Guardaba muy buenos recuerdos del Nissan 350Z, del cual probé dos de sus evoluciones, la primera con 280 caballos y la segunda con 313 caballos, si la memoria no me falla. Me había entusiasmado su sonido, la rapidez del cambio, el nervio del motor cuando giraba arriba y la estabilidad del coche cuando el firme estaba en óptimas condiciones y trazábamos una curva “al ataque”.
Los motores de seis cilindros han formado parte del ADN de la saga Z en sus 40 años de vida, y pese a lo que algunos puedan pensar, esto no ha cambiado en el último modelo, lanzado al mercado en un momento de pleno fervor por todo lo que huela a hierba, siempre refiriéndome metafóricamente a los coches ecológicos, malpensados.
Las cifras que dan nombre al Nissan 370Z no son fruto de la casualidad. El Nissan 240Z tenía un motor de 2.400 cc, el 300ZX uno de tres litros y el 370Z por supuesto tiene bajo el capó un V6 de 3.7 litros de cilindrada.
Se trata de una evolución del motor del 350Z, algo que se nota cuando estás al volante a pesar de que en él, el 35% de las piezas son nuevas. Estos cambios se han dirigido a mejorar el refinamiento del motor, que tenía algo de genio cuando la aguja del cuentarevoluciones comenzaba a llegar a su punto álgido.
También se nota que el motor vibra menos, tanto estando al ralentí como cuando vamos algo más “alegres”. Lo cierto es que ahora se usa un bloque de aluminio dividido en dos mitades en lugar del de una sola pieza del 350Z. Así consiguen reducir parte de las vibraciones.
El motor tiene el típico comportamiento del un V6, con una entrega de par muy progresiva desde abajo, aunque se nota mucho el aumento de potencia y par motor respecto al primer motor del 350Z, ya que ahora en toda la banda de revoluciones se nota que hay “más chicha”, más potencia y por tanto la respuesta es más instantánea a las peticiones hechas con el acelerador.
Es muy divertido salir de una curva lenta-media y antes de enderezar la dirección y tomar la trayectoria recta, pisar con ganas el pedal del acelerador y notar como la trasera se empieza a insinuar.
El 370Z es un coche muy juguetón, ya lo he dicho, y así lo pude comprobar durante la semana que disfruté de el, ya que durante los primeros días la nieve estuvo presente en la carretera, y esta luego dio paso a la lluvia casi congelada.
Con estas condiciones, hay que decir que debes estar muy atento en curvas con el Nissan 370Z, ya que aunque el coche equipa de serie un diferencial viscoso de deslizamiento limitado y el Vehicle Dynamic Control (VDC) que integra los controles electrónicos de tracción y estabilidad que reducen el par del motor y/o frenan las ruedas individualmente cuando es necesario, este está programado para ser poco intrusivo, es decir, te deja derrapar un poco antes de entrar en funcionamiento.
Así es fácil hacer pequeñas cruzadas cuando es asfalto está húmedo o frío, un juego que se llega a convertir en auténtica diversión, a pesar de que los que están a tu alrededor te miren como a un auténtico macarra.
Una carretera de curvas y el Synchro Rev Control del Nissan 370Z
Leyendo algo de información sobre el Nissan 370Z los días antes de ir a recogerlo, vi que además de una nueva caja de cambios automática de siete velocidades con sistema Downshift Rev Matching, la otra disponible era una manual de seis con un sistema llamado Synchro Rev Control.
Este sistema, por explicarlo de forma sencilla, hace el “punta-tacón” de forma automática cuando lo llevamos activado, de forma que el motor siempre está a las revoluciones óptimas cuando reducimos marchas.
Me llevé una gran alegría cuando fui a recoger el coche y vi que equipaba ese cambio en lugar del automático, del que no puedo opinar. Quería ver que tal funcionaba, aunque por desgracia los primeros días la climatología fue demasiado adversa como para andar jugando demasiado con el coche.
Pero por fin a los tres días de usar el Nissan 370Z como coche de dominguero para ir a trabajar, pude escaparme un rato y dirigirme a una de mis carreteras de curvas favoritas. Por el camino probé a seleccionar el modo S que activa el Sychro Rev Control, aunque hay que decir que en carretera tipo autovía no es el sitio idóneo, ya que las reducciones son mínimas.
Pero por fin llego a la carretera de curvas que buscaba. Hay poco tráfico, ya que es una carretera muy poco transitada y además es jueves por la tarde-noche. Empiezo con cuidado por una zona de curvas rápidas en las que el asfalto está en buen estado. Es un terreno llano, y me doy cuenta de que el 370Z tiene muy buena estabilidad en curvas rápidas.
Cada vez que freno y piso el embrague para bajar una marcha, el Synchro Rev Control se encarga de dar ese pequeño toque de acelerador, que tanto cuesta dar en ocasiones cuando intentamos hacer el “punta-tacón”. El punto exacto en el que se da el acelerón es cuando movemos la palanca para insertar una marcha menos. Así con la corta palanca de marchas, bajar una es coser y cantar, y entra sin rechistar (el pareado ha sido improvisado, bueno, lo dejo).
El sonido del motor V6 saliendo por la doble salida de escape es embriagador, y más cuando el SRC da ese toque al acelerador, auténtica música para los oídos. Las reducciones son rapidísimas, y tu solo tienes que encargarte de dosificar bien el freno, ya que no debemos olvidar que con el SRC activado, tenemos que despedirnos del motor como ayuda al freno en las reducciones.
Con el SRC, Nissan asegura que los cambios de marcha se hacen en la mitad de tiempo del que lo haría un conductor normal, y sinceramente creo que han dado en el clavo con esta opción. Los coches que llevan SRC incorporan además un indicador de marchas digital en el reloj central.
En Motorpasion | Nissan 370Z, prueba (parte 1), Nissan 370Z, prueba (parte 2)