Como ya os conté cuando hicimos el repaso de la generación E39 durante el 30 aniversario del BMW M5 hace tres años, aquel fue el primer BMW M que conduje y por supuesto, el primer pero no el último M5 que ha pasado por mis manos. A pesar de que el último M5 que probé para Motorpasión tenía 560 CV, aquel V8 del E39 se quedó grabado en mi mente con más fuerza que el moderno por el empuje de sus 400 caballos.
Jamás olvidaré lo que sentí cuando, con tan solo 18 años, entré en aquel BMW M5 E39 de color granate con el interior tapizado en piel de color beige. Lo más destacado no fue que hace ya 17 años contase con televisión en la pantalla central, lo que no olvidaré jamás es la sensación que experimenté al subir de vueltas el V8 atmosférico hasta alcanzar los 400 caballos rozando las 6.000 RPM. Sí, es el mismo número de caballos que entrega hoy el nuevo BMW M550d.
La escalada de potencia en todos los segmentos del automóvil es imparable. En las últimas dos décadas hemos visto cómo las cifras de caballos han ido creciendo por centenas a pesar de las diferentes tendencias en cuanto a tipología de motores que hemos estado viviendo, híbridos y eléctricos incluídos.
Ni siquiera el downsizing está consiguiendo frenar esa guerra imparable por tener "el más potente todavía" y, a decir verdad, eso tampoco es algo que nos preocupe demasiado. Las mecánicas turboalimentadas hacen que sea fácil extraer mucha caballería a bloques teóricamente pequeños en cuanto a cubicaje, algo impensable hace solo 8 años.
Además la electrónica aplicada a los automóviles modernos permite dosificar la potencia y que, salvo en algunos casos concretos, no parezca que el exceso de potencia está enfrentado con la parte dinámica del coche.
El ejemplo más extremo de esta tendencia a menor cubicaje y más caballos a base de turbos lo encontramos en el BMW M550d que la semana pasada dio a conocer BMW. Se trata posiblemente del motor diésel más avanzado del mercado, así que nada mejor que compararlo con el motor de idéntica potencia del M5 E39 para entender las diferencias entre ellos y relativizar cómo ha evolucionado la potencia
M5 E39 vs M550d
El BMW M5 E39 del año 1998 montaba bajo el capó delantero un motor con arquitectura V8 de 4.900 centímetros cúbicos que entregaba 400 caballos a 6.600 RPM entregando 500 Nm de par a 3.800 RPM y siguiendo con brío hasta superar las 7.000 RPM
Por primera vez este motor incorporaba válvulas controladas electrónicamente, que permitían su apertura y cierre en sólo 120 milisegundos, así como sistema doble Vanos. También era la primera vez que el M5 montaba el botón “Sport” en el salpicadero, ese que era capaz de hacer que las reacciones al pisar el acelerador fuesen más inmediatas, un elemento que ha seguido vivo hasta las versiones actuales.
Aquel M5 E39 generó algo de controversia entre los entusiastas de BMW M porque supuso una ruptura con la anterior arquitectura de motores seis cilindros en línea que tan arraigada estaba a la marca BMW. Igual que ocurrió después con el M3, no todos veían con buenos ojos que el M5 montase un motor V8, así que tuvo ciertos detractores.
Hoy nadie pone el grito en el cielo porque BMW monte en el Serie 5 el motor diésel de cuatro turbos que ya había probado con éxito en el Serie 7. Aquel motor V8 atmosférico es un simple juguete de ingenieros novatos comparado con el complicado bloque del M550d.
Hablamos de un seis cilindros en linea y 3.0 litros de cilindrada con cuatro turbocompresores. Estos cuatro turbocompresores "Multistage" se dividen en dos tamaños: en la etapa de alta presión dos pequeños turbos con geometría de turbina variable integrados en una caja única son los que se encargan de la sobrealimentación.
Con ellos siempre actúa uno de los más pequeños y el cuarto se activa sólo cuando es necesario a partir de 2.500 RPM. Este motor entrega 450 Nm de par desde sólo 1.000 RPM y esa cifra va en aumento hasta alcanzar los 760 Nm a partir de 2.000 RPM. ¿Dónde quedan los 500 Nm que el E39 entregaba a 3.800 RPM?
El moderno M550d es notablemente más rápido que el M5 y consume menos de la mitad
Todo esto hace que las prestaciones de ambos modelos sean también curiosas. Mientras el M5 E39 tardaba 5,3 segundos en pasar de 0 a 100 km/h, el nuevo M550d lo hace en 4,4 segundos para la berlina (4,6 segundos para el familiar), casi un segundo menos de tiempo teniendo en cuenta que el nuevo modelo pesará en torno a los 1.750 kilos y el antiguo pesaba 1.795 kilos.
Si nos vamos a los consumos, las diferencias entre ambos son más notables si cabe. El M5 E39 declaraba un consumo medio de 13,9 l/100 km (en urbano declaraba 21,1 l/100 km!) mientras que el M550d homologa un consumo medio de 5,9 l/100 km (6,2 en el caso del Touring), lo cual ya de por sí supone un ahorro del 11% respecto a los anteriores M50d con tres turbos.
Hablamos por tanto de coches que comparten cifra de potencia, pertenecen a la misma familia pero apenas guardan más similitudes entre sí. Dos modelos de altas prestaciones que seguramente enamorarán a quienes los conduzcan. El primero, el E39 por la forma que tenía de entregar la potencia y el carácter noble con el que te deleitaba si no eras demasiado impetuoso con el pie derecho.
El moderno M550d por ser capaz de dejarte pegado al asiento desde sólo 1.000 RPM, consiguiendo cifras de aceleración dignas de los mejores superdeportivos en una carrocería que tiene cabida para una familia al completo con equipaje y con consumos dignos de utilitario. Los tiempos han cambiado, los coches también y lo mejor es ir adaptándose a esta evolución. ¿Qué será lo siguiente? ¿Un turbo por cilindro? Lo veremos.
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