24 años. Son los que tenía Fernando Alonso cuando se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1 para descubrirle a toda España qué era eso de los coches de colores, y son los que tiene ahora Álex Palou, cuando se ha proclamado campeón de la IndyCar. Porque hay vida más allá de la Fórmula 1.
Los paralelismo entre los dos pioneros van más allá de la edad. Ambos descubrimientos son responsabilidad directa del añorado Adrián Campos, quien los trataba como los dos mejores pilotos que nunca había tenido, con permiso de Antonio García. Alonso ya le dio la razón a Campos hace mucho tiempo, y ahora lo ha hecho Palou.
Palou ha sido un trotamundo de los coches que solo buscaba ser piloto de carreras
Que a nadie le despisten los 24 años que calza Álex Palou. Lejos de tener la trayectoria habitual de un piloto con buenos padrinos, lo suyo ha sido un viaje del héroe, una búsqueda desesperada de una oportunidad, cualquiera, para ser piloto de carreras. El talento estaba, pero el riesgo de tener que dejarlo por falta de recursos, también.
Palou ha pasado por todos los campeonatos posibles. De la mano de Campos Racing estuvo en el Eurofórmula Open y en la Fórmula 3 española en 2014, y apunto estuvo de llevarse ambos campeonatos. Fue un año intenso, porque también corrió el BRDC Fórmula 4, aunque con coches de Fórmula 3, y el mítico Gran Premio de Macao.
En el histórico circuito chino, un clásico de la Fórmula 3, ha estado en tres ocasiones, pero el propio Palou reconoce que nunca se le ha dado bien. El campeón de la IndyCar hace de sus debilidades un punto fuerte: habla abiertamente de sus errores y de sus problemas. Les resta importancia y eso le convierte en el piloto mentalmente más duro de la parrilla.
Probó en la GP3, de nuevo de la mano de Adrián Campos, e incluso logró ganar una carrera Abu Dabi, con un coche que ni mucho menos se prestaba a ello. Pero fueron dos años en el entorno de la Fórmula 1 en los que Palou no logró brillar sobre el gran vulgo de la parrilla, al menos en cuanto a resultados.
La gran ventaja que tiene un piloto amante de las carreras de coches es que conoce mejor cómo funciona el automovilismo. Palou siempre había mantenido que su objetivo no era llegar a la Fórmula 1, algo imposible sin buenos apoyos, sino ser piloto de carreras. Y en este punto de su carrera tocaba demostrarlo.
Palou se fue a correr a Japón. En 2017 disputó la Fórmula 3 nipona con una fantástica tercera posición final y ganando tres carreras, y aún así tuvo tiempo de volver a Europa para ganar una prueba de la última edición de las World Series 3.5 y correr cuatro carreras de la Fórmula 2, otra vez con Campos Racing, y sumando cinco puntos.
En 2018 no pudo seguir en Japón, así que se volvió para hacer el europeo de Fórmula 3, pero la siguiente temporada sí que regresó al país del sol naciente, tal y como le habían prometido. Disputó la desafiante Super Fórmula japonesa, ganó una carrera y acabó tercero en la clasificación general, con opciones hasta el último día.
Y aún así, como este chico no le dice que no a nada, sacó tiempo para correr con los GT japoneses, hizo una pole y hasta se subió a un podio. Fraguó su alianza con el Team Goh, que a la postre fue lo que le abrió las puertas, el año siguiente, para ir a la IndyCar con Dale Coyne Racing. El resto es historia.
Álex Palou, mentalidad de campeón
Europa, Asia y faltaba América. Palou se ha tenido que recorrer medio mundo para ser pilotos de carreras, pero lo ha conseguido. Llegar a la IndyCar ya era llegar a uno de esos campeonatos mayores que te permiten decir que eres más que un aspirante a piloto de carreras. Y si algo prima el deporte americano, eso es el descubrimiento del talento.
La IndyCar era el lugar ideal para que un piloto con talento lo desarrollase. Una temporada. Eso es lo que le bastó a Palou para demostrar que lo suyo era algo especial y que el mejor equipo de la categoría, Chip Ganassi, se fijase en él. Cómo no hacerlo en un piloto que en su tercera carrera en IndyCar, y con un coche poco competitivo, se sube al podio.
Palou cayó en Ganassi y la historia se escribe sola. Eso podría parecer, pero nada más lejos de la realidad. En la estructura más híper competitiva de la IndyCar el piloto español ha tenido que lidiar con un mito como Scott Dixon, seis veces campeón de la categoría, al que le ha dado varias lecciones de gestión de carreras, la última en Portland.
Pero si una situación dura se ha encontrado Palou esa es la que vivió de forma consecutiva en el rutero de Indianápolis y en el óvalo de Gateway. Con una ventaja considerable en la general, Palou tenía ritmo para sentenciar el campeonato en Indianápolis, pero su motor Honda reventó. Siete días después se lo llevaron por delante en Gateway.
De tener el título muy encarrilado, Palou pasó a estar por detrás de Patricio O'Ward en la general. Un mazazo a tres carreras del final que se hubiese llevado a cualquiera por delante, pero no a Palou. Sabedor de que él no había sido responsable de nada, respondió de la mejor manera: victoria en Portland, segundo en Laguna Seca y título en Long Beach.
Y todo esto mientras un país entero se enganchaba a la IndyCar. Oriol Servià fue el pionero en la antigua Champ Car y Fernando Alonso puso el foco con su aventura en las 500 millas de Indianápolis, pero ha sido Álex Palou quien le ha descubierto a toda España lo apasionante que puede ser un campeonato de la IndyCar.
Palou gana el quinto grande del automovilismo para emular a Alonso y Carlos Sainz
Lo logrado por Palou en 2021 ya es por derecho propio una de las grandes hazañas de la historia del automovilismo español. Fernando Alonso conquistó la Fórmula 1 y el WEC (con las 24 Horas de Le Mans incluidas), Carlos Sainz se llevó el Dakar y el WRC y ahora Álex Palou también ha puesto un nombre español en el quinto grande, la IndyCar.
Si añadimos el karting, donde Alonso y Pedro Hiltbrand también son campeones mundiales, podemos convenir que todas las grandes competiciones del automovilismo ya han sido conquistadas por un español. Por pedir, solo faltarían las 500 millas de Indianápolis, que Palou las rozó este mismo año.
Con 24 años, la autoridad de un campeón y un equipo como el de Chip Ganassi, parece cuestión de tiempo que algún día Palou saboree la leche más famosa del automovilismo. Y es que el futuro es un vergel para este joven barcelonés que solo quería ser piloto de carreras, y ahora es uno de los grandes.
Seguro que Palou aún no se ha cansado y querrá más IndyCar, pero cuando eres todo un campeón las puertas se abren solas. El WEC de los hiperdeportivos va a necesitar muchos pilotos, seguro que en el DTM le recibirían con los brazos abiertos, como en la Fórmula E, y quien sabe si, algún día, los astros se alinean con la Fórmula 1. El futuro es de Álex Palou.
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