Hace unos meses, los medios se hacían eco de la primera entrega en camión autónomo, específicamente de cerveza, sin un conductor al volante. Lo que realmente impactaba de la noticia no era otra cosa que la temida aceleración de la obsolescencia del conductor y de la figura del transportista, abocado a desaparecer. Hace unos días conocíamos también que Japón está probando los convoyes de camiones con piloto automático en sus carreteras a partir de 2018.
El envejecimiento de la población y el aumento de la demanda de la sociedad moderna está acelerando la automatización de las redes de distribución, cada vez más preparadas para poner a los camioneros a la misma altura que los ascensoristas en su tiempo: en peligro de extinción. La única barrera que parece que aún se interpone entre el piloto automático y la red de transportes no es la tecnológica, sino la social.
La sonada entrega de cerveza solo necesitó de la mano de obra humana sin la necesidad de una persona en el asiento del conductor; únicamente tomó el control dentro de las zonas urbanas, a la salida del almacén y en el punto de entrega. La startup que creó la tecnología monitoreaba por vía remota el camión, que contaba con sensores de radar frontales para detectar obstáculos, dos cámaras para la detección de carriles, un sensor LIDAR para captar el entorno en 3D y un sensor GPS. Algo parecido a lo que ya llevan todos los camiones modernos.
De forma parecida, los seis principales fabricantes de camiones de Europa (Daimler, Iveco, MAN, Volvo, Scania y DAF), se zambulleron en un experimento que pretendía probar que el transporte de vehículos pesados autónomos entre distintos países europeos es posible. Y vaya si lo hizo. Demostró que los desplazamientos repetitivos que siempre tienen lugar de un punto A a un punto B (pongamos de un puerto a una fábrica y viceversa) es totalmente robotizable y su conductor prescindible.
Drones: ¿complemento o sustituto de los repartidores?
¿Qué ocurre con el transporte a pequeña escala? ¿Tampoco son necesarios los conductores humanos? La respuesta a estas preguntas la encontramos en una palabra de cuatro letras: dron. Empresas como Amazon y UPS ya están probando el uso de drones para los repartos, de manera que estos dispositivos pueden llegar a sitios muy concretos de manera rápida.
Entre los problemas que aún plantea el transporte en dron se encuentra la legislación en el espacio aéreo público, los sensores que deben ser afinados para evitar que choquen contra objetos, hackeos, o que, sencillamente alguien coja el paquete antes de que el dueño se de cuenta de que el dron ha aterrizado en su puerta. ¿Lo habías pensado?
Ya no queremos ser camioneros
En Europa, uno de cada 20 trabajos pertenecen al sector transporte, lo que equivale a más de 11 millones de europeos que se emplean en este sector, según el Eurostat. Sin embargo, el envejecimiento de la población, la falta de conductores, unido a un cambio generacional y una demanda cada vez más creciente hacen que la automatización se presente como la solución definitiva. Recordemos que el trabajo de camionero es un oficio muy duro: días fuera de casa, la mayoría de las veces en soledad y conduciendo durante miles de kilómetros a una velocidad constante. Las nuevas generaciones no eligen un futuro laboral en la carretera.
El objetivo de automatizar los sistemas de transporte se centra en hacer la industria del camión más segura y eliminar la mortalidad en carretera. En el caso de Japón, el objetivo es suplir la escasez de conductores en el país, pero cuando hay más de tres millones de camioneros en Europa, de los cuales más de 300.000 son españoles, las consecuencias se traducen en la pérdida de empleo.
"Un tercio del dinero que invierten las empresas va para combustible y otro tercio para el personal. A una máquina no hay que pagar Seguridad Social ni sueldos, no incumplen las normas de circulación ni traen multas". El director general de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), Ramón Valdivia, nos da su visión de la automatización; para él la robotización es una necesidad y la solución definitiva.
Los aspectos positivos que presenta este nuevo tipo de logística es que es los conductores podrán descansar durante largos recorridos, pudiéndose evitar accidentes derivados de un exceso de horas en ruta, en el caso de que no sean sustituidos por la Inteligencia Artifical, claro. Este escenario auspicia un futuro en el que profesiones tradicionales como la del camionero, repartidor o incluso el de cirujano pueden estar condenados a desaparecer.
Tendremos en cambio que formarnos para poder seguir desarrollando la tecnología que se implantará en el tejido industrial, y en vez de cajeros, pasaremos a ser ingenieros o expertos en las nuevos tecnologías si no queremos quedarnos atrás.
¿Ni siquiera en ciudad seremos necesarios?
Jesús, ex camionero de una pequeña empresa de transporte, ve las luces y las sombras de la automatización de los camiones: "En realidad la parte menos relevante del transporte es precisamente el camionero: es ineficiente, inexacto, propenso a los fallos y está limitado a las horas de conducción del tacógrafo. Hay ramas del transporte que sí permitirían una automatización total y otras que no".
Admite que es una cuestión de tiempo que, al igual que los drones sustituirán un día a los mensajeros, la labor puramente mecánica de los transportistas está prácticamente condenada a desaparecer.
"Las redes de distribución no están preparadas", afirma Jesús, que explica cómo a medida que crecen las ciudades, los grandes camiones pueden "acercarse menos al centro sin provocar problemas, es lo que pasa ahora con los megacamiones".
Aunque es factible el transporte de mercancías de larga distancia con piloto automático, el sector a pequeña escala puede encontrar mayores dificultades para implantarlo. Precisamente desde Otto aseguraban que los conductores continuarán involucrados en los repartos y que controlarán el camión durante el primer y el último kilómetro, aunque el avance en la tecnología dron esté haciendo que incluso esta función del ser humano sea prescindible.
Otro de los problemas a los que se enfrenta el transporte con camiones radica en el diseño de las cabinas: algunas reducen de manera significativa la visibilidad, más aún en poblado, debido a los puntos muertos. Un estudio del Transport Research Laboratory ha evidenciado que el adecuado diseño de los camiones puede ayudar a reducir activamente el número de muertes en carretera, que en 2015 alcanzaron la cifra de 26.000 solo en Europa. La automatización de la conducción podría solucionar este problema, si se llegara a prescindir de la mano de obra humana también en trayectos interurbanos.
Miedo a que Tesla se equivoque
En Europa, tenemos el mismo problema que en Japón: el cambio generacional está acrecentando la escasez de conductores dispuestos a pasar días sobre el asfalto, a 90 kilómetros por hora y en soledad. Para el director general de ASTIC, Ramón Valdivia, la solución definitiva pasa por robotizar el transporte de mercancías: "La falta de conductores, así como la necesidad de movimientos capitales y la cada vez más creciente demanda de la sociedad moderna encontrarán la solución en la automatización".
Los pelotones de camiones o platooning en los que un solo conductor maneja al resto de vehículos que circulan detrás se vislumbra como el siguiente paso a la práctica automatización que ya integran la mayoría de camiones. Valdivia cree que incluso en el transporte a pequeña escala la automatización es más que factible: "Los drones podrán hacer las entregas sin tener que enfrentarse al tráfico", afirma.
En cuanto a la adaptación de las infraestructuras, cree que las de larga distancia están preparadas en cuanto a la amplitud y el trazado; la digitalización de las carreteras, en su opinión, no supone un mayor coste ni dificultad. El conflicto llegará a la hora de compartir la vía con vehículos automatizados.
"La barrera tecnológica está superada, ahora falta que sea aceptado por la sociedad", explica Valdivia, quien desmitifica uno de los puntos de controversia sobre la conducción autónoma: "Nos da miedo y pensamos en los accidentes de Tesla, pero no pensamos en los fallos humanos que provocan accidentes o se saltan los límites de velocidad".
Valdivia habla de más barreras refiriéndose a la evidente pérdida de trabajos, ya que por cada camión se generan 1,4 empleos. Pero también afirma que "un tercio del dinero pertenece al gasto de combustible y otro tercio al personal; si automatizamos el transporte ya no hay que pagar sueldos ni Seguridad Social, tampoco incumplen las leyes de circulación ni se producen accidentes por cansancio o un despiste".
Se hace así un símil de esta obsolescencia del conductor comparando a los ascensoristas con los transportistas: "Ya nadie se extraña de que no haya una persona que pulse el botón en los ascensores; lo mismo ocurrirá con los camiones".
Como todo gran cambio, despertará miedos y reticencias, pero la realidad es que los trabajos repetitivos o que requieren de gran precisión y cualificación, como el de transportista o el de cirujano, caerán ante la revolución de la robótica. La disyuntiva entre el progreso y la destrucción de empleo es inevitable... El ser humano deberá adaptarse y desarrollar su capacidad creativa para no quedarse atrás en la que será también una transformación del sector laboral.
La muerte de este oficio, sin embargo, no se producirá de la noche a la mañana. Los próximos años se plantean definitivos y emocionantes.
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