Audi RS3 Sportback, toma de contacto

Como recordaréis, hace unas semanas tuvimos la oportunidad de viajar a Portugal para probar algunos de los modelos más deportivos de la marca de los cuatro aros en una presentación sobre Audi Exclusive, la división de personalización de la que ya hablamos largo y tendido.

Durante dicha presentación pudimos conducir por primera vez el Audi RS3 Sportback, el último de los miembros de la familia RS y uno de los más divertidos de cara al conductor. Como lo prometido es deuda, hoy nos toca hablar más en detalle sobre éste modelo en concreto y no sólo de su estética, también de su carácter.

De momento nos conformaremos con una toma de contacto, aunque podríamos hacer una prueba a fondo próximamente. De cualquier manera, tuvimos en nuestras manos el RS3 Sportback durante aproximadamente una hora y media por carreteras de costa reviradas, así que vamos al tema.

El lugar en el que nos alojábamos, y que usábamos como base para la flota de coches, era un hotel situado en una zona residencial de la ciudad lusa de Cascais. Desde allí comenzábamos las pruebas de los vehículos, y hasta allí volvíamos para dejar unos y coger otros. Una de las rutas utilizadas la podéis encontrar en la galeria, para haceros una idea de la zona por la que nos movimos.

Esa tarde llegamos al hotel y no hice más que dejar los bártulos en la habitación y volver a la zona donde se encontraban los coches para coger uno. Mi debilidad era el Audi RS5 de color azul que ya visteis en algunas fotografías, pero no pudo ser. Alguien se lo estaba llevando, así que eché un vistazo alrededor y señalé uno rojo: ¡ese!

Estéticamente, el RS3 se diferencia de un Audi A3 Sportback convencional por elementos como la parrilla específica, las entradas de aire, las taloneras, el pequeño alerón trasero y la doble salida de escape, aunque en realidad, no llama mucho la atención. Es un coche más bien discreto, salvo si equipamos las llantas que éste montaba (en aspa con radios negros y los extremos de color rojo) – 260 euros -, ya que entonces sí que canta.

Sólo con abrir la puerta del RS3 Sportback ya nos damos de bruces con un interior totalmente personalizado (Exclusive en este caso, recordad) que llama mucho la atención. Volante de cuero vuelto, asientos deportivos tipo bucket, costuras en el color de la carrocería, alfombrillas con rebordes en éste mismo color, etc…

Los asientos deportivos de cuero napa fina son opcionales – 3.680 euros – y especialmente cómodos para tratarse de unos tan deportivos. Recogen el cuerpo a la perfección e incluso me aprietan más de la cuenta (mea culpa, por no ser un tío pequeño). Da gusto afrontar curvas “a lo bestia” cuando se va bien sujeto.

Bajo el capó

Una vez acomodado, giro la llave y el 2.5 TFSI de cinco cilindros cobra vida. Se trata del mismo motor que monta el TT RS y desarrolla 340 CV entre 5.400 y 6.500 vueltas, y un par motor máximo de 450 Nm entre 1.600 y 5.300 RPM. El consumo medio homologado es de 9,1 litros a los cien kilómetros y emite 212 gramos por kilómetro de dióxido de carbono.

Mediante un botón de la consola que activa el modo Sport podemos modificar el régimen del motor y también el sonido que sale por los escapes. Si el modo está desactivado, el sonido es más suave y refinado, mientras que si activamos el botón el TFSI comienza a rugir con mayor ímpetu.

El 2.5 TFSI se combina con una transmisión de doble embrague y siete velocidades S-Tronic, o lo que es lo mismo, la equivalente a la transmisión DSG de Volkswagen, pero con otro nombre. Funciona a la perfección, es mucho más rápida que la de otros modelos más deportivos (R8, por ejemplo) y circular tanto en modo manual como automático es una gozada, tanto si lo hacemos de forma tranquila (modo D) como si llevamos el cuchillo entre los dientes (modo S o modo secuencial con levas).

Gracias al sistema Launch Control y a la tracción integral Quattro, el RS3 es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 4,6 segundos, lo que le hace más rápido que su competidor más directo, el BMW Serie 1 M Coupé.

Comportamiento y dinámica

Comenzamos a rodar con el RS3 y lo primero en lo que pienso es en lo civilizado que es el coche si queremos rodar de forma tranquila. Teniendo tacto con el acelerador podemos llegar a pensar que estamos a bordo de un A3 normal. Ahora bien, hunde un poco el pie derecho y esa idea se te borra al instante de la cabeza.

El 2.5 TFSI es un motor muy enérgico, que sube de vueltas con muchas ganas y que suena de maravilla. En el TT RS da la sensación de que acelera con mayor fuerza, pero si nos remitimos a las cifras oficiales, ambos modelos hacen el sprint de 0 a 100 km/h en el mismo tiempo, 4,6 segundos.

Una vez empezamos a pisarle y a trazar curvas nos damos cuenta de lo fácil que te lo pone el coche. Es muy juguetón, te permite llevarlo a ritmos salvajes sin rechistar ni ponerte en aprietos. Te hace sentirte un buen conductor, aunque no lo seas. Es así de fácil de llevar a ritmo rápido. Transmite mucha confianza.

Gracias a la tracción Quattro y a los neumáticos en medidas 235/35 R19 y 225/35/R19 (delante y detrás, respectivamente) el paso por curva es muy bueno (no sin que chirrien las gomas) y la tracción a la salida de ésta es ejemplar. Eso sí, si intentamos poner al coche en apuros podemos sacar a relucir su carácter subvirador puesto que la gran parte del par se envía al eje delantero (según la situación, claro).

La carrocería apenas balancea en los cambios de apoyo bruscos aunque se nos puede insinuar la trasera. No es un coche cuyo límite sea inalcanzable. De hecho, si lo buscamos lo encontraremos ya que como hemos dicho tiende a subvirar si pretendemos abordar curvas a velocidades demasiado elevadas.

De cualquiera de las maneras, es un coche muy divertido, de los que te dibuja una sonrisa en la cara. Su comportamiento es muy bueno, sus prestaciones de deportivo y el sonido de su motor engancha. De hecho, a pesar del fresquito que hacía en Portugal a última hora de la tarde, llevé las ventanillas bajadas casi todo el tiempo para oirlo en todo su esplendor. Da gusto escuchar cómo sube de vueltas el cinco cilindros.

No se trata de un coche especialmente ligero, ya que su peso en vacío es de 1.650 kg, pero con el 2.5 TFSI bajo el capó se mueve con mucha soltura. A su favor hay que decir que conseguimos un consumo medio de unos 15,5 litros (homologa 9,1) a los cien kilómetros por tramos de costa con muchas curvas y haciendo uso de su capacidad de aceleración constantemente.

El sistema de frenos está a la altura de las circunstancias con unos discos ventilados de 370 milímetros en el eje delantero y de 310 milímetros en el trasero. La mordida es considerable y además no fuimos capaces de notar ningún signo de fatiga después de hora y media haciendo buen uso de ellos.

En definitiva, el RS3 Sportback tiene un marcado carácter deportivo, permite unos ritmos exagerados tanto por tramos revirados como por carretera y además no es incómodo. Obviamente, no es un coche burgués (suspensión deportiva, rebajada, neumáticos de perfil bajo…), pero el equilibrio entre la efectividad y la comodidad está muy bien conseguido.

Si a su espectacular propulsor le sumamos unos consumos comedidos para el nivel de potencia y una practicidad como la de un A3 Sportback cualquiera, tenemos un deportivo de uso diario muy pero que muy resultón. Según nos comentó la marca, se han vendido ya unas 20 unidades en nuestro país.

El precio en España del Audi RS3 Sportback es de 55.900 euros, aunque si añadimos los 825 euros de la pintura rojo misano efecto perla, los más de 3.000 euros de los asientos, el paquete estilo negro (marco de la parrilla en negro brillante y soporte de matrícula en negro mate) de 630 euros y el equipamiento exclusive, el precio supera fácilmente los 60.000 euros.

Fotografía | Javier Álvarez
En Motorpasión | Audi Exclusive, ¿hablamos de personalización?

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