recibieron un montón de pedidos de Oriente Medio y todos querían un Rolls-Royce 4x4". Más tarde, la marca le recordó de forma oficial que Rolls-Royce y Silver Shadow eran marcas registradas y que no volviera a hacer algo parecido...

Este proyecto sigue siendo hoy en día un caso único. De la carrera de 1981, casi nadie se acuerda que fue la primera participación de Jacky Ickx con su amigo actor Claude Brasseur (al volante de un Citroën CX, los Mercedes G y Porsche serían para más tarde) y que René Metge ganó con un Range Rover V8. Eso sí, todos recordamos al "Rolls-Royce Silver Shadow/Corniche" blanco.

Fotos | Archivos y Klassiekrally

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