El nuevo concept car de Toyota, el Concept-i, es la última creación de la marca nipona. Presentado en el CES (Consumer Electronics Show) de Las Vegas, se distingue por su inteligencia artificial bautizada Yui que, al parecer, aprenderá a conocerte, detectando tus emociones para reaccionar en consonancia con tus preferencias y gustos. "En el corazón del Toyota Concept-i hay un potente sistema de AI (inteligencia articial) que aprende del conductor para entablar una relación humana", aseguran en Toyota.
"Está es nuestra visión de cómo se conducirá un Toyota en 2030", asegura Ian Cartabiano, jefe del estudio de diseño avanzado de Toyota CALTY de California. El objetivo de Toyota es hacer que el público se vuelva a interesar por el automóvil de forma pasional. ¿Cómo consigues eso en un coche autónomo? Creando una conexión entre el coche y su conductor ocasional, aseguran sus creadores.
Un diseño inspirado en Walt Disney
Los Toyota actuales tienen una cierta reputación de máquinas frías, eficaces e incluso eficientes, pero normalmente no despiertan pasiones. Así, un modelo de la marca que consiga conectar con su conductor es interesante y fascinante. Y puede que al mismo tiempo un poco inquietante.
En lugar de aplicar la inteligencia artificial al simple manejo del coche y a su seguridad, todo el coche ha sido desarrollado desde dentro hacia fuera como si fuese una única interfaz. Cuando entras en el coche, Yui es un circulo en la consola central que se ilumina al ritmo de un pulso. Para encender el coche, el círculo se acerca a tu mano y hay que pulsarlo. Vamos, que os dais la mano para saludaros. Y para darle un aspecto más amigable al coche, los diseñadores de Toyota siguieron los pasos de Walt Disney.
En Toyota siguieron los "12 Principios de la Animación" de los estudios Disney. Son una serie de guías y líneas directrices desarrolladas en los años 30 por los diseñadores de Disney para conseguir que un objeto inanimado pareciese vivo. En el caso del Concept-i y de Yui, el interior del coche y de la carrocería están repletos de paneles con tecnología OLED que permite a Yui comunicarse con el conductor y su entorno.
Yui se comunica con su entorno
Así, la interfaz varía en función de las situaciones. Y no lo hace solamente a nivel visual, en la interfaz se integran los controles por voz y gestos. Pero también varía el aspecto exterior. Por ejemplo, los faros están debajo de la superficie de la carrocería. Cuando no estás no se ven, mientras que cuando te acercas se van abriendo como si fuesen los párpados de Yui al despertar. Los paneles de carrocería proyectan mensajes, como "Hola" o "¡Cuidado!". La parte posterior, por ejemplo, muestra mensajes para avisar sobre curvas que se acercan o posibles peligros.
Por último, la iluminación interior también indica al entorno quién conduce el coche. El color púrpura es la conducción autónoma, es decir, Yui está al mando, mientras que el verde significa que estás tú a los mandos del Toyota. Es una información que se indica también en el panel frontal.
El coche autónomo tiene que conectar con nosotros si quiere triunfar
La cuestión ya no es tanto de conocer el grado de conducción autónoma de los coches del futuro, sino de hacerlos atractivos para el público. El Vicepresidente Sénior de Operaciones de Automoción de Toyota, Bob Carter, lo resume de este modo: "lo que de verdad cuenta es la experiencia de las personas que interactúen con esos vehículos. Gracias al Concept-i y a la potencia de la inteligencia artificial, creemos que el vehículo del futuro podrá interactuar a su vez con las personas”.
Y es que si el público no conecta con los coches, no los ve atractivos y confía en ellos, los fabricantes habrán perdido miles de millones de dólares y décadas de desarrollo en un producto que nadie quiere. El mejor ejemplo de esa dificultad para establecer una conexión lo tenemos en una situación tan cotidiana como cruzar por un paso de peatones.
Normalmente, un conductor que se acerca a un paso peatones se detiene si ve que alguien tiene intención de cruzar, en toería. En la práctica, hay de todo, unos paran y otros no, y mientras tanto el ciclista esquiva a los coches y a los peatones. Conducir es un caos y normalmente esto se solventa con una conexión humana. Es decir, antes de cruzar miras al conductor para asegurarte de que va a parar, sino no cruzas.
¿Cómo programas eso en un automatismo sin inteligencia artificial ni conexión con los humanos? El coche pararía en todos los pasos de cebra de la ciudad y llegarías antes andando. Eso no es negocio para los fabricantes. De ahí la importancia que tiene Yui y su manera de interactuar con el conductor y el entorno.