La nueva generación de MINI Clubman tiene muy poco que ver con la antigua, excepto por la originalidad de su puerta de doble hilo que da acceso al maletero. Más grande, más espacioso y con cuatro puertas de verdad para acceder a bordo, el MINI Clubman es ahora un auténtico station wagon. Es también el Mini más largo de la historia y se está codeando con los compactos premium. Con motivo de su ligero restyling probamos el MINI Clubman Cooper SD.
Desde que BMW se ha hecho con MINI, ha habido modelos para toda clase de segmentos y con toda clase de carrocerías. Tres puertas, cabrio, cupé biplaza, roadster, SUV -por supuesto-, familiar, deportivo radical y hasta una versión comercial de estilo “panel van”. Unos han gustado más que otros y no todos se han ganado un puesto en la gama actual tras su renovación. Si ahora no hay cupé ni roadster ni furgoneta, hemos ganado una versión de cinco puertas y un nuevo familiar, el cual mantiene cierta originalidad en su diseño siendo ahora más práctico.
El MINI Clubman es más que una enésima declinación del concepto destinado a ocupar hasta el último nicho de mercado. Junto con el modelo de tres puertas, pretende ser una versión más racional. Es el primer intento de MINI por llevar a su terreno la clientela de los compactos, al menos aquellos que no quieren un SUV y buscan algo más original, con una imagen más fuerte que la del típico compacto de cinco puertas.
De hecho, con respecto al MINI cinco puertas, esta carrocería Clubman me parece mucho más equilibrada a nivel visual que la variante cinco puertas. Los 27 cm más de los que dispone el Clubman con respecto al cinco puertas, son los que le permiten disponer de ese diseño típico de station wagon, con una zaga vertical, sin volúmenes.
Viendo su diseño eminentemente MINI (el cual ha sido objeto de un tímido restyling en a mediados de 2019), el Clubman parece más pequeño de lo que es en realidad. Mide algo más de 4,26 m de largo por 1,80 m de ancho. Es decir, mide casi lo mismo que el nuevo Volkswagen Golf 8 (4,29 m x 1,79 m). Y eso dice mucho de cuales son las intenciones de MINI.
Un MINI del tamaño de un Golf
Cuando se pretende pelear en el ruedo de los compactos, hay que tener claros los límites del diseño, para que este no le robe terreno al aspecto práctico. Al fin y al cabo, los compactos son los coches para todo y para todos. Una buena dosis de diseño puede dar el éxito, pero siempre sin perder de vista el aspecto práctico. Y en MINI han escuchado a los clientes del anterior Clubman.
Así, este Clubman dice adiós a la media puerta suicida lateral de la anterior generación, la cual, por cierto, se quedaba en el lado derecho incluso en las versiones con volante a la derecha. En cambio, cuenta ahora con dos grandes puertas tradicionales (una a cada lado, por supuesto) y que dan acceso a unas plazas traseras con mucho más espacio para las piernas que en el cinco puertas.
Ahora, dos adultos pueden hacer largos viajes sin cansarse demasiado en las plazas traseras. Hay más espacio que en un MINI hatchback, ciertamente, pero no tanto como en un compacto. Si lo comparamos con el nuevo SEAT León, el Clubman no puede competir con un compacto.
Y no es solo una cuestión de espacio para las piernas, también es una cuestión de banqueta. Resulta un poco corta. Ofrece casi el mismo espacio, sí, pero le faltan unos poquísimos cm en espacio para las piernas para estar al mismo nivel.
Si lo comparamos con modelos del segmento B (el segmento teórico que no real de este MINI), el Clubman se situaría entre los líderes en términos de habitabilidad. Eso sí, atrás solo pueden ir realmente cómodas dos personas aunque el coche esté homologado con cinco plazas. La plaza trasera central es casi testimonial, es muy corta y muy estrecha. Tanto, que es prácticamente inutilizable en algo más que no sea un viaje de 10 minutos.
Delante, aunque el espacio sea muy amplio, tampoco puede rivalizar con la amplitud de un compacto. Eso sí, los asientos semibaquets de esta versión son perfectos y cuentan con todos los ajustes posibles e imaginables, se puede incluso variar la longitud de la banqueta.
Es muy fácil encontrar la posición de conducción ideal. Ésta, por cierto, es muy BMW con un asiento bajo y las piernas estiradas, como en un deportivo. Personalmente, tanto en viajes cortos como largos, es la que siempre me ha parecido más cómoda.
El salpicadero tiene un diseño algo más formal, con salidas de aire de diseño más tradicional y elementos decorativos más discretos y refinados. Aun así, es un interior típicamente MINI.
Nos encontramos con la pantalla multimedia central en un marco circular, la mayoría de botones tipo aviación (con el de arranque en rojo en el centro) y, detrás del volante, un pequeño velocímetro circular con un cuentarrevoluciones a un lado y el nivel de carburante al otro. Nuestra unidad de prueba contaba, además, con un head-up display de pantalla de metracrilato.
Difiere también del resto de MINI hatchbacks en otros aspectos, como los compartimentos para objetos en las puertas más grandes y un reposabrazos central delantero algo más grande.
La calidad percibida y los materiales empleados en el interior son buenos (aunque siempre hay algún plástico duro en las zonas bajas que desentona un poco). Pero tampoco son acabados y materiales que puedan convencer al cliente de un Audi A3 que el MINI es un modelo premium. Es una diferencia descaradamente evidente que en MINI intentan esconder con la originalidad del diseño interior.
A pesar de ser un modelo mucho más racional que el anterior, este Clubman conserva intacto su carácter y su originalidad. Así, el acceso al maletero se hace vía dos pequeñas puertas. ¿Pero es más, o menos práctico que un clásico portón? Quizá sea un poco menos práctico, se necesita un poco más de espacio para abrir las puertas y hay un orden de apertura (primero la de la derecha y luego, la izquierda) y de cierre (primero, la izquierda y luego la derecha). En cuanto al volumen del maletero, con 360 litros está al nivel de un compacto típico.
Un comportamiento dinámico intacto a pesar del motor diésel
El MINI Clubman cuenta con unas suspensiones diferentes con respecto a los modelos tres y cinco puertas. Comparte con ellos y otros modelos de la gama BMW la plataforma UKL1, pero la puesta a punto es específica al Clubman, aseguran en MINI. Además, nuestra unidad de prueba contaba con la opción de amortiguadores adaptativos que varían la firmeza de las suspensiones.
Y aunque el Clubman quiere conquistar el público de los compactos, la realidad es que sigue siendo muy MINI en su comportamiento. Es decir, es un coche en el que la parte dinámica prima sobre el confort, aunque también sabe mostrarse suave, si optamos por el modo Comfort de las suspensiones.
Con la amortiguación en su modo más suave, se puede uno plantear largos viajes sin que resulte incómodo. Aun así, el que mejor disfrutará del MINI será el conductor. El tren delantero es muy reactivo, con una dirección precisa y muy rápida, muy directa. Es típicamente MINI. Gracias a una distancia entre ejes más larga con respecto a los otros MINI, el Clubman opera de manera un poco más progresiva.
En las curvas, el coche gira prácticamente en plano. No hay balanceo ni barqueo. Los elevados niveles de agarre de los que hace gala no dejan de sorprenderme. Pero lo que más me ha sorprendido es que la dirección transmita información. Hoy en día quedan tan pocos coches versátiles con una dirección mínimamente comunicativa para quien disfruta al volante que es digno de elogio.
Pero no todo es perfecto. Con un eje trasero tan agarrado a la carretera y su habilidad de girar a plano, en ocasiones acabamos cargando demasiado el tren delantero y aparece el subviraje, cuando se muestra equilibrado en la mayoría de las ocasiones. El peso del motor diésel, tampoco ayuda en ese sentido.
El Clubman tampoco se libra de ese necesidad tan BMW de endurecer en exceso los parámetros de la amortiguación adaptativa en su posición más deportiva. Moraleja, en las carreteras y calles de la vida real (es decir fuera de un circuito), el coche tiene la desagradable tendencia a rebotar sobre muchas de las irregularidades. Al final, acabamos dejando las suspensiones en modo Comfort o Normal, antes que en el modo más deportivo. Y sigue siendo igual de dinámico.
El motor diésel, un 4 cilindros 2.0 litros turbo de 190 CV a 4.000 rpm y 400 Nm desde 1.750 rpm hasta 2.500 rpm, va asociado en esta ocasión a un cambio automático de 8 relaciones y a la tracción delantera (existe también una versión con tracción integral All4).
No es un motor particularmente sonoro. Se oye, especialmente en aceleración, pero en MINI supieron aislarlo a nivel acústico correctamente. Digamos que se hace notar especialmente cuando entra en acción el Start&Stop, dejando pasar algunas vibraciones cuando vuelve a arrancar. Este sistema llega incluso a generar micro cortes de corrientes con los limpiaparabrisas. Si están en marcha, éstos se paran mientras arranca el motor.
Con 190 CV y 400 Nm, el Cooper SD Clubman no es un coche lento. Ejecuta el 0 a 100 km/h en 7,6 segundos y acelera de 80 a 120 km/h en 6 segundos con un kick down. El cambio automático se ha mostrado suave, rápido y con una gestión de cambio acertada. Otro punto a favor es su consumo comedido de 6,8 l/ 100 km. Solo 1,2 l/100 km por encima del homologado.
Una relación precio-equipamiento mejorable
Como todos los MINI, el Clubman Cooper SD no es barato. Si bien la gama Clubman arranca en 26.550 euros, la versión diésel de 190 CV y cambio automático comienza en 37.000 euros. Y lo hace con un equipamiento algo justo para este nivel de precio, por ejemplo no cuenta con navegador. Es una opción que cuesta 1.200 euros (Connected Navigation) y que añade la compatibilidad con Apple Car Play (o bien 2.000 euros para el Connected Navigation Plus).
Pero para facilitar al cliente la especificación de un modelo, MINI propone una multitud de paquetes de equipamiento. Nuestra unidad de prueba por ejemplo, contaba con el pack John Cooper Works que además del kit carrocería, el acceso sin llave y las llantas de 19 pulgadas, incluye una larga lista de equipamiento de confort y seguridad, como el control de crucero activo o la cámara de marcha atrás. Eso sí, es un paquete que se acerca a los 6.000 euros y lleva el MINI Clubman Cooper SD a 43.100 euros. Bueno, en realidad pasaba de los 45.000 euros al equipar el pack Connected Navigation Plus.
MINI Cooper SD Clubman : nuestra valoración
7.4
A favor
- Diseño
- Comportamiento dinámico
- Consumo
En contra
- Calidad percibida no acorde con el precio del coche
- Suspensión excesivamente dura en modo Sport
Es un coche que está en tierra de nadie. Desde un punto de vista racional no es una alternativa a un Audi A3 o un Mercedes Clase A. Por otra parte, al ser un MINI emparentado con el tres puertas y no con el SUV Countryman, se le considera un segmento B, es decir, un utilitario polivalente (algo que no es pues mide 4,26 metros de largo). Y claro, un utilitario diésel de 40.000 euros se aleja demasiado del corazón del mercado del segmento B.
Al final, esta carrocería familiar es una buena adición a la familia MINI. La marca lo posiciona para que pueda ser el primer o único coche de una familia. Sin embargo, debido a su fuerte imagen, su buen comportamiento dinámico, pero con unos acabados que no están ni a la altura de su precio ni a la de un compacto premium, es probable que solo encuentre una respuesta positiva entre los convertidos a MINI.
MINI Clubman Cooper SD | |
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Motor | Diésel: 4 cil. en línea; 1.995 cc. Inyección directa. 4 válvulas por cilindro. turbo |
Potencia máxima | 190 CV a 4.000 rpm |
Par máximo | 400 Nm desde 1.750 a 2.500 rpm |
Transmisión | Tracción delantera. Cambio automático de 8 relaciones |
Dimensiones | Largo x ancho x alto (mm): 4.266 x 1.800 x 1.441 |
Batalla | 2.670 mm |
Maletero | 360 litros |
Peso | desde 1.550 kg |
80 a 120 km/h | 5,8 s |
0 a 100 km/h | 7,6 s |
Velocidad máxima | 225 km/h |
Consumo medio homologado (ciclo WLTP) | 5,2 l/100 km |
Consumo medio en prueba | 6,4 l/100 km |
El coche para esta prueba ha sido prestado por MINI. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas
Fotografía | Daniel Murias y MINI
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