A estas alturas, KTM ya no tiene nada que demostrar. En 2008, la marca austriaca de motos sorprendió con su primer coche, el KTM X-Bow. Casi 15 años después, todo el mundo sabe que KTM es una firma tan respetable en el mundo de las cuatro ruedas como en el de las dos ruedas.
Y es que sus coches son sinónimo de altas prestaciones y, sobre todo, de diversión extrema. De alguna manera, son comparables a los modelos que ha fabricado Lotus (al menos hasta ahora) por su enfoque cien por cien orientado a la conducción y un planteamiento radical que siempre los ha relegado a los circuitos o las carreteras de montaña.
Del circuito a la calle
Tanto es así que al KTM X-Bow le costó varios años estrenar parabrisas, mientras que la última gran creación de la marca, el KTM X-Bow GTX/GT2, estaba directamente pensada para competir en la categoría GT2. Lo bueno es que, durante todos estos años, el club de fans de los KTM de cuatro ruedas no ha dejado de crecer y la marca se ha visto obligada a escucharles.
El resultado es el primer supercar de KTM. Se llama KTM X-Bow GT-XR y es, en esencia, el mencionado KTM X-Bow GTX de carreras homologado para circular por la calle. Lo vimos por primera vez hace unas semanas y ahora se ha presentado de forma oficial.
Aunque forma parte de la familia X-Bow, va mucho más allá del X-Bow convencional. En lugar de tener el habitáculo al aire, cuenta con una carrocería mucho más aerodinámica y una cabina que protege por completo a sus dos ocupantes y el chasis monocasco de fibra de carbono.
Para entrar y salir del habitáculo hay que abrirla, como si se tratase de un caza de combate. De esta forma, KTM se ha ahorrado las puertas y ha tenido más libertad con la aerodinámica de los laterales. También ha prescindido de los retrovisores laterales, que han sido sustituidos por un sistema de cámaras, como en el X-Bow GTX.
Lo que sí ha respetado KTM es el enorme alerón trasero fijo. No es tan espectacular como el del GTX de carreras, pero tampoco tiene mucho que envidiarle. También tiene todo tipo de apéndices y un splitter delantero de fibra de carbono para mantenerse pegado al suelo a alta velocidad.
Su interior es prácticamente idéntico al del KTM X-Bow GTX de circuito. Asientos de tipo baquet, arneses de seguridad, muchísima fibra de carbono, volante rectangular con pantalla y controles extraíble, pedales con posición ajustable y los monitores que hacen de retrovisores.
La única concepción al confort la hacen el climatizador y el sistema de sonido con conexión Bluetooth para emparejar el teléfono móvil, que es la única forma de tener navegador.
En lugar de incorporar una pantalla central, KTM ha instalado un soporte para el móvil Quadlock, como el que se usa en las motos. El X-Bow GT-XR también tiene un pequeño maletero de 160 litros, suficiente para una bolsa de viaje de fin de semana.
El espacio de carga está situado entre el habitáculo y el motor, que es un viejo conocido. Se trata del bloque 2.5 TSI de cinco cilindros en línea turbo de Audi, el mismo que utilizan el Audi RS 3 de 400 CV o el Cupra Formentor VZ5 de 390 CV.
Sobran las presentaciones, pero es que KTM lo ha apretado todavía más y en el X-Bow GT-XR desarrolla 500 CV (100 menos que en el GTX) a 6.350 rpm y 581 Nm de par a 5.550 rpm. Va ligado a una transmisión automática de doble embrague con siete marchas (DSG de Volkswagen).
Por supuesto, es propulsión y el eje trasero digiere toda la potencia a través de un diferencial autoblocante mecánico, que se complementa con una suspensión SACHS completamente ajustable.
Para parar cuenta con un potente sistema de frenos con pinzas monobloque de ocho pistones delante. Opcionalmente, puede montar un conjunto de frenos carbocerámicos más ligeros, potentes y resistentes.
KTM anuncia un peso sin combustible de 1.250 kg, con el 44% delante y el 56% detrás. El depósito de combustible pesa 96 kg, por lo que, con el tanque lleno, el peso total pasa a ser de unos 1.320 kg y si incluimos al conductor se mantiene en la barrera de los 1.400 kg.
Con ese motor, ese peso y esa aerodinámica, el KTM X-Bow GT-XR se permite acelerar de 0 a 100 km/h en 3,4 segundos y alcanzar una velocidad máxima limitada por GPS a 280 km/h.
Además, homologa un consumo medio de 9,1 l/100 km, por lo que los 96 litros del depósito de gasolina permiten recorrer, en teoría, 1.000 kilómetros. Otra cosa es aguantarlos del tirón en esos asientos o tener tanta fuerza de voluntad como para no abusar del acelerador y superar con creces el gasto medio homologado.
En cualquier caso, no lo podrá comprobar mucha gente porque KTM ha limitado su producción. Se fabrica a mano en la planta de Graz, en Austria, y comparte cadena de montaje con el resto de variantes del KTM X-Bow, por lo que solo verán la luz alrededor de 100 unidades. ¿Su precio? 284.900 euros.