'Need for Speed: Most Wanted', análisis

Ya ha salido a la venta uno de los juegos de coches más esperados del año. Uno de esa saga clásica que cada poco tiempo debe renovarse para intentar no sucumbir a su propia leyenda. Y es que la franquicia ‘Need for Speed’ lleva entre nosotros muchísimo tiempo y cada año parece obligada a aparecer con un título a la altura de las expectativas.

Tras el descalabro de ‘Need for Speed: The Run’, aquella especie de película interactiva del año pasado, las miras estaban puestas en uno de los ‘Need for Speed’ más prometedores de los últimos años. Un juego que se atrevía a retomar la clásica coletilla de “most wanted” y que llegaba de la mano de Criterion, un estudio de contrastada solvencia.

Así un nuevo ‘Need for Speed: Most Wanted’ llegaba este 2012 presentándose como la continuación espiritual de aquel lejano y excelente ‘Burnout Paradise’. Una apuesta por la innovación, un apartado gráfico sensacional, un montón de coches y libertad total para recorrer una ciudad gigantesca de cabo a rabo intentando entrar en la lista de los diez pilotos más buscados. En VidaExtra también hemos podido analizarlo a fondo y lamentablemente pese a tratarse de un gran juego de coches, no es todo lo bueno que esperábamos. Quizá es que esperábamos demasiado.

Un declarado espíritu arcade

Ha estado a punto de llegar a la meta dejando una actuación casi perfecta pero por desgracia se ha quedado a unos metros. El juego es bonito, se deja controlar estupendamente bien y renuncia completamente a cualquier tipo de simulación más o menos realista.

Olvidadlo, esto es un “arcade” puro y como tal se debe tratar. Diversión desde el primer aceleren, derrapes imposibles, adelantamientos arriesgados y choques que no dejan títere con cabeza pero tras los que seguimos como si nada hubiera pasado. ¿Recordáis aquel vídeo en el que un Focus retaba a un montón de coches de policía en plan salvaje oeste? Pues ese es el espíritu de este ‘Need for Speed: Most Wanted’ y si llegáis esperando otra cosa os decepcionaréis.

¿En qué consiste el juego?

La propuesta está muy clara. Existe una lista de rivales a batir y tienes una ciudad entera a tu disposición. Sólo preocúpate de recorrerla encontrando coches aparcados que coleccionar. Cada coche que encuentres te da acceso a cinco pruebas diferentes. Al ir pasándolas puedes ir mejorando el coche y adquiriendo “Speed Points” que te servirán para posicionarte como uno de los más buscados.

La gracia está en que circulando de prueba a prueba iremos recorriendo esta inmensa ciudad, Fairhaven, y provocando si así lo queremos el caos más absoluto. Persecuciones policiales (la mejor parte del juego), accidentes, acrobacias… ese es el núcleo del título que tenemos entre manos. La buena noticia es que es muy divertido, la mala noticia es que ya no hay más. Se acabó, la profundidad de juego termina ahí.

Un apartado gráfico a prueba de bombas

Hay que romper una lanza en favor de Criterion por la magnitud de su trabajo. La ciudad de Fairhaven es realmente enorme y está repleta de detalles que nos dejarán boquiabiertos muy a menudo. No quiero ni imaginarme lo épico que debe de ser inventarse una ciudad a esta escala desde cero y encima dotarla de vida y ritmo visual para que el jugador no se canse y esté continuamente estimulado.

Zonas portuarias, pijas, de tiendecitas, de alta montaña, playeras, edificios gigantescos, distrito financiero, enormes carreteras y autovias que nos llevan de un lugar a otro y el tráfico, el maldito tráfico que torpedeará nuestras huidas de la policía cuando menos lo esperemos.

Pasear por Fairhaven al atardecer y ver cómo la luz afecta al asfalto y a sus manchas de aceite es una delicia. Ver cómo oscurece y los vehículos de policía son más reconocibles también. Es una ciudad viva, sin transeúntes claro, pero con suficientes cosas pasando como para que no los echemos en falta.

Puede que algunas texturas no estén al mismo nivel que el resto o que en ocasiones de la sensación de estar recorriendo una maqueta a escala de una ciudad sin suciedad y demasiado perfecta como para estar viva. Pero sólo ocurre en contadas ocasiones, el resto del tiempo estaremos alucinando por los paisajes de Fairhaven.

Por cierto, se que muchos de vosotros preferís PC para jugar y es de justicia decir que el apartado gráfico del juego en un PC potente y armado con una buena gráfica es una delicia. Unos cuantos escalones por encima de lo que se puede ver en PS3 y Xbox 360.

Y ahora los puntos más oscuros

Como os decía antes el juego aunque muy divertido y con un gran acabado tiene unos cuantos puntos oscuros que lo alejan de ser ese clásico que todos esperábamos. El catálogo de coches es reducido. Sí que podréis encontrar coches para todos los gustos, grandes deportivos e incluso algún que otro eléctrico, pero en general se antojan pocos.

Los tipos de pruebas que iremos superando se hacen monótonos al cabo de poco tiempo y la gracia pasa enseguida a buscar coches que no tengamos localizados y hacer el loco con ellos. Vamos, que lo que mola de este juego es ir provocando un Dolorpasión tras otro y evadiendo a la policía mientras protagonizamos persecuciones imposibles. ¿Cuanto tiempo puede tenernos entretenidos eso? Pues relativamente poco. Suerte del modo on-line y las carreras con amigos que llegan al rescate para salvar la papeleta. A muchos os parecerá suficiente, a mi no tanto.

Finalmente hay que darle una de cal y una de arena a la interfaz de juego. Si bien es cierto que el sistema integrado de menús EasyDrive es un acierto para no romper el juego, no puedo decir lo mismo de esa especie de GPS ridículo que ocupa la parte inferior izquierda de la pantalla.

Una zona que nos marca la trayectoria a seguir hasta llegar al objetivo y que nos obliga a alejar la vista de lo importante, lo que sucede en la carretera, provocando accidentes y fastidiándonos la partida de vez en cuando. ¿Qué costaba integrar un sistema de guías al estilo ‘Forza Horizon’ que se integrase perfectamente en la ciudad?

Resumiendo

‘Need for Speed: Most Wanted’ es un buen juego arcade de coches, un buen punto de partida para una franquicia que necesitaba un soplo de aire fresco y a la que el estilo de Criterion le ha sentado muy bien. Está aún un poco lejos de ser perfecto o de alcanzar las cotas de calidad que esperábamos al considerarlo el heredero espiritual del último ‘Burnout’ pero sin duda inicia un camino que esperamos que se atrevan a seguir.

Si buscáis un juego arcade, de los de pensar poco y dejar que la adrenalina fluya tras un día de curro interminable, estoy convencido de que saciará vuestras expectativas.

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