Ser piloto de carreras. Correr en coches. Esos han sido históricamente los sueños de muchos aficionados al automovilismo, sueños por lo general difíciles de alcanzar por el desembolso económico que hay que hacer para cumplirlos. Nosotros hemos cumplido ese sueño de correr una carrera de coches con una fórmula que, si bien no está al alcance de cualquiera, es de lo más económico que se plantea hoy en día para quien quiera correr en circuito.
Así vivimos desde dentro un fin de semana en la Copa Lurauto MINI.
El mundo de la competición automovilística, al igual que el sector del automóvil en general, ha vivido una gran transformación en los últimos años, en algunos casos a peor y en otros a mejor. Esa transformación a peor tal vez sea más palpable en España en el ámbito de la competición que a nivel internacional. En otros mercados como Alemania, Francia o Reino Unido, la competición en circuitos parece tener mejor salud que en nuestro país, con carreras todos los fin de semana y miles de aficionados que acuden a su cita incondicional con la competición, sea del nivel que sea y se dispute en el circuito que se dispute.
Me viene a la mente un grato recuerdo de mi juventud. Cada semana bajaba religiosamente al kiosco a comprar las revistas de coches. Los lunes AutoHebdo Sport, los martes llegaba Autopista y luego, a finales de mes, llegaban las mensuales como Automóvil, por citar algunas. En ellas, aparte de las pruebas de los coches más espectaculares del mundo, también se dedicaban páginas y páginas a una modalidad de automovilismo que hoy parece haber desaparecido en España: las copas monomarca.
Durante años las Copas Hyundai Coupé, Copa Citroën AX, Copa Saxo, Copa Clio (una de las pocas que sobrevive), la Copa Hyundai Getz o la MINI Challenge marcaron los fin de semana de actividad en los circuitos de toda España conviviendo con otros campeonatos con parrillas muy nutridas, como las del Campeonato de España de GT, el Campeonato de España de Turismos o la Fórmula 3 por citar algunas.
Por concepto, las copas monomarca suponían fórmulas muy atractivas a todos los niveles: coches idénticos, costes ajustados y emoción en pista asegurada por la igualdad mecánica. Las marcas apostaban por estos formatos como un escaparate más para generar imagen de marca y, en consecuencia, vender más coches. El Motorsport estaba en los planes de marketing locales.
Luis Miguel García, dueño del grupo de concesionarios BMW y MINI Lurauto, con bases en Gipuzkoa y Navarra tiene claro que hoy en día, es difícil que una marca se decida por desarrollar una copa monomarca a nivel nacional en España. Los motivos pueden ser muy diversos, desde la falta de conocimiento de las posibilidades que ofrece el mundo de la competición hasta la falta de soporte a nivel internacional por parte de las centrales de las marcas.
Tal vez por eso, ellos mismos como grupo de concesionarios se han lanzado a desarrollar un concepto propio de copa monomarca, una fórmula relativamente accesible que cuando se ponga definitivamente en marcha en 2020, permitirá correr y disfrutar con unos costes bastante asequibles.
La base de un MINI Cooper
El coche base para la copa que está desarrollando Lurauto es el MINI Cooper de tres puertas. Se trata de un modelo con una mecánica sencilla y accesible. Poco en común con la desaparecida MINI Challenge que se corrió en nuestro país durante muchos años con los MINI John Cooper Works y mucha preparación tanto mecánica como aerodinámica y por tanto, con unos costes muy superiores a esta propuesta.
El MINI Cooper de la copa es un modelo "muy de serie", tal y como nos cuentan los responsables de su desarrollo. Como base toma el modelo con motor 1.5 de tres cilindros, un motor turboalimentado que de serie entrega 136 caballos y que tras pasar por una pequeña preparación principalmente a base de electrónica, aseguran que entrega en torno a los 180 caballos.
No olvidemos que ese bloque se monta en coches como el BMW i8 con algunas modificaciones y llega a entregar 231 caballos. Posibilidades para sacarle más potencia hay, pero también hay que buscar el equilibrio entre prestaciones y fiabilidad en carrera.
Y es que a decir verdad, no se echa en falta potencia en el MINI Cooper cuando estás en un trazado tan exigente como el Circuito del Jarama. El coche cuenta con cambios en la suspensión, ya que monta muelles y amortiguadores de competición. También se ha montado un equipo de frenos de carreras con latiguillos metálicos.
Las llantas se han reducido una pulgada respecto a las que trae el coche de calle, pasando de 16 a 15 para abaratar costes y mejorar dinámica. Lleva llantas de competición Braid y neumáticos slick, que sin duda marcan una gran diferencia respecto a unos neumáticos de calle.
Por lo demás, en el interior del coche se ha eliminado lo justo y necesario. Así, los MINI Cooper de la copa mantienen el salpicadero original, el volante de serie e incluso el climatizador. Menos mal que estaba ahí, sobre todo cuando tocó salir a pista con 32 grados de temperatura ambiente. Sí, admito que mientras esperaba la luz verde en la parrilla de salida, tenía el aire activado.
Por supuesto, el asiento es un baquet de competición, con su respectivo arnés de cinco puntos. De la seguridad se encarga un entramado de barras antivuelco, arco de seguridad, red de protección, el desconectador de corriente o el extintor manual homologado, todo ello cumpliendo con los estrictos requisitos de la FIA.
Haciendo números
Antes de contaros las sensaciones que vivimos durante el fin de semana compitiendo con el MINI Cooper en el certamen del Cameponato de España de Resistencia, hay que hablar de números porque como decíamos, esta pretende posicionarse como una copa de promoción muy atractiva a nivel económico.
Los números son bastante sencillos. Si quieres comprar un MINI Cooper para correr, su precio es de 32.000 euros. Este precio incluye matriculación y todo el material que se le ha desmontado al coche de calle para convertirlo en un coche de carreras, por si una vez terminada la temporada quieres pasarlo de nuevo a coche de calle.
Hay otra fórmula que tal vez sea la más atractiva: puedes pagar una entrada de 10.000 euros y 36 cuotas mensuales de 398 euros. Si tenemos en cuenta que el coche se puede compartir entre dos pilotos, cada uno debería pagar 5.000 euros de entrada y 199 euros al mes. ¿Verdad que así suena más asequible? Pasadas tres temporadas, Lurauto te ofrece una recompra del vehículo asegurada por 11.800 euros.
Ese es el precio del coche, luego has de sumar todo lo que tú te quieras gastar por carrera, ya sea en equipo, mecánicos, neumáticos, etc. El punto positivo lo encontramos en que, al tratarse de un coche casi de serie, los recambios son los mismos que puedes encontrar para un MINI Cooper de serie y Lurauto ofrecerá servicio en los circuitos donde participen el próximo año.
La Copa
Aunque como nos decía Luis Miguel García, impulsor y motor de esta iniciativa, todavía hay muchos detalles por definir en cuanto a nombre oficial, premios por carrera, patrocinadores, etc, lo que es seguro es que el campeonato en 2020 se compondrá de diez carreras que se disputarán en el Circuito del Jarama, Los Arcos (Navarra), Motorland (Aragón), Cheste y Jerez de la Frontera.
Cada fin de semana habrá dos carreras de 50 minutos con relevo o parada obligatoria de 80 segundos para los que decidan correr de forma individual. Antes habrá tandas de entrenamientos libres y clasificatorios. Los premios y primas se definirán más adelante.
Durante este año el equipo de Lurauto ha estado trabajando en el desarrollo de los coches y participando con ellos en algunas carreras del CER, como la que se disputó recientemente en el Circuito del Jarama. Nosotros tuvimos oportunidad de probar el coche en competición real, con todo lo que ello supone.
Mamá, voy a correr en una carrera de coches
Desde que recibí la llamada del equipo Lurauto para ofrecerme vivir la experiencia de competir en esta nueva copa, admito que el cosquilleo del estómago comenzó y no se fue hasta el domingo cuando pasamos por debajo de la bandera a cuadros que ponía el punto y final a la segunda carrera.
Tuve que sacarme la licencia para poder competir, algo que puedes hacer en las federaciones autonómicas o en la nacional. Dependiendo de si vas a participar en una sola prueba o en varias, los precios de las licencias varían desde los 160 euros hasta los 700 euros. Para obtenerla también has de conseguir un certificado médico y psicotécnico que confirme que tienes unas facultades básicas como para subirte a un coche de carreras y salir a pista a pelear por cada centímetro de asfalto con otros 40 coches y pilotos.
También has de tener una equipación homologada, formada por ropa interior ignífuga (sotocasco, camiseta, pantalón y calcetines), mono, botines, guantes, casco y el correspondiente Hans. En mi caso hice una llamada a un amigo, otra a otro y en dos días tenía todo. Gracias Dani Cuadrado.
Así, casi sin darme cuenta, estaba el viernes por la tarde tras salir de trabajar camino del Circuito del Jarama para pasar las verificaciones administrativas. Allí comprueban que tienes todos los papeles en regla, que has formalizado la inscripción en esta prueba, que la ropa cumple con los requerimientos y listo. Una firma y estás listo para competir.
Al día siguiente, llegué al Jarama casi una hora antes de la hora acordada. Admito que apenas dormí esa noche, los nervios de las carreras estaban a flor de piel. Por suerte al llegar al trazado madrileño, el sol comenzaba a calentar el ambiente y la temperatura era más que agradable, presagiando un día perfecto para lo que íbamos a hacer, correr.
Nuestro coche participa en la segunda categoría del CER, la 2-3. Menos mal que dividen la parrilla en clases, porque no quiero imaginarme en la pista con nuestro discreto (que no lento) MINI Cooper mientras nos adelantan a toda velocidad los SEAT León TCR o los GT de la clase reservada a los coches más potentes.
Disponíamos de un MINI Cooper de color rojo con el número 91 en las puertas. En la ventanilla posterior mi nombre y el de José Manuel Alonso, más conocido como "Pepus" ilustre periodista de motor que escribe en Marca Motor y El Mundo, un viejo amigo con quien tendría el placer de formar equipo durante todo el fin de semana.
En total Lurauto alineó en el Jarama 12+1 coches, cinco de ellos para periodistas de distintos medios. Sí, dentro de la copa iba a haber una sub-copa de periodistas de motor que pretendían ser pilotos por un día, aunque algunos de ellos llevaban muchas carreras a sus espaldas. Os sonarán nombres como el de Juan Ignacio Eguiara, director de Automóvil, Fernando Gómez Blanco, director de Centímetros Cúbicos, Carlos de Miguel de La Razón, Kike Ruiz de AutoBild o Rafa Cid de AutoHebdo Sport entre otros.
Pepus y yo tenemos una estatura muy similar, por lo que fue relativamente sencillo encontrar la postura al volante que gustase a ambos. Nos ayudaron nuestros mecánicos, Alain e Iker, que forman parte del equipo de mecánicos en prácticas que acompañan el desarrollo y pruebas de los coches durante esta temporada y cuyo papel es fundamental para que todo funcione a la perfección. El automovilismo es un deporte en equipo, aunque a veces uno se olvida.
Decido salir yo a pista en la primera sesión de entrenamientos libres. Lo primero que hay que hacer es meterle temperatura a los neumáticos para que tengan el agarre necesario. Lo segundo, ir cogiéndole el tacto al coche, que desde el primer momento se mostró muy asequible y fácil de llevar.
En este sentido admito que había infravalorado al MINI Cooper de Lurauto. El coche corre bastante más de lo que esperaba, tanto que llegábamos a final de recta a velocidades de en torno a 215 - 220 km/h.
Por lo demás, es un coche muy sencillo de pilotar. Frente a lo que ocurría con el MINI Challenge, el eje posterior de este va muy por el sitio y una vez que los neumáticos han alcanzado temperatura, no hay quien descoloque la trasera.
Las suspensiones mantienen el coche firme, los frenos parecen suficientes y con resistencia a las altas temperaturas. El secreto iba a estar en saber interpretar cómo había que pilotar este coche para conseguir buenos tiempos.
Motor turbo
El 1.5 tricilindrico del MINI Cooper es un motor turboalimentado. Eso condiciona el estilo de conducción, ya que has de ser capaz de mantenerlo el máximo de tiempo en el régimen en el que el turbo actúa, que es donde el coche da lo mejor de sí.
Comenzamos haciendo tiempos bastante discretos, en torno a los dos minutos y cinco segundos por vuelta. A medida que las vueltas pasaban, los cronos iban bajando y a final de la primera tanda de entrenamientos libres ya habíamos bajado por algunas décimas de los dos minutos por vuelta.
Poco a poco nos fuimos dando cuenta de que el sistema de frenos permitía apurar mucho más las frenadas. Ahí estaba una de las claves para que los tiempos saliesen, frenar mucho el coche antes de la curva, levantar el pie del pedal, dejarlo girar y no dar gas hasta que tuviésemos de nuevo el volante recto y el coche en la trayectoria correcta.
Si dabas gas con demasiado ímpetu antes de tener el coche recto, lo único que ibas a conseguir era una pérdida de motricidad constante del eje delantero, con el consiguiente riesgo de destrozar los neumáticos slick en solo unas vueltas.
Con 260 Nm de par desde muy abajo, era sencillo caer en el error de hacer algunas curvas en una marcha más corta de lo realmente adecuado. Durante la sesión de clasificación, que era de solo 15 minutos, estuve probando varias opciones usando segunda o tercera en las curvas más lentas como final de recta, Le Mans o después de la frenada de Bugatti.
Sin apenas darme cuenta, la sesión de clasificación para la primera carrera, que tendría lugar el sábado por la tarde, había terminado. Volví a boxes y cuando me dieron los tiempos, no podía creer lo que veían mis ojos. "Oh no, he vuelto a rodar en 2:01".
Admito que me frustré un poco por haber ido atrás en los tiempos. Por suerte, iba a ser mi compañero Pepus quien iba a hacer la salida y la fase inicial de esa primera carrera, programada a 48 minutos más una vuelta. A mitad de carrera haríamos relevo y me tocaría a mí acabar.
En carrera todo pasa muy rápido
Se da la salida lanzada y desde una de las terrazas de encima de los boxes veo las evoluciones de Pepus al volante de nuestro coche número 91. Estaba el una divertida pelea con otros MINI y con los Ford Fiesta, que eran los otros rivales en nuestra clase. Los nervios iban en aumento y tal vez por eso el momento de la parada en boxes llegó mucho antes de lo que pensaba.
Me pongo el casco, el hans y no puedo estar quiero en el box. Son momentos de mucho nerviosismo y no consigo evadirme y concentrarme. Eso también se entrena y está claro que yo no lo había hecho. Veo a Alain, uno de nuestros mecánicos acercarse al muro y sacar la pizarra que marcaba ''91 Box. En dos minutos estaría dentro del coche.
Salgo al pit lane y veo entrar nuestro coche. La línea de boxes tiene la velocidad limitada a 60 km/h y se hace eterno verlo venir. Por fin llega, los mecánicos se tiran a abrir la puerta, revisar presiones de neumáticos. Pepus se desabrocha los arneses, abre la puerta y me da el relevo diciéndome que "el coche va de p... madre. Disfruta".
Se me hizo eterno el tiempo que tardé en colocarme los arneses, cerrar la red de la ventanilla y salir a pista. Solo los mecánicos y el otro piloto pueden tocar el coche durante la parada en boxes. Si algún otro mecánico hiciese algo, los comisarios que vigilan podrían descalificarnos.
Por fin estoy atado y salgo a pista convertido en un manojo de nervios. Por suerte, el primer acelerón el línea recta me sirve para eliminar esa tensión acumulada y para mí digo "Vamos Héctor, a hacerlo bien y disfrutar". Una vuelta, dos, tres. Que si freno a final de recta a 150 metros de la curva, que si me atrevo a pasar por Varzi a fondo, que si hago la previa a la hípica a fondo. Venga, parece que las ruedas no están muy castigadas y hasta me atrevo con Bugatti a fondo.
Estoy disfrutando como un enano y solo el tremendo calor y la tendencia que tengo a sudar en exceso me desconciertan un poco. Pronto me encuentro pasando por la recta bajo la bandera a cuadros. Si os digo la verdad, no se exactamente el resultado de esa carrera, pero estoy seguro de que no lo hemos hecho mal y lo que es más importante, me he divertido como hacía mucho tiempo que no me divertía. Mañana más.
Salir el último y no poder acabar último
La segunda carrera del fin de semana se disputaba el domingo a mediodía, justo antes de la hora de comer. Había liado a mi familia para que me viniesen a ver. Estas visitas cuando te pones el mono de piloto solo de vez en cuando, hacen especial ilusión.
De lo que no era consciente era de que la clasificación que había hecho en los entrenamientos cronometrados del día anterior me iban a hacer salir último. Sí, último en la parrilla. Eso añadía un punto de presión extra al hecho de que nunca, jamás, me había enfrentado a una salida de una carrera.
En el CER se hace salida lanzada. Una vez que el coche de seguridad se retira, empieza la acción y toca dar gas a fondo. Nunca jamás podría haberme imaginado el subidón de adrenalina que es llegar a la curva de final de recta y tener que pelear con otros tantos coches por entrar por el sitio.
Lo mismo digo de las primeras curvas con muchos coches alrededor y todos haciendo malabarismos para no tocarnos e ir más o menos por el sitio. Este creo que ha sido uno de los mayores subidones de adrenalina que he vivido en un coche en toda mi vida.
Poco a poco, la caravana de coches se va separando y cada uno va ocupando su sitio. Veo como uno de los MINI hace un trompo. Es Mario Herraiz de Diariomotor y creo que llevaba las ruedas demasiado frías. Uno menos.
En las siguientes vueltas llevo una entretenida lucha con el MINI Cooper azul de Luis Miguel García, propietario de Lurauto, y con Kike Ruiz, redactor de AutoBild. Uno pasa al otro, el otro se le cuela por dentro, uno falla un cambio y se queda atrás. Esto es divertidísimo.
También me doy cuenta de que vamos dando alcance poco a poco a dos Ford Fiesta que se van ralentizando. Un poco de lucha con ellos mientras intentan mantener la posición, pero terminamos pasándoles de forma limpia. Es más, uno de ellos hace un trompo y acaba estrellado contra las barreras justo delante de mí. El ritmo de los tres MINI pegados era ya bastante alto.
En una curva, uno de los compañeros se va largo y acaba en la tierra. Veo por el espejo retrovisor que por suerte puede volver a pista, pero lo hace muy atrás. También veo que los líderes comienzan a acercarse por detrás para doblarnos. Ese es uno de los aspectos más complicados de gestionar en carrera, cómo facilitar el paso a un piloto de otra categoría que es más rápido que tú y hacerlo sin perder demasiado tiempo.
Dejamos que el MINI Challenge de Borja Hormigos y Héctor Hernández, que venía peleando con un Peugeot RCZ por el liderazgo de la categoría, pasen entre los dos MINI Lurauto a la salida de al hípica. Solo quedábamos dos coches idénticos peleando uno con otro por conseguir acabar delante. Una pasada en la apurada de Bugatti, el otro me la devuelve en la siguiente curva y llegamos a la recta a escasos centímetros.
Pie a fondo, nos pegamos al muro y llegamos al punto de frenada a 215 km/h. Toca parar los coches y tapar el hueco. Yo por suerte iba detrás y el plena frenada me tiro hacia el interior. El compañero que iba en el otro MINI me ve, pero se va largo en la frenada y llega a salirse a la tierra. Bien, he ganado otra posición.
Igual que había ocurrido el día anterior mientras esperaba mi turno en boxes, la llamada para entrar a realizar el relevo llega antes de lo esperado. Entrego el coche a Pepus habiendo ganado 8 posiciones y satisfecho del ritmo que llevábamos.
Pepus hizo un trabajo excelente, llevando el coche hasta el final de carrera y manteniendo la posición, todo ello a pesar de que los neumáticos llegaron a las lonas en pista, a que los frenos se calentaron mucho y a que la carrera, fue más disputada que la del día anterior.
Una experiencia vital
La vida se compone de experiencias, y ésta sin duda ha sido una que jamás olvidaré. No se si volveré a correr algún día, así que este fin de semana en la Copa Lurauto MINI se queda como un sueño cumplido, dos días en los que he vivido experiencias únicas, sensaciones que en el día a día uno no experimenta.
El vínculo con todo el equipo Lurauto que nos hicieron sentir como en casa, la atención constante de nuestros mecánicos Iker y Alain, la rivalidad que emerge en la pista, la complicidad con mi compañero de equipo, el orgullo por no terminar último, la competitividad por conseguir ese hueco en cada curva que te permita adelantar un rival. Esto es competición y por eso nos gusta tanto.
Fotos | Producciones Alcobendas | Downforcearts En Motorpasión | El árbol genealógico de la Fórmula 1: cómo Mercedes un día fue Honda y BMW se convirtió en Alfa Romeo | Supercar Owners Circle, visto desde dentro: espectaculares carreras de aceleración con los coches más absurdamente caros