Días atrás, andábamos Hatzive y yo de sobremesa cuando no sé cómo fuimos a parar a China. Hablábamos de los tremendos atropellos que se dan allí y que nos han llegado en ocasiones en formato vídeo; de esos vídeos que le quitan a uno las ganas de todo. Yo no me explicaba que en esas grabaciones viéramos que la persona atropellada se queda tirada en el suelo, mientras que el conductor sale zumbando y todos pasan de largo. Hatzive me explicó la razón, más o menos así:
— Es que en China tienen una ley que hace que si te paras en un atropello, te tienes que hacer responsable de los daños que sufre la víctima. Por eso todo el mundo pasa de todo y se pira.
Y flipé por todo lo alto, claro. Al cabo de unos días, nuestro compañero me pasó más información.
El asunto cobró relevancia informativa en Occidente —portada durante unos días, y luego si te he visto no me acuerdo— allá por octubre de 2011, a raíz de un truculento atropello en el que falleció Wang Yue, una niña de 2 años que fue atropellada por dos vehículos en Foshan (Guangdong) sin que ni uno solo de los 18 transeúntes que pasaban por la zona le prestase atención en los momentos posteriores al tremendo suceso. Imágenes brutales, consternación... y ya está.
Cuando la ley nos 'motiva' para ser mejores
Se explicaba entonces algo así como lo que me adelantaba mi buen amigo. En primer lugar, no había un marco legal que... motivara a las personas a comportarse con una cierta empatía. En España, por ejemplo, contamos con un Código Penal que por lo menos sienta una base legal para intentar que estas cosas no sucedan. Esa base se llama omisión del deber de socorro, y se explica en los artículos 195 y 196 del mencionado Código:
Artículo 195
- El que no socorriere a una persona que se halle desamparada y en peligro manifiesto y grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de terceros, será castigado con la pena de multa de tres a doce meses.
- En las mismas penas incurrirá el que, impedido de prestar socorro, no demande con urgencia auxilio ajeno.
- Si la víctima lo fuere por accidente ocasionado fortuitamente por el que omitió el auxilio, la pena será de prisión de seis meses a 18 meses, y si el accidente se debiere a imprudencia, la de prisión de seis meses a cuatro años.
Artículo 196El profesional que, estando obligado a ello, denegare asistencia sanitaria o abandonare los servicios sanitarios, cuando de la denegación o abandono se derive riesgo grave para la salud de las personas, será castigado con las penas del artículo precedente en su mitad superior y con la de inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres años.
Como es evidente, que esto esté negro sobre blanco no garantiza nada por sí solo, pero desde luego la ausencia de un texto legal como este se halla en la base de ciertos comportamientos incívicos en un país en el que, por otra parte, la obligatoriedad de suscribir un seguro de coches era una fantasía hasta hace sólo ocho años.
Vayamos a por otro caso que nos puede arrojar luz sobre estas imágenes que a veces nos llegan desde China y que no acabamos de comprender. Pongamos que acompañamos a una viejecita a un hospital porque se ha roto una pierna tras resbalar en mitad de la calle. Enternecedor, ¿no es cierto? Bien, pues la realidad es que nos caería asumir una parte del coste de su factura hospitalaria.
Analicemos el porqué poniéndonos en la piel de cualquiera de los habitantes de China. Si una ley no nos obliga a hacer algo, cuando lo hacemos es por algún otro motivo, por algún tipo de interés que nos empuja a ayudar. Por ejemplo, que seamos corresponsables de esa persona que precisa ayuda médica. Por lo tanto, si somos corresponsables de esa persona, nos toca pagar.
Ni más ni menos esto es lo que le sucedió a un buen samaritano que acompañó en 2006 a una señora al hospital por una fractura ósea en la pierna. Le tocó hacerse cargo del 40 % de los gastos. Culturalmente, era inconcebible que aquel hombre estuviera en el hospital si no había tenido nada que ver con la fractura que presentaba la señora.
Vayamos perfilando un poco más la cuestión, y enfrentémonos por fin a un aspecto todavía más duro de aceptar. ¿Qué es más caro: morir en el asfalto o quedar herido de por vida? A pesar de que el valor de una vida es incalculable, cualquier víctima de un siniestro grave de tráfico nos corroborará que lo segundo suele ser más caro, sobre todo cuando una aseguradora mete el hocico y se pone a sacar brillo a las tablas de las indemnizaciones, los gastos médicos y demás.
Eso mismo ocurrió en el triste suceso de la niña china atropellada. Tal y como se publicó en su día a partir de las declaraciones de uno de los conductores, "si [la niña] muere, quizá sólo tenga que pagar unos 20.000 yuanes [2.500 euros], pero si queda herida, me podría costar cientos de miles".
Se explica de esta manera la pasividad de quienes ven a otro ser humano pasándolo mal en el asfalto, hasta que deja de vivir. O el ejemplo de este chaval que vamos a ver, que es un caso de Gente con mucha suerte. A sus 6 añitos, puede presumir de haber sobrevivido a un atropello en la ciudad de Jining, en Shandong, mientras el conductor proseguía su marcha sin inmutarse.
¿Está cambiando la situación en China?
Hemos visto, por lo tanto, dos aspectos relativos al problema de la seguridad vial en China en lo que respecta a los atropellos. De un lado está la ausencia de una obligación a atender al desamparado. Del otro está el marco legal que propicia desentenderse del herido para evitar tener que asumir una parte de los gastos derivados de su recuperación.
Quizá todo esto haya empezado a cambiar, sin embargo. En agosto de 2013, la ciudad de Shenzhen se convertía en el primer territorio de China en aprobar una ley del buen samaritano, que es como se denominan habitualmente a las ordenanzas que apoyan el sentido ético de las personas ante otros seres humanos que se puedan encontrar en situación de desamparo.
En concreto, la nueva ley permite que uno pueda llevar a alguien al hospital... ¡sin pagar por ello! Además, se suma a esta novedad la presunción de inocencia y el traslado de la carga de la prueba a la persona que formula una denuncia. Sin embargo, hay un detalle que no es menor, y es que al entrar en vigor la ley en Shenzhen se hizo necesario proporcionar cobertura legal gratuita a los buenos samaritanos que hubieran sido denunciados por ayudar a alguien. Hasta ese punto había llegado la situación: ¿Me ayudas? Perfecto, pues te vas a comer la factura del hospital, por listo.
Por eso digo que, por más que la seguridad vial en China vaya mejorando, no me extrañará nada que nos sigan llegando vídeos en los que se producen atropellos o colisiones y la gente sale zumbando del lugar. Por más que se vayan introduciendo leyes, el peso de un comportamiento irracional que se ha mantenido en una sociedad durante años deja una marca que no podrá borrarse así como así.