Volkswagen Golf Bluemotion 1.6 TDI, prueba (exterior e interior)

Desde su nacimiento en 1974, el Volkswagen Golf ha sido el estandarte de la marca alemana (sin quitarle protagonismo al Beetle, que por cierto probamos en su versión moderna y en la clásica aquí) con más de 230 millones de unidades vendidas, que se dice pronto.

En Motorpasión hemos podido probar diferentes generaciones del compacto por excelencia, y también diferentes carrocerías y motorizaciones, pero nos faltaba uno que nos pareció cuanto menos interesante. El señor Costas ya probó en su día el Golf 1.9 TDI Bluemotion, el mechero de la gama, y ahora nos toca ocuparnos de su relevo.

La segunda generación del VW Golf Bluemotion ya no monta el 1.9 TDI sino un 1.6 TDI de 105 CV todavía más eficiente y ahorrador. En este caso no vamos a centrarnos sólo en el consumo (como con aquél) sino que vamos a analizar a fondo el coche. De momento, veamos qué nos ofrece tanto por fuera como por dentro.

Exterior

A simple vista el Golf Bluemotion parece uno más de la familia, aunque si nos fijamos un poquito más veremos que algunos distintivos Bluemotion en la parrilla frontal o en la zaga lo identifican como el más ahorrador de la gama.

Al contrario de lo que pueda parecer, ya que estamos ante la versión más ecológica de la oferta Golf, el diseño tiene toques deportivos como el paragolpes delantero o el pequeño spoiler trasero en el mismo color de la carrocería. Detalles cromados como los listones de la parrilla o el marco de los faros antiniebla rematan el frontal.

En realidad no es un cordero con piel de lobo, ni un lobo con piel de cordero, es más bien un cordero con poco apetito y con su propia piel, lo cual no quiere decir que no sea atractivo, porque si me preguntan qué opinión personal me merece su diseño tendría que aceptar que me agrada, aunque no me entusiasme.

Nuestra unidad era de cinco puertas, no de tres, y estaba pintada en color Blanco Candy. Entre el resto de tonos disponibles encontramos dos en efecto perla (azul grafito y negro profundo) y cuatro metalizados (dos azules, un gris y un plata), entre los que se encuentra el Azul Glaciar, color exclusivo de los modelos Bluemotion.

Las discretas llantas de diez radios y 15 pulgadas (si el objetivo es mejorar consumos no hay otra opción que equipar neumáticos “pequeños”) montan gomas de baja resistencia a la rodadura Michelin Energy Saver en medidas 195/65 R15.

Las dimensiones del coche son las de cualquier Volkswagen Golf VI (salvo las versiones más deportivas como el GTI, el GTD o el R, que crecen ligeramente en determinadas cotas): 4,19 metros de longitud, 1,78 metros de ancho y 1,48 metros de altura.

Interior

Si damos el salto al interior de nuestro Golf Bluemotion lo que encontramos no difiere mucho de lo que esperamos de un coche así. Es un Golf VI y por lo tanto las calidades de los materiales y el nivel de acabados están a la altura de las circunstancias, como en cualquier otro hermano de gama.

Es especialmente agradable al tacto el plástico utilizado en el salpicadero, de aspecto poroso y blando. La zona de la guantera, por ejemplo, es ya de plástico más duro y áspero al tacto.

No obstante, en el caso de esta versión, la más ahorradora de la gama, las opciones son más bien escasas a la hora de elegir equipamiento por lo que el interior es bastante simple, sin apenas adornos (más allá de unos cuantos detalles cromados) y con una tapicería de las más sencillas de la oferta, de tela, claro.

El volante, por ejemplo, no es multifunción (de hecho no tiene ningún botón además de las dos zonas laterales para accionar el claxon) pero los materiales con los que está fabricado tienen un tacto muy satisfactorio y transmite una sensación de volante robusto y cómodo que otros no son capaces de transmitir.

El coche sí cuenta con otras “comodidades” como el ajuste eléctrico de los espejos retrovisores exteriores, el control de crucero o Tempomat (como lo llama Volkswagen), el climatizador bizona o los cuatro elevalunas eléctricos, aunque podemos ir olvidándonos de elementos como el navegador integrado, porque no forma parte de la oferta para esta versión.

Si hablamos sobre los asientos, que son los de serie, hay que destacar su comodidad incluso para llevar a cabo viajes largos. Sus pequeñas orejas recogen bien el cuerpo aunque pueda no parecerlo. También es verdad que no es un coche pensado para rodar rápido, pero oye, se agradece no tener que aferrarse al volante en las rotondas para evitar salir despedido por la ventanilla.

La amplitud del habitáculo para un coche de su tamaño también es un punto a favor. Los ocupantes delanteros viajan holgados en cuanto a anchura se refiere y el copiloto tiene un espacio razonable para las piernas. También se agradece el reposabrazos central delantero, algo que echo mucho en falta cuando algún vehículo no lo lleva, sobre todo si voy a viajar con él.

Si nos pasamos a la parte trasera el espacio es todavía mayor (para piernas, cabeza, hombro…). Aunque pude comprobarlo en mis propias carnes, lo cierto es que varias personas de las que se subieron detrás me comentaron lo espacioso que era el coche, la libertad de movimiento que tenían y la diferencia que veían con respecto a otros competidores, en los que viajar atrás es más agobiante.

Por último, pero no menos importante, también tenemos que hablar del maletero, que cuenta con una capacidad de 350 litros (o bien 1305 litros con los asientos abatidos). Aunque las comparaciones son odiosas, cabe comentar que por ejemplo un Renault Mégane tiene 372 litros, un Volvo C30 tiene 251 litros y el nuevo BMW Serie 1 tiene 360 litros.

Mañana más y mejor, con la parte de conducción y dinámica. No te la pierdas.

Continuará...

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