El avance tecnológico está haciendo que cada vez más las cajas de cambio automáticas se propaguen entre los coches de nuestro mercado y lo veamos con mejores ojos. Son cómodas, eficaces y hacen posible la implementación de más ayudas a la conducción.
Ahora bien, que interactuemos menos con la palanca del cambio no quiere decir que su mantenimiento sea necesariamente menor o que estén libres de averías mecánicas. Hoy vamos a hacer un repaso sobre los síntomas que pueden delatar una avería en las cajas de cambio automáticas.
Si, las cajas de cambio automáticas también necesitan mantenimiento
Tradicionalmente nuestro mercado ha sido de transmisiones manuales mientras que en otros como en Estados Unidos se ha defendido el uso de las transmisiones automáticas. Es una cuestión de costes más allá de los gustos, pero esto está cambiando con la evolución hacia transmisiones automáticas más, digamos, humanas.
Las cajas de cambios automáticas modernas tienen un comportamiento similar al de un conductor de carne y hueso al tiempo que nos evitan usar un embrague y una palanca de cambios tradicional, pero sus elementos internos sufren un desgaste igual y pueden presentar ciertas averías. Si prestamos un poco de atención podemos detectar de forma precoz y, quizá, salvar una factura de reparación más costosa de la cuenta.
Aunque se tenga la percepción de que no hay que en una caja de cambios automática no hay que realizar mantenimiento, es fundamental realizar los oportunos cambios de aceite y filtros estipulados por los fabricantes de cada transmisión. Las revisiones a tiempo, un buen aceite de transmisión (que son específicos, por cierto) y su correcto estado garantizarán la longevidad de la caja de cambios.
La sintomatología más común es, al igual que en una caja de cambios manual, que el embrague pueda patinar. Este problema tiene una detección sencilla pues implica un comportamiento errático en los cambios de marcha; el motor se revoluciona y la marcha entra sin la suavidad habitual. Esto se debe a que aunque sea automática, la caja de cambios tiene un 'embrague' que es el encargado de transmitir la fuerza del motor a través de la presión hidráulica generada por un convertidor de par.
El motor siempre está acoplado al convertidor de par generando presión y esa presión es la encargada de mover los internos de la caja de cambios convirtiendo dicha presión en movimiento hacia las ruedas del coche al acoplar o desacoplar las piezas internas oportunas.
Esa presión se encarga de bloquear los discos de embrague (discos de fricción como en un embrague manual). Si no hay presión suficiente que mantenga los discos bloqueados puede entrar una marcha y saltarse, o si los propios discos están desgastados el embrague puede patinar revolucionando el motor antes de engranar la velocidad de manera brusca.
Un mal funcionamiento general de la caja de cambios por convertidor de par también puede deberse a un nivel del aceite en su interior fuera de los límites (inferior o superior). Con poco o demasiado aceite, la bomba puede mandar poca o demasiada presión hidráulica, derivando en cambios lentos, imprecisos o irregulares. Otro síntoma habitual en una transmisión por convertidor de par es notar vibraciones al acelerar si la presión es irregular o si hay algún defecto en el interior del propio convertidor.
Las cajas de cambios están controladas por una electrónica propia que es la encargada de decir cuándo y cómo hay que cambiar de marcha en función a los datos recabados por una serie de sensores. A más electrónica, menos componentes mecánicos.
La mecatrónica (las cajas de válvulas con todos sus componentes internos más electrónica) es la encargada de repartir el aceite para que unos u otros ejes del planetario vayan girando bloqueando los ejes a través de los pulmones, combinándose para formar las marchas. En función de los ejes que se bloquean se genera una relación de salida diferente, por lo tanto si hay algún fallo en la compleja mecatrónica nos quedaremos sin una, sin varias o sin todas las marchas, dependiendo de la gravedad de la avería.
El caso más radical que podemos encontrar es que el coche sencillamente se mantenga en una marcha engranada. En este caso la electrónica de la caja de cambios habría detectado un fallo grave por lo que se habría impuesto el modo de seguridad, permitiendo que el coche se mueva pero sin dejar que se operen cambios de marchas y mostrando un testigo de fallo en el cuadro de mandos.
A diferencia de una transmisión manual donde el embrague y la caja de cambios son 100% independientes, en una transmisión por convertidor de par el aceite del convertidor y de la transmisión son compartidos. Si se avería algo en el convertidor y se genera viruta, ésta pasa a la caja de cambios y viceversa, por lo que una avería puntual en uno de los dos elementos puede afectar al otro, y una reparación parcial puede tener secuelas posteriores.
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