Esta la historia del Cannonball, una carrera ilegal que impulsaron dos periodistas de la revista 'Car and Driver', como protesta popular contra los límites de velocidad que en su día decidieron imponer los Estados Unidos en sus carreteras.
"Sólo hay una regla: no hay reglas". Esa fue la máxima del último Cannonball de la historia. Poco después, más de 40 coches y motos se lanzaban al asfalto, en una carrera de Nueva York a California con la única intención de ver quién llegaba primero y echarse unas risas.
'Los locos del Cannonball' ('The Cannonball Run') no es solo una emblemática comedia de los años 80, con Burt Reynolds, Dom De Luise, Farrah Fawcett, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Roger Moore y Jackie Chan. Esa carrera ilegal existió realmente, y además muchas de las locuras y personajes que se ven en la película reflejan lo que sucedió.
Steve Smith y Brock Yates eran dos periodistas de 'Car and Driver'. En una época marcada por las protestas contra la guerra de Vietnam, el movimiento hippie y las acciones anticoche del activista Ralph Nader, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Clean Air Act, una ley que imponía un límite de velocidad en las Interstates, las autopistas interestatales, para reducir la contaminación.
De esta forma, las Interstates tendrían por primera vez un límite genérico unificado: 55 mph (88 km/h). Para Smith y Yates, cruzar el país usando aquellas autopistas a toda mecha era más que un acto de rebeldía contra una ley que consideraban injusta. Su objetivo era demostrar que un buen conductor con un coche bien mantenido podía viajar rápido sin ser un peligro.
Smith y Yates maduraron su plan y eligieron para designar aquella carrera el nombre del primer loco que estableció un récord cruzando Estados Unidos de costa a costa: Erwin George “Cannon Ball” Baker.
Baker había establecido toda clase de récords recorriendo Estados Unidos de punta a punta antes de la Segunda Guerra Mundial, ya fuera en motos, coches, deportivos, camiones o tanques. Y lo hizo con una única premisa: “No record, no pay”. Vamos, que si no conseguía el récord no cobraba.
Los orígenes de la carrera Cannonball
Según explican Smith y Yates, la idea de la carrera era muy simple. Los participantes saldrían del Red Ball Parking Garage, situado en la calle 31 de Manhattan. Allí era donde los periodistas de 'Car and Driver' aparcaban los coches que les prestaban los departamentos de Prensa de las marcas para pruebas. La meta estaría en el Portofino Inn (Redondo Beach, California). Aquel era un lugar donde solían hacer parada muchos pilotos de competición.
Y el recorrido debería realizarse en el menor tiempo posible, claro. El cronometraje se haría forma sencilla, utilizando los tickets de cada parking para determinar cuál sería el tiempo transcurrido entre la salida y la llegada de los participantes.
El nombre definitivo de la carrera sería uno de los más largos posibles: “Cannonball Baker Sea-to-Shining-Sea Memorial Trophy Dash”. Y, por alguna razón que Yates no recuerda, el apodo de Erwin George “Cannon Ball” Baker quedó unido por error en una sola palabra: Cannonball.
Mientras tanto, Steve Smith había dejado 'Car and Driver' y había fichado por la agencia de publicidad J. Walter Thompson, pero su rebeldía seguía intacta. Hablando con otros periodistas y con algún que otro famoso, todos parecían estusiasmados con la idea de celebrar una carrera así, pero a la hora de la verdad, todos se echaban para atrás.
Enfrentándose a la posibilidad de que la carrera no llegara a celebrarse, Smith y Yates decidieron intentar el récord de todos modos en 1971. Para ello contaron con una furgoneta Dodge Custom Sportsman equipada con un motor V8 de 5.9 litros y 225 CV. Era un vehículo prestado por el departamento de Prensa de Dodge y equipado a posteriori con asientos baquets Scheel, llantas de aleación Cragar S/S y una nevera Norcold.
Smith y Yates Bautizaron la furgoneta como Moon Trash II, en honor al responsable de prensa de Dodge, B.F. Mullins cuyo apodo era “Moon”, y Yates se encargó de que la carrera fuera convenientemente anunciada en una columna que publicó en 'Car and Driver'.
En la Dodge, irían Brock Yates, Steve Smith, Jim Williams y el hijo de Brock Yates, Brock Jr., de 14 años de edad en aquel entonces. La función de Brock Jr. no sería la de conducir, obviamente, sino la de vigilar y avisar al resto de ocupantes si veía algún coche sospechoso de pertenecer a la policía.
Sin más participantes, Yates y compañía decidieron marcarse un récord en solitario con la Dodge. Salieron del Red Ball Parking Garage el 3 de mayo de 1971, y lograron cruzar Estados Unidos en 40 horas y 51 minutos. Sin embargo, estaban seguros de que en aquel tiempo había mucho margen de mejora.
Brock Yates escribió una segunda columna en la edición de agosto de 1971 de 'Car and Driver', pues estaba convencido que se podía lograr bajar ese tiempo. Y ésta sería prácticamente la única publicidad que se le daría a una carrera que no tenía ni fecha de inicio programada.
La década de 1970, los años dorados del Cannonball
Al final del verano de 1971, Yates recibió un telegrama que anunciaba la tónica que tendrían los eventos a lo largo de los años siguientes. En aquel mensaje, los “Polish Racing Drivers of America” formalizaban su entrada en la carrera, terminando el telegrama con un “si podemos encontrar California, os ganaremos de forma limpia”.
Aunque no parecían tomarse nada en serio, los integrantes de aquel equipo no eran unos aficionados. Oscar Kovaleski, Brad Niemcek y Tony Adamowicz eran pilotos profesionales, con Adamowicz como el único estadounidense junto con Mario Andretti en tener un licencia FIA. Y para participar en la Cannnonball habían optado por una furgoneta Chevy con un depósito adicional para hacer el viaje sin tener que repostar.
Brock Yates decidió que la carrera se celebraría el 15 de noviembre. Pero necesitaba un vehículo mejor que una furgoneta. Un amigo suyo, Kirk White, se ofreció a prestarle un Ferrari 375 GTB/4 Daytona. Su motor V12 de 4.4 litros, sumado a la ligereza y el aerodinamismo del deportivo, le darían una ventaja indudable. Ahora solo le faltaba encontrar un copiloto.
Le preguntó a Dan Gurney si le apetecía la idea. Y Gurney, una de las figuras más importantes en la historia del automovilismo estadounidense, aceptó. Pero unos días después, Gurney llamó a Yates para decirle que no se veía capacitado, porque la presión de los patrocinadores era muy fuerte.
Yates se lo pidió entonces a Phil Hill, campeón de Formula 1 en 1961 con Ferrari. A Hill le gustaba la idea, pero le respondió que no podía, por agenda. Sin embargo, a Yates le llamó la atención que su única preocupación fuera la policía y perder su carnet de conducir.
“Te pasas la mitad de tu vida arriesgándote en un coche de carreras y la idea de una multa te parece peor que estrellarte a 200 mph en Le Mans”, le espetó Yates. A lo que Hill respondió: “Es una locura, ¿no? (...) ¿Cómo podemos tener nuestras prioridades tan jodidas?”.
Yates no encontraba copiloto, pero la lista de participantes iba creciendo. En ocasiones, con gente que aportaban vehículos inesperados. Bill Broderick, el relaciones publicas de la petrolera Union 76 Oil Company, dijo que él y unos amigos, incluyendo al piloto de la NASCAR Joe Frasson, participarían con una autocaravana Travco. “No os ganaremos, pero conseguiremos el récord para las autocaravanas”, argumentó con buena lógica.
Otro ejemplo de locos lo constituye el trío formado por Lary Opert, Ron Herisko y Nate Pritzker. No tenían coche, pero habían conseguido que les pagaran por tener uno. ¿Cómo? Miraron en los anuncios del New York Times. En aquella época, la gente pudiente que no quería cruzar el país con su coche pero quería tenerlo en destino pagaba a otras personas para que les hicieran el traslado del vehículo.
Casualmente, un señor quería que le llevaran su Cadillac Sedan Deville nuevecito a California. Y ahí estaban ellos, listos para cruzar el país a toda mecha.
Finalmente, Dan Gurney llamó una noche a Broke Yates y le dijo que aceptaba el reto. ¿Qué había pasado para que cambiase de opinión? Así lo contaría a Yates: “He decido que ya no podemos estar sentados sobre nuestros culos sin hacer nada. Todo el mundo está aterrorizado con la idea de ofender a alguien, y casi caigo en esa trampa”.
Dan Gurney no era un piloto cualquiera: era una estrella. Campéon de Fórmula 1, había ganado las 24 Horas de Le Mans, había participado en Formula Indy y había inventado el “flap Gurney”, una pequeña pestaña dispuesta en la arista de salida de un perfil aerodinámico, que hoy en día se sigue utilizando en Competición.
En aquella primera carrera, Yates y Gurney llegaron primeros. Cubrieron los 4.630 km de recorrido en 35 horas y 54 minutos. Pararon nueve veces para repostar y una sola por la policía. A Gurney le pusieron una multa de 90 dólares. Los polacos llegaron segundos (36 horas y 56 minutos), mientras que el trío con el Cadillac neoyorquino terminaron terceros, cubriendo la distancia en 36 horas y 56 minutos. Al parecer, el dueño del Cadillac nunca se enteró de lo que habían hecho con su coche.
El evento atrajo numerosas críticas, obviamente, pero también muchas alabanzas. Una segunda edición era necesaria, así lo creían los organizadores.
En la carrera de 1972, ya se empezaron a vislumbrar algunos de los personajes de la película de 1981. ¿Farrah Fawett y su amiga en un Lamborghini Countach? La inspiración viene del equipo “The Right Bra Racing Team”, compuesto por Judy Stropus, Peggy Niemcek y Donna MaeMims. Es decir, el equipo del “sujetador correcto”, prenda que en plena época de revolución sexual y libertades, no llevaban. Todas las componentes del equipo eran pilotos o estaban involucradas profesionalmente en la Competición, pero participaron con una limusina.
¿Y quién no se acuerda de Dean Martin y Sammy Davis Jr. disfrazados de curas al volante de un Ferrari 308 GTS? Los personajes se inspiraron en Peter Brock, Dick Gilmartin y Jack Cowell, que se disfrazaron de curas por si la policía los paraba. En tal caso explicarían que debían llevar el Mercedes 280 SEL de un arzobispo a California. Aquella triquiñuela no les libró de una multa de 310 dólares, pero sí de pasar la noche en el calabozo y explicarse delante de un juez a la mañana siguiente.
Los curas terminaron terceros (37 horas y 33 minutos), mientras que Steve Behr y Bill Canfiled ganaron la edición 1972 al volante de un Cadillac prestado, repitiendo la táctica del equipo que había terminado segundo en 1971. Por su parte, Brock Yates terminó en segunda posición, al volante de un Dodge Challenger ligeramente preparado.
En 1975 se celebró la quinta edición del Cannonball. La fama del evento era ya mundial y atraía a toda clase de competidores. En aquella edición participaron 18 equipos con una variedad de coches inusual. Desde un Ferrari Dino 246 GTS hasta un Bristol 410 de 1969, pasando por pickups, furgonetas, varios Porsche 911 (incluyendo un RSR) o un Mazda RX4 y un plácido Volvo 164E.
Los vencedores fueron Jack May y Rick Cline, que hicieron el recorrido en 35 horas 55 minutos al volante de un Ferrari Dino 246 GTS, mientras que Brock Yates y Steve Behr terminaron terceros al volante, de nuevo, del Dodge Challenger (38 horas y tres minutos).
1979, el último Cannonball
🎬Wednesday Night #80s Movie Pick🍿
— The Retro 80s (@RetroPAT_78) May 20, 2020
"The Cannonball Run" (1981) Starring Burt Reynolds, Roger Moore, Farrah Fawcett, Dom DeLuise. Co-Starring Dean Martin, Sammy Davis Jr., Adrienne Barbeau, Jamie Farr, Terry Bradshaw and Mel Tillis.
ℹ️ Directed by Hal Needham. 1/2 pic.twitter.com/QHg19faFIs
Brock Yates no tenía la intención ya de repetir un Cannonball, pero uno de sus amigos, el cineasta Hal Needham, le ayudó a ponerlo en marcha. Hal Needham era un especialista de cine originario de Missouri. Con el tiempo se hizo amigo de Burt Reynolds, lo que llevó a dirigir en 1977 el primero de los 'Smokey and the Bandit' ('Los caraduras', en España). La amistad de Yates con Needham fue la razón por la que escribió parte del guión de la secuela de 'Smokey and the Bandit' y de 'Los Locos del Cannonball', inspirada vagamente en la edición de 1979 del Cannonball.
En otoño de 1978, mientras Yates y Needham hablaban de llevar un libro al cine y cuyos derechos estaban en manos de Paul Newman, Yates mencionó el Cannonball. “Haremos una película sobre ello”, dijo entusiasta. “No te molestes”, le dijo Yates. “Ya han hecho 'Gumball Rally' y 'Cannonball'”.
“Que les den, haremos una película mejor”, prometió entonces Needham. Y fue así como decidieron volver a montar un último Cannonball, con la idea de tener material suficiente para el metraje de la película.
La última edición fue también la más numerosa, con 47 equipos participantes. Los Ferrari, Porsche, Mercedes Clase S, Mazda RX7 y Pontiac Trans Am conformaban ya la mitad de los coches participantes.
También había un par de Jaguar XJS, un Rolls-Royce Silver Wraith de 1948 y un Fiat 127 de 1971, que nunca pudo terminar la carrera. Asimismo participaron dos equipos en la categoría de motos. El primero lo formaban Loyal Truesdale y Keith Patchett con una BMW R90S, que llegaron últimos de toda la carrera, y el segundo equipo estaba compuesto por cinco pilotos que se turnaban desde un coche de apoyo para pilotar una Suzuki 850. Terminaron trigésimo segundos en 43 horas y 32 minutos.
Y la ambulancia TransCon Medivac de Brock Yates, Hal Needham, Pamela Yates y Lyle Royer fue, sin duda, el vehículo más llamativo de todos. Quizá pensando ya en la futura película, o simplemente por diversión, Brock Yates volvió a ponerse al volante de una furgoneta Dodge, pero está vez en versión ambulancia. Sería la única manera de eludir a la policía. Needham sería el enfermero y segundo piloto, mientras que Pamela Yates, esposa de Brock, sería la paciente y Lyle Royer, el médico.
Por sorprendente que parezca, esa triquiñuela les sirvió para librarse de una fuerte multa en Nueva Jersey. Solo viendo la película, un par de años más tarde, los policiías se dieron cuenta que los habían engañado. Obviamente, el equipo de la ambulancia se convirtió en uno de los equipos estrella de la película, con Burt Reynolds y Dom DeLuise (Captain Chaos).
El legado del Cannonball
En la década de 1980, la idea del Cannonball cayó en el olvido, salvo por algunos eventos conmemorativos realizados en 1983 y 1989. Los eventos tipo Gumball 3000, ModBall Rally, Cannonball Run y demás rallys dicen inspirarse en el Cannonball original o en la película, aunque en el fondo no tengan nada que ver, ya que se suelen centrar más en la fiesta y el networking que en la conducción.
Sin embargo, también se generó toda una subcultura de intentar batir el récord siguiendo los pasos de Dan Gurney y Brock Yates en 1971. Dave Heinz y Dave Yarborough, los ganadores del último Cannonball, de 1979, establecieron un tiempo de 32 horas y 51 minutos al volante de un Jaguar XJS. Ese tiempo se convertiría en el récord a batir para toda una nueva generación.
El récord se mantuvo hasta 1983. Con motivo de uno de los eventos de conmemoriación, llamado US Express, David Diem y Doug Turner lograron mejorar la marca. Con un Ferrari 308 GTS lograron un tiempo de 32 horas y 7 minutos. Y no sería hasta 2006 que se establecería un nuevo récord, cuando Alex Roy y Dave Maher marcaron un tiempo de 31 horas y 4 minutos con su BMW M5 E39.
Richard Rawlings y Dennis Collins, marcaron un tiempo de 31 horas y 59 minutos al volante de un Ferrari 550 Maranello en 2007, cuando todavía no eran mundiamente famosos gracias al programa 'Gas Monkey Garage'. Y en 2013, Ed Bolian, de VIN Wiki, logró bajar de las 30 horas marcando un tiempo de 28 horas y 50 minutos al volante de un Mercedes-Benz CL55 AMG altamente preparado, con depósitos adicionales y antirradares, y con la ayuda de Dave Black y Dan Huang.
El récord se mantuvo hasta 2019, cuando Arne Toman, Doug Tabbutt y Berkeley Chadwick lograron unir las dos costas en 27 horas 25 minutos al volante de un Mercedes-Benz E 63 AMG preparado de una forma similar al AMG de Ed Bolian, y con muchos spotters que les iban avisando de la presencia de la policía. Por último, en 2020 y en pleno confinamiento por la pandemia de covid alguien se marcó un nuevo récord, de 26 horas y 38 minutos, al volante de un Audi A8.
Foto: @iowahawkblog
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