Parafraseando a Shakespeare: ¿Caja de cambios manual o automática? Esa es la cuestión. Hasta hace bien poco esta era una duda que en muy pocos casos pasaba por la mente de un comprador de coches, al menos en nuestro mercado.
Tradicionalmente hemos sido conductores de coches con cambio manual ayudados por una decisión de compra condicionada por la escasa oferta de cambios automáticos y su elevado coste. Cada vez más el lado de la balanza de los automáticos está cogiendo peso, así que vamos a explicar las ventajas e inconvenientes de las cajas de cambio manuales y automáticas.
Caja de cambios manual
Ventajas
Son más batatos. He aquí el principal argumento para la popularidad de las transmisiones manuales. Tienen un menor coste de fabricación con diferencias de precio que pueden oscilar entre 1.000 y 2.500 euros de media (o incluso más según el tipo de coche), lo que se convierte en un elemento decisivo a la hora de tomar la decisión de compra.
Tienen el comportamiento que el conductor quiera darle. Una vez el conductor ha cogido el tacto del embrague, el coche se comportará de la manera que él quiera. Las decisiones de cuándo y cómo cambiar de marchas, a qué revoluciones, o cómo utilizar la caja de cambios para aprovechar el freno motor serán única y exclusivamente decisión de quien esté detrás del volante.
Mayor precisión. No nos referimos a cuándo cambiar de marcha, que eso lo hará de manera autónoma una caja de cambios automática. La precisión, entendida como el control milimétrico que podemos darle al coche con la regulación del pedal izquierdo, es muy superior en un manual. Las maniobras a punta de gas, en pendiente o especialmente anticipando los cambios (o evitándolos) a través de la experiencia sólo se pueden conseguir con un manual.
Aportan un plus místico a la conducción. La conexión entre el ser humano y el coche mediante la actuación sobre los engranajes de la caja de cambios, ahí reside el mayor encanto de los manuales y su defensa a ultranza de los aficionados al motor. Será por eso que los coches aspiracionales siguen confiando en las transmisiones de tres pedales, aunque esto también está cambiando.
Inconvenientes
El cambio manual está abocado a la extinción. La irrupción de los coches eléctricos y la conducción autónoma son una sentencia clara para las cajas de cambio de tres pedales. Salvo contadas excepciones, las motorizaciones eléctricas carecen de marchas y todo coche que se plantee incorporar cualquier nivel de conducción autónoma obliga a su fabricante a utilizar una caja de cambios automática.
Son más incómodas. El mayor inconveniente de las transmisiones manuales es la necesidad de estar siempre pendiente de lo que ocurre con el motor. Por suerte la mayoría de conductores lo tienen tan asimilado que los cambios de marchas se convierten en algo instintivo, pero hay situaciones como atascos o maniobras complejas en los que el pie izquierdo acaba pidiendo un descanso.
Son más susceptibles a las averías. Por su estructura de construcción pero sobre todo por el uso incorrecto, los embragues de las transmisiones manuales tienen una mayor probabilidad de pasar por el taller. Sí, sus reparaciones por lo general son menos costosas, pero seguro que alguna vez has olido a embrague o sabes de alguien que se ha quedado sin embrague por hacer un uso excesivo.
Caja de cambios automática
Ventajas
Son más cómodas. No hay discusión en lo que respecta al funcionamiento en el día a día. Las transmisiones automáticas son infinitamente más agradables de utilizar, sobre todo si somos conductores que una gran parte del tiempo la pasamos en ciudad o, directamente, en atasco. La ausencia del tercer pedal y de la palanca de cambios nos permite centrarnos únicamente en acelerar, frenar y dirigir el volante mientras el pie izquierdo descansa.
Se asocian a más y mejor tecnología. Como mencionábamos antes, existen una serie de tecnologías de ayuda a la conducción que miran fijamente a la conducción autónoma, pero requieren una transmisión automática para funcionar. Es el caso de los controles de velocidad inteligentes con función de parada y arranque o los sistemas de frenada de emergencia automática.
Cada vez son mejores. Históricamente hemos criticado a las transmisiones automáticas por su funcionamiento plano, por no tener alma. Antes sí era cierto, con el comportamiento aburrido y soso del típico convertidor de par. Ahora la técnica ha evolucionado lo suficiente como para que las cajas de cambios de doble embrague o incluso las modernas de convertidor de par aproximen su funcionamiento enormemente al de un conductor humano.
Cada vez están más extendidos. Hasta hace unos años una caja de cambios automática se asociaba con un tipo de coche de un perfil de lujo o con ciertas aspiraciones premium. En la actualidad prácticamente todos los compactos se ofrecen con cajas de cambios automáticas en opción y no sólo para las motorizaciones más potentes de la gama. Su popularidad está creciendo a medida que su funcionamiento se refina, hasta el punto que es realmente complicado encontrar deportivos potentes o superdeportivos con transmisiones manuales.
Suelen tener modo manual. Si lo que quieres es mantener el control del cambio de marchas, no te preocupes. La gran mayoría de las cajas de cambio automáticas disponen de un modo M (manual) o S (secuencial) con el que decidir cuándo insertar una marcha más o menos a través de la palanca o de las levas situadas tras el volante.
Inconvenientes
Mantenimiento más caro. Pese a que sus periodos de mantenimiento son más espaciados (sobre todo las de convertidor de par), las cajas de cambio automáticas suben la factura cuando tienen que pasar por el taller. Tienen más piezas móviles y mucha más electrónica, lo que incrementa el coste de reparación.
Mayor consumo. Las transmisiones automáticas, de media, consumen algo más que las manuales. Esta cifra poco a poco se va aproximando gracias al avance de la técnica e incluso en las transmisiones DSG de Volkswagen se anuncian consumos inferiores gracias a un empuje más continuo, sin interrupciones de empuje entre marchas.
Menos sensaciones. Aunque las cajas de cambio automáticas son mucho mejores de lo que eran hace unos años y aunque dispongan de modo manual, siguen siendo menos emocionales que el vínculo que se crea con el embrague y la palanca de toda la vida. El tacto es filtrado y en ocasiones un poco lento, lo que hace que se pierda parte del aspecto personal de la conducción.