Los neumáticos son una de las partes menos sexys de cualquier coche, pero también requieren que les prestemos atención. No solo hay que comprobar que el dibujo tenga una profundidad legal (más de 1,6 mm). También hay que comprobar regularmente la presión de inflado, pues se deshinchan de forma natural.
Pero hay otro factor muy importante que puede ponernos en grave riesgo, y es circular con neumáticos caducados. Eso significa que aunque pueda parecer un neumático en buen estado, puede presentar una degradación a nivel molecular que se nota un buen día en forma de susto o accidente.
Un neumático no es solo el dibujo, o la estructura, o la marca. Además del caucho, cada fabricante utiliza una serie de compuestos que dotan al neumático de propiedades como mayor duración, o un agarre mejorado con lluvia, más resistencia al frío... Estos compuestos no son eternos, se degradan con el tiempo.
La degradación es variable y depende de los siguientes factores:
- Tipo de conducción: agresivo, dominguero, de fines de semana...
- ¿Cuándo se ha montado el neumático? ¿Cuánto llevaba almacenado?
- Condiciones de almacenamiento: temperatura, humedad, cercanía al mar...
- Presión inadecuada: un neumático inflado por exceso o por defecto durante el tiempo suficiente envejecerá peor
- El asfalto que pisa habitualmente
- Etcétera
Esta degradación es tan progresiva que no se nota de un día para otro, pero llega un punto en el que comparar un neumático viejo con uno nuevo, exactamente el mismo modelo, provoca grandes diferencias en el comportamiento.
¿Cómo se sabe si un neumático está caducado?
Lo primero, tenemos que ver la fecha de fabricación. En la banda de rodadura hay que buscar cuatro cifras, normalmente inscritas en una elipse. Las dos primeras cifras indican la semana, las dos siguientes el año. Por ejemplo, un neumático fabricado esta semana pondría: "2314". Mirad la primera foto del artículo, se ha tomado hoy.
Según la ETRTO (European Tyre and Rim Technical Organisation) existe la recomendación genérica de no superar los cinco años de la fecha de fabricación. Pasada esa fecha, conviene que un especialista compruebe el estado del neumático. Dependiendo de las condiciones de uso y conservación, ese plazo puede ser inferior, o algo superior. Por ejemplo, un neumático de 2009 se puede usar hoy si nunca se ha montado y se ha conservado correctamente.
Eso sí, los fabricantes recomiendan no superar los 10 años en ningún caso, ya que hablaremos a buen seguro de neumático cristalizado, o en el argot popular, ruedas de corcho. Las propiedades del compuesto habrían perdido casi toda su efectividad, y se notará mucho más en mojado que en seco.
Si no nos fiamos de la honradez de los profesionales, podemos evaluarlo nosotros mismos. Miremos la goma de cerca. Si encontramos grietas o cuarteado, mal asunto. El agua se puede colar por estos surcos, llegando a oxidar los alambres de la estructura, pudiendo incluso sufrir un reventón.
El cuarteamiento también es sinónimo de cristalización, la goma se va endureciendo, pierde elasticidad, y cada vez agarrará peor. Además, también se degrada la capacidad de evacuación de agua, pues no solo el dibujo quita agua, también el compuesto a escala microscópica.
Normalmente esto no preocupa a los grandes trotadores que hacen 25.000 km al año o más. Los que deben vigilar más estas cosas son los dueños de clásicos, o de coches que tienen menos movimiento. Con la excusa de que algunos coches apenas se mueven, los dueños tienden a descuidar mucho la seguridad en sus ruedas.
Mi experiencia personal con neumáticos caducados
Cuando compré mi primer coche, tenía 20 años, y yo 26. Embargado por la emoción del primer día, solo comprobé que los neumáticos tenían buen dibujo, pero me olvidé de la fecha de fabricación. Cuando me dio por mirarla, habiendo hecho más de 700 km con él, comprobé que se habían fabricado nueve años antes, en 2001. Una odisea para mi seguridad.
Hasta que no pude tener unas cubiertas de recambio, tuve que ir con mucho cuidado. Las distancias de frenado eran muy superiores a las que me tenían acostumbrados los coches nuevos, y el comportamiento del coche era muy delicado, además de por la propulsión, ausencia de ayudas electrónicas y más de 200 caballos.
Pero cuando llovía, las precauciones había que elevarlas al enésimo exponente, porque tenía tendencia a hacer lo que le daba la gana, subvirar o sobrevirar. Puede ser muy divertido en una explanada donde hay metros y metros sin obstáculos, o en drifting, pero en carretera decididamente no es lo mismo.
Cuando reemplacé aquellos añejos Michelin Pilot HX por unos Goodyear EfficientGrip nuevecitos, el coche cambió por completo. No solo se volvió mucho más noble, predecible y con mejor frenada, es que hasta se redujo el nivel de grillos en el interior.
Esto tiene una explicación lógica, si las gomas se han cuarteado, son menos elásticas, y absorben menos vibraciones. Lo que el neumático no absorbe se pasa a la suspensión y así en cadena. Además, en sonoridad también hubo una agradable diferencia.
Eso por no mencionar la cantidad de avances tecnológicos que han experimentado los neumáticos en estos años. Incluso lo noté en el consumo de gasolina, pasando de una media de 11,24 l/100 km a 10,29 l/100 km. Os aseguro 1 l/100 km se nota a la larga...
Lo entiendo, hay crisis, hay menos dinero para mantenimiento, y lo que eso implica. Pero es muy peligroso circular con neumáticos tan añejos. En las tiendas de neumáticos "seminuevos" o de ocasión, que están usados, hay que tener mucho cuidado.
No niego que se pueda comprar en un sitio así un neumático con suficiente vida útil, en buen estado, y con un riesgo muy aceptable. Pero no es algo que recomiende salvo que la alternativa sea circular con slicks (pelados) o con corchos.
Y si alguien tiene la tentación de usar neumáticos viejos en circuito, es el camino más directo para perder el control del coche y estamparlo. Y salvo que tengamos un seguro muy bueno, va a ser un FAIL de proporciones bíblicas. El mejor destino para esos neumáticos es el reciclado o usarlos como barrera en circuitos, pero no para rodar con ellos.
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