Este año las míticas 24 Horas de Nürburgring han cumplido su 50 aniversario. Tras los parones ocasionados por la pandemia, esta edición tan especial de la que es una de las carreras de resistencia más peligrosas y duras del mundo se vivía con gran expectación, y muestra de ello han sido los más de 230.000 asistentes al Infierno Verde que no han querido perderse detalle.
Entre ellos, estuvo Motorpasión. Acudimos a la cita de la mano de MINI, que también vivía su propia efeméride: y es que hacía una década desde la última participación de un MINI John Cooper Works en la competición.
En esta ocasión, la vuelta de la marca al Invierno Verde fue junto al equipo privado Bulldog Racing, con un coche espectacular construido en Nürburg que, vestido con sus mejores galas y coronado por el dorsal #112, competía en la clase SP3T.
Este impresionante juguete nos hizo vibrar y emocionarnos a partes iguales a manos de Uwe Krumscheid, Jens Dralle, Danny Brink y Markus Fischer. Su gesta ya forma parte de la historia de esta edición en la que había inscritos 138 coches en una treintena de categorías. Pero el coche no era lo único que MINI tenía preparado para el fin de semana.
Calentando motores camino a Nürburgring en un MINI John Cooper Works Clubman
Vivir las 24 Horas de Nürburgring entre los aficionados y los pilotos, respirando su pasión y empapados por su arraigada cultura de la automoción, nos hizo comprobar de primera mano que este fin de semana marcado en el calendario cada año es mucho más que una carrera de resistencia: la épica y las leyendas que rodean al Infierno Verde se quedan cortas.
La adrenalina ya venía con nosotros desde el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas y nos acompañó a nuestra primera parada en Alemania: Múnich. Aquí pudimos hacer una breve visita a las -impresionantes- instalaciones del Grupo BMW, donde nos esperaba el coche en el que nos desplazaríamos al circuito.
En nuestro caso, se trataba de un MINI John Cooper Works Clubman con motor 2.0 l de 4 cilindros, 306 CV y acabado tope de gama. A medida que se acercaba la hora de llegada en la pantalla del navegador, las revoluciones iban subiendo y las pulsaciones en el Smartwach también. Junto a nosotros, viajaba un hot hatch.
Los tramos de autobahn con la música de fondo saliendo por los altavoces Harman Kardon nos pusieron una sonrisa de oreja a oreja que ni las obras que nos encontramos en el trayecto o la lluvia torrencial que hizo acto de presencia consiguieron borrar.
El coche tiene un comportamiento dinámico intachable, es súper cómodo, tiene unos acabados perfectos en materiales de alta calidad y va cargado de chucherías, como los asientos calefactables, las levas en el volante o tecnología de seguridad y conectividad a la última. Además de ser extremadamente divertido de conducir, hizo que el viaje nos pareciera demasiado corto.
Nada más llegar a Nürburg quedamos impresionados por el paisaje. El pueblo, rodeado por un vasto bosque de árboles inmensos, comparte nombre con el castillo que lo corona, que además de tener una historia de más 800 años es el más alto de la región y ofrece unas vistas incomparables de las montañas de Eifel.
Reina la calma antes de la tormenta. La iglesia de San Nicolás y las casitas de cuento con los pájaros cantando de fondo aportan un curioso contraste con el olor a gasolina que se empieza a respirar y con el sonido de los deportivos de alta gama que empiezan a proliferar por la zona, coincidiendo con el comienzo de las carreras previas al gran evento.
Llegamos al Basecamp de MINI, que será nuestro particular ‘centro de operaciones’ y de descanso intermitente este fin de semana. Creado con muy buen gusto alrededor de una gran carpa central, estaba situado en una zona privilegiada en los alrededores de la recta de atrás del circuito, frente a la sección “Antoniusbuche”.
No faltaba de nada, pues albergaba desde contenedores de madera equipados para dormir hasta una barbacoa, pasando por grandes pantallas para disfrutar de la carrera en directo, incluso un peculiar gimnasio muy retro, con máquinas de madera y mancuernas de cuero.
La nostalgia se apoderó del trazado cuando se disputaba la preciosa “BMW M Race of Legends”, una carrera muy particular en la que famosos ex pilotos de BMW, a bordo de algunos de los coches de carreras más especiales de la historia, deleitaron al personal con motivo del 50 cumpleaños de la división más prestacional de la marca alemana.
Después llegó el vibrante ‘Top 20’ para establecer posiciones de cara al gran día. El atardecer alrededor de la hoguera con las primeras luces tintineando al ritmo de la música chill out, mientras compartíamos primeras impresiones con compañeros de la prensa internacional, fue mágico.
El circuito: su historia, la leyenda que lo rodea y el significado de las 24 horas
Llegando al amanecer del sábado, difícilmente podíamos dormir. Nervios, ganas, y una tremenda ilusión mantenían mente y cuerpo demasiado activos como para eso.
Nos dimos unos cuantos paseos en solitario para tener fichados los mejores sitios donde divisar a los coches pasar, como “Tiergarten” o el puente más cercano al Basecamp, uno de los seis que atraviesa el imponente trazado. Lo cierto es que al ser tan sumamente largo, hay muchos puntos donde poder apostarse a disfrutar de la carrera.
En cada rincón del "Ring" se respiran los casi 95 años de carreras, victorias legendarias y dramas históricos que conforman la historia de Nürburgring. Inaugurado en 1927, Nordschleife sigue siendo a día de hoy uno de los circuitos más bellos y desafiantes del mundo.
Aquí brilló Juan Manuel Fangio en su Maserati en tres ocasiones, también Stirling Moss contra von Trips en el 61. Jackie Stewart fue quien bautizó el trazado como “Infierno Verde” antes de hacerse con la victoria del GP de Alemania el 4 de agosto de 1968 y el piloto belga Jackie Ickx lo convirtió en un circuito de peregrinaje para sus fans.
El 1 de agosto de 1976 marcó el final de Nordschleife como pista de carreras de Fórmula 1, debido al trágico accidente en el que Niki Lauda casi pierde la vida en el tramo entre Ex -Mühle y Bergwerk cuando su coche salió ardiendo tras un accidente.
Ya en la década de 1980 el trazado se transformó a su estado actual, y para la carrera de las 24 Horas de Nürburgring se suman los trazados del circuito de GP y el de Nordschleife, cuyo resultado es un impresionante recorrido de 25,378 km.
Tiene 170 curvas, resaltos y desniveles superiores a los 300 m, estrecheces donde hay que ceder el paso a los coches de categoría superior y pianos traicioneros que te pueden dejar fuera en una fracción de segundo.
Por no hablar del factor meteorológico. En un circuito tan extenso, puede haber diferente temperatura y circunstancias en los diferentes tramos, por lo que la experiencia y la estrategia son fundamentales, pero también la intuición del equipo, la destreza del piloto… y la suerte. Así, muchos pilotos lo definen como “la montaña rusa más peligrosa del mundo”.
En esta pista se va a muerte y hay un nivel muy alto en parrilla para la carrera por excelencia. Solo para poder correrla en la actualidad hace falta sacarse una licencia concreta (“Nordschleife Permit A”) y rodar en unos tiempos específicos.
Para ello hay que correr en dos pruebas del campeonato VLN y completar un mínimo de vueltas. Eso supone mucho esfuerzo, un desembolso considerable y acudir varias veces a Nürburgring para completar todo el proceso. Y la normativa es muy estricta.
Además, cada cierto tiempo se hacen pruebas aleatorias en forma de examen teórico a los pilotos, tipo test. Hay tres oportunidades para aprobar sin fallos, y si no lo consigues no eres apto para correr las 24 horas en el Infierno Verde.
El protagonista del fin de semana
El MINI John Cooper Works especialmente preparado para su categoría por los especialistas de Bulldog Racing, con sede en la región alemana de Eifel, lucía verdaderamente espectacular y destacaba entre el resto de coches de su categoría tanto por sus colores como por sus formas.
Para ajustarse a la normativa de la categoría SP3T -que comprende coches derivados de producción con motores turbo de hasta 2.0 l como máximo- se pueden realizar modificaciones en elementos como la suspensión, el depósito de combustible o la implementación de elementos de seguridad.
En cambio, el motor o la caja de cambios no se pueden modificar.
Así, en el exterior, el dorsal #112 lleva un kit aerodinámico específico que incluye, entre otros, un alerón trasero ajustable y sobredimensionado, bajos completamente carenados y un splitter delantero que cumple la doble función de mejorar la carga aerodinámica y canalizar el aire a través de los apéndices incorporados a los pasos de rueda.
Este JCW, muy parecido en estética exterior al GP, también incorporaba nuevas suspensiones de competición con amortiguadores ajustables y frenos firmados por BMW M Performance.
Además, fue despojado de todo lo superfluo tanto en el exterior como en el interior: para rebajar el peso al imprescindible incluso se instalaron cristales de policarbonato de Makrolon.
En persona impresionaba especialmente el habitáculo, con cambios estéticos importantes y lógicos respecto al coche de serie, para cumplir con su cometido. Todo gira en torno al puesto del conductor, ocupado por un asiento OPM HTE-R acorde a la normativa de la FIA.
Además de los pedales o el volante de competición con levas, detrás del asiento se sitúa un depósito de combustible con 100 l de capacidad en lugar de los 44 l que tiene el original. Bulldog Racing también ha incorporado una jaula antivuelco de máxima seguridad de color rojo.
Pasión, sudor y resiliencia hasta el último momento
La carrera no comenzaba hasta las 16:00 horas del sábado, pero desde primera hora de la mañana, tanto el pueblo como el circuito era un hervidero de gente. El ambiente en los alrededores de la pista era indescriptible: no cabía un alfiler. Las sonrisas eran contagiosas, la emoción también.
Más de 230.000 acudieron al circuito, más todas las personas que se apostaban en los alrededores, organizándose con todo lo necesario para disfrutar de la carrera. Campamentos y aparcamientos repletos de caravanas, remolques, tiendas de campaña e incluso sofás, barbacoas, neveras… no faltaba detalle.
Familias enteras, incluso con niños muy pequeños, vestían los colores de sus equipos y buscaban a sus pilotos favoritos en los boxes para poder sacarse una foto y desearles suerte. Como estos son compartidos por varios equipos, en muchos de ellos se mezclaba la gente que estaba trabajando en sus coches, con los propios pilotos y los aficionados.
Además, a las 14:00 de la tarde se permitía el acceso a pista para poder ver de cerca los coches, y nosotros tuvimos oportunidad tanto de saludar a los pilotos españoles que competían el fin de semana, como de ver en primera persona a nuestro favorito para la carrera… el MINI responsable de nuestra presencia allí.
Mientras que los grandes equipos se prepararon para la carrera con un importante arsenal compuesto por personal y materiales, Bulldog Racing sacó al MINI JCW casi directo de la pila bautismal.
Teniendo en cuenta que hasta septiembre del año pasado no se dio luz verde al proyecto, estaba claro que no todo podía ir sobre ruedas, y menos después de los problemas técnicos que sufrieron en las rondas clasificatorias.
Pero si algo tenía el quipo era determinación y una actitud incansable, y los mecánicos estaban preparados. También los pilotos Uwe Krumscheid (GER), Jens Dralle (GER), Danny Brink (GER), y Markus Fischer (AUT), que en total habrán recorrido aproximadamente 712.500 km en el Nordschleife y han tomado la salida un total de 29 veces en la Eifel Endurance Classic.
Markus Fischer fue el encargado de conducir el primero, e inmediatamente se vio envuelto en tensas luchas por las posiciones. En este circuito no es fácil adelantar, es muy estrecho y hay lugares muy concretos -y muy pocos- para hacerlo.
Esto se une a que los coches más rápidos de categorías superiores se encuentran enseguida con los más pequeños, mientras luchan por cada centésima de segundo con un cuchillo entre los dientes. Van "acosando" y dando las luces insistentemente, y toca apartarse en cuanto se pueda, como se pueda. La tensión llega hasta las gradas.
Así, la acción es máxima desde la primera vuelta y los primeros accidentes no tardaron en llegar. Fischer tuvo que evitar varias escaramuzas con el MINI y fue ligeramente golpeado en una ocasión, pero aguantó.
Danny Brink pudo adelantar posiciones en su turno, y cuando Krumscheid se puso al volante en la vuelta 16 el #112 ya luchaba por el quinto puesto en la potente clase SP3T.
Cuando cae la noche en pleno bosque, la carrera se vuelve aún más dura. La oscuridad es densa, se pierden referencias y el cansancio hace mella.
La alegría del equipo solo duró hasta la vuelta 40, cuando el MINI fue golpeado de nuevo por un competidor en el lado del conductor, que ya estaba maltrecho por una segunda colisión vueltas atrás. Esta vez, el impacto causó daños graves.
En los boxes, rápidamente quedó claro que este nuevo accidente hacía imposible continuar de forma segura.
La decisión del equipo fue unánime y el MINI John Cooper Works de Bulldog Racing quedó fuera de la carrera. Lamentablemente, lo remolcaron hasta el campamento donde todos pudimos ver de cerca sus cicatrices de guerra en un mar de sentimientos encontrados.
Por un lado, nos abordaba la pena por el equipo y la rabia de no ver al coche terminar. Por otro, éramos conscientes de que haber llegado hasta ahí en el Infierno Verde ya era toda una victoria.
Cuando 'te pica el bicho' ya no hay marcha atrás
Tras despedirnos del valiente #112, tocaba emprender el camino de vuelta y el sueño tocaba a su fin. Ni siquiera habíamos puesto un pie en el aeropuerto de Múnich, ni mucho menos habíamos tenido tiempo de asimilar todo lo vivido – y aún no lo hemos conseguido- cuando ya estábamos pensando en cómo sería volver la próxima vez.
Los bramidos de los motores a más de 250 km/h entre los árboles seguían resonando en la mente y en el pecho, poniéndonos los pelos de punta. La ropa seguía oliendo a las barbacoas portátiles de los aficionados del impresionante e innacesible sector de Fuchsröhre y los ojos escocían de estar tantas horas seguidas fijándose en cada detalle y cada dorsal.
Y es que cada vez que los cerrabas, aunque fuera un momento, había pasado algo interesante. El frío húmedo de la madrugada a pie de recta seguía metido en los huesos, y la sonrisa seguía ahí, inalterable desde el viernes a primera hora de la mañana.
Si un circuito y una carrera tan magnética tiene el poder de hacerte sentir tantas cosas como aficionado en unas horas, nunca alcanzaremos a entender qué se pasa por la mente de los pilotos (aká semidioses del asfalto después de haber visto lo que vimos allí) cuando están al nivel de exigencia del “Ring” segundo a segundo dándolo todo no solo por ganar, sino por acabar las 24 horas.
No importa si has ido a otras carreras míticas como las 24 horas de Le Mans, o has visto infinidad de vídeos con todo tipo de vehículos rodando por el enrevesado trazado (algo que no es inusual el resto del año). Nada tiene comparación con esto.
Laurens
Y si no, que se lo pregunten a Laurens Vanthoor, que siendo vencedor del año pasado, se quedó fuera de la carrera cuando apenas faltaban unas horas para el final… por un pique con su propio hermano que se le fue de las manos. Arrepentido, pidió disculpas después: “Mis emociones se apoderaron de mí y mi cerebro dejó de funcionar”, dijo.
Ya lo decía “la Reina de Nordschleife”, Sabine Schmitz, quien creció a escasos 300 metros de Nürburgring en el hotel y el restaurante de sus padres y durante más de tres décadas llevó al límite todo tipo de vehículos en su preciado trazado, no solo en las carreras: “vivimos por y para el circuito… es lo nuestro”.
En total dio más de 33.000 vueltas a la pista y estuvo estrechamente vinculada al circuito que ahora lleva una curva con su nombre.
Es curioso que el mismo sentimiento es el que nos transmitieron todos los pilotos españoles participantes en esta edición, con los que tuvimos la suerte y el placer de compartir impresiones antes de la carrera.
Tanto Andy Soucek, como Álvaro Fontes, Guillermo Aso, Carlos Arimon, o Mikel Azona, en diferentes conversaciones y momentos del fin de semana nos confesaron que, alguna vez, estando en la soledad del coche en plena vorágine de la carrera se habían preguntado “qué demonios hacían allí jugándose la vida”… pero siempre vuelven, porque para ellos, es el circuito más emocionante del mundo.
Jackie Stewart, tras una de sus victorias en el trazado alemán, dijo: “Las cosas te pueden salir bien o no, puedes ir rápido o no, pero el que diga que ama Nürburgring, o miente o no ha ido lo suficientemente rápido” .