Uno de los daños colaterales de la crisis está siendo la incertidumbre sobre los salones del automóvil. En la situación actual, parece que los salones no son rentables, al menos los pequeños.
Los salones del automóvil son la herramienta de las marcas para mostrar sus novedades a los medios y, en menor medida, a los aficionados que puedan asistir a ellos. Con la caída de las ventas, las marcas prefieren optimizar sus gastos de marketing en acciones menos genéricas, ya que no ven claro el retorno de los salones.
En esta situación, hay dos opciones: cerrar, como ha hecho el British Motor Show, o pedir ayudas, como ha hecho el Salón de Barcelona.
Y aquí llega el punto polémico. ¿Debe haber ayudas públicas para los presupuestos de marketing de las empresas? Según han confirmado algunas marcas a km77, asistir al Salón de Barcelona no les costará dinero gracias a las subvenciones en forma de exenciones de impuestos, que por encima llegan de una forma poco transparente.
Que subvencionar el presupuesto de marketing sea mejor o peor que subvencionar cualquier otra cosa, es discutible. Pero debería quedar claro que esto es lo que estamos pagando todos.
Salón del automóvil vs Feria del automóvil
Y llegamos a la segunda parte, los que ni siquiera son salones, son ferias. Es decir, no son las marcas las que asisten, sino los concesionarios, con el objetivo de vender coches. Es el caso del Salón de Vigo, que también dice que no subsistirá sin ayudas.
Realmente en los salones de Barcelona y Madrid también se venden coches, pero la presentación a los medios tiene más importancia que con salones regionales pequeños.
En este caso, podemos ampliar la pregunta: ¿Merece la pena utilizar dinero público para el presupuesto de marketing y ventas de las marcas de automóvil? Puestos a intervenir el mercado, ¿no es más razonable hacerlo mediante planes dirigidos como el Renove o el Vive, en el que se sabe para qué y para quién llegan las ayudas?