Si el Dieselgate de Volkswagen se emitiera por televisión, estaríamos ante uno de los culebrones más predecibles de nuestra era. Tal y como avanzamos cuando nos hicimos eco de la primera detención de un directivo de Volkswagen por el caso de las emisiones fraudulentas de NOx, Volkswagen ha jugado la carta de la autoinculpación. Volkswagen se ha declarado culpable de tres cargos: conspiración, obstrucción a la Justicia e importación de vehículos utilizando declaraciones de conformidad falsas.
En el caso de los NOx, Volkswagen deberá pagar 4.300 millones de dólares (unos 4.100 millones de euros) por esos delitos. La sanción es la mayor jamás impuesta contra un fabricante de automóviles en la Historia de los Estados Unidos, y la cifra queda lejos de los 1.200 millones impuestos en su día a Toyota por el Pedalgate o los 900 millones de General Motors por el asunto de los bombines defectuosos.
Como sabemos, Volkswagen tenía interés en que el proceso no se dilatase más aún en el tiempo. A los riesgos derivados de una potencial pérdida de imagen entre sus clientes norteamericanos se suma la incertidumbre de lo que puede suceder a partir de que Donald Trump asuma el cargo de presidente de los Estados Unidos, según han comentado estos días los analistas del Motor de Washington. Por este motivo Volkswagen ya asumió el pago de 15 mil millones de dólares a concesionarios y clientes.
Tras Oliver Schmidt, otros altos cargos de Volkswagen se sentarán en el banquillo
Por otra parte, el gran jurado ha emitido un auto de acusación contra seis ejecutivos y otros empleados de Volkswagen por sus posibles implicaciones en la trama diseñada en 2006 para conseguir pasar en 2007 y tras el cambio de normativas medioambientales, las pruebas de emisiones de NOx con unos resultados más favorables que los reales.
Cerca de 600.000 vehículos, sólo en el país norteamericano, se vieron afectados por este plan. 11 millones de vehículos en todo el mundo, siguiendo una estrategia que, según se ha sabido en el juicio, Volkswagen tomó de Audi, que estaba desarrollando un dispositivo de estas características. Con este dato sobre la mesa, aquella demanda de Audi a Volkswagen suena realmente mal.
Entre las acusaciones realizadas por el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica contra seis supervisores de la firma alemana de automoción están mentir a los reguladores medioambientales y destruir archivos de ordenador que contenían pruebas de los delitos cometidos hasta que se destapó el caso en septiembre de 2015. En esta trama de ocultación de pruebas podrían haber estado implicados hasta 40 trabajadores de Volkswagen.
Por su parte, la firma de Wolfsburg ha reiterado su compromiso para ayudar en el esclarecimiento de los hechos, para lo que ha acordado nombrar un auditor independiente que supervise las medidas que se lleven a cabo durante los próximos tres años.
En Motorpasión | Cae el primer directivo de Volkswagen por el Dieselgate: Oliver Schmidt, detenido por el FBI