No, no vas a poder ir al trabajo en el smart forrail, pero no por ello la idea deja de ser interesante. Se trata de un loco proyecto de Mercedes-Benz Reino Unido con motivo del Goodwood Festival of Speed y los interminables atascos que se forman en los accesos al lugar, ya que las pequeñas carreteras de la zona no están preparadas para la cantidad de tráfico que reciben durante ese fin de semana. El más ajetreado del año, sin duda.
¿Cuál es la solución? Pues hagamos un vehículo capaz de rodar por la red ferroviaria, como si de un tren se tratase. "Está completamente homologado para usarse en vías de tren. Es un tren, pero pequeño", nos comenta el encargado del proyecto forrail. Nosotros ya hemos podido subirnos a este curioso smart y te contamos esta experiencia tan surrealista.
"Mañana tenemos un servicio de shuttle muy particular. Vamos a recorrer unas cuantas millas en tren, y después haremos la última parte del trayecto en un G 63 AMG, campo a través, para evitar los atascos". Así nos adelantaban la noche anterior el plan que tendríamos el sábado para llegar a Goodwood desde las instalaciones de Mercedes-Benz World en Brooklands, al sur de Londres.
La sorpresa estaba servida, pero no supimos nada del smart forrail hasta llegar a la pequeña estación de tren de Horsted Keynes, en plena campiña inglesa, un lugar con mucho encanto que data de los años sesenta, repleto de viejos trenes de vapor. La línea se llama Bluebell Railway, es privada y está mantenida por voluntarios amantes del ferrocaril.
Al poco de llegar escuchamos el traqueteo típico de un tren, pero en el horizonte no aparece una locomotora de vapor, sino un smart forfour muy especial, de llamativo color amarillo, sobre las vías del tren. Según nos cuentan, se ha ideado únicamente para esta ocasión, y aunque no es más que una acción de marketing, nos encantan las ideas locas como ésta.
One-off, completamente homologado
Aunque a simple vista pueda parecer un smart forfour modificado (y lo es), en realidad se trata de un pequeño tren, completamente homologado y con todos los permisos necesarios para circular por la red ferroviaria. Y no basta con quitarle los neumáticos al coche y ponerlo sobre las vías, como hizo James Bond con su Mercedes-Benz 250 SE en una de sus películas. Según los expertos, se caería enseguida.
Lo cierto es que es un trabajo que ha llevado seis meses de investigación y trabajo de ingeniería. De ello se ha encargado la compañía británica Interfleet, que se ha enfrentado a un Smart con un motor de 1 litro y un peso de una tonelada, acostumbrados a trabajar con locomotoras de 70 toneladas y motores diésel de gran cubicaje.
El smart forrail ha sido equipado con enormes ruedas de acero macizo, de 22 pulgadas de diámetro y de 80 kilogramos cada una, para conseguir la tracción necesaria sobre las vías. Además, se ha desconectado la dirección y se han soldado bloques de aluminio entre los ejes, para fijar las ruedas, puesto que en las vías es contraproducente cualquier tipo de movimiento de las ruedas.
De paseo con el trenecito
Junto a mi amigo Des, de GT Spirit, el responsable del proyecto y un maquinista de tren de la línea (que debía estar en el coche durante el trayecto), nos ponemos en marcha con el smart forrail. Va a ser un paseo corto a través de Sussex, de unos 15 minutos, pero vamos a poder vivir la experiencia de saber cómo funciona el tren más pequeño del mundo.
Mientras salimos de la estación a una velocidad muy reducida, con el creador del invento a los mandos, éste aprovecha para comentarnos algunos detalles: "La dirección está desconectada, así que no hace falta ni tocarla. El motor sí es funcional, aunque con el traqueteo casi ni se escucha, y la caja de cambios también se usa".
Al alcanzar cierta velocidad (baja, siempre), se engrana la segunda velocidad y se activa el control de crucero a 20 millas por hora, es decir, unos 32 km/h. Esta es la velocidad que vamos a llevar durante todo el trayecto. No se trata de correr, sino de disfrutar del paseo. El traqueteo, desde luego, es el de un tren. ¡Qué locura!
A mi lado se sienta el maquinista de la línea de tren, experto en ferrocariles, al que le pregunto si para él también es una experiencia tan surrealista como para mí. "Yo conduzco enormes locomotoras por el sur de Inglaterra, pero esto es otro mundo. La gente alucina al vernos pasar con el forrail", afirma.
Después de hoy, ¿qué vais a hacer con el "tren"?, le pregunto a su creador. "Es una buena pregunta. Pensábamos en devolverlo a su estado natural, pero es posible que acabe en Alemania, en el museo, porque es algo que merece la pena. Lo que no sé es si volverá a unas vías de tren", afirma.
Antes de llegar a la siguiente estación, que es precisamente el fin de nuestro trayecto, llegamos a un cambio de agujas, en el que nuestro amigo tiene que bajarse para ajustarlo (la tecnología moderna no ha llegado a esta línea privada, de estilo retro a tope). "¿Qué tal la experiencia?", nos pregunta un hombre vestido de época, encargado de la estación. "Impresionante. Nunca había vivido algo parecido", le respondo.
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