Allí estaba yo, en el parking de Nürburgring Nordschleife babeando con cada coche que pasaba por delante de mi. Metido en el Volkswagen Golf Variant de alquiler, con la calefacción a tope y la de los asientos calentando el trasero, no me moví durante los primeros 15 minutos.
A aquel parking de tierra entraron coches de todo tipo, desde un Nissan GT-R Nismo hasta un Audi A3 preparado que sonaba que metía miedo, pasando por los clásicos MX-5. Incluso aparcó a mi lado un Porsche 911 GT3 RS de última hornada. De repente, sonó una sirena y todo el mundo corrió a los coches. Habían abierto ya la pista, pero yo tenía una cita, una cita con Serxio en RSRNürburg.
Serxio es un chaval gallego, apasionado de los coches, que decidió venirse a trabajar aquí después de una visita a Nürburgring con amigos. Como ha estudiado traducción e interpretación, y como tiene más desparpajo que nadie, su facilidad para enganchar con la gente, sean de la nacionalidad que sean, es alucinante.
Cuando llegué a las instalaciones de RSRNurburg, situadas a apenas 500 metros de la entrada principal del circuito, Serxio estaba lidiando con varios clientes. Me ve, nos damos un abrazo y me dice "quédate por aquí que ahora vengo". Yo, cámara en mano, me quedé dando vueltas por los alrededores, metiendo la cabeza para ver qué era lo que había por allí.
Me impresionó el parking externo que tienen en RSRNurburg lleno de todo tipo de coches, desde los Nissan GT-R Godzilla Taxi hasta los Alfa Romeo 4C, que luego me dijeron que solo alquilan en SPA porque aquí son muy peligrosos.
También me llamó la atención la cantidad de Alfa Romeo antiguos que tenían, y es que el dueño de RSRNurburg inicialmente solo alquilaba Alfa Romeo para quemados que en los 90 querían rodar en el Infierno Verde.
El ritmo de trabajo de Serxio es incesante. Tan pronto está repostando gasolina a un coche, bidón en mano, como está explicando a un cliente japonés las características del BMW M235i que acaba de alquilar.
Recibe a un grupo de jóvenes británicos que llegan con dos Clio RS y un Mégane RS. Habían terminado su tanda sin consecuencias, entregan las llaves a Serxio, le comentan brevemente cómo ha ido el día y se van.
El sol ya comenzaba a calentar aquella mañana en los alrededores de Eiffel, y me gusta lo que veo. El ambiente es estupendo, y se ve que todos los que estamos por allí tenemos una pasión común.
Serxio se monta en el asiento del copiloto del cliente japonés y ambos se van en el M235i en dirección al circuito. "Voy a explicarle una vuelta y ahora vengo", me dice mientras se aleja. Sí, también puedes contratar una vuelta con un monitor, y el puede ser el tuyo.
Mientras Serxio regresa, decido bajar hasta la barrera que limita el circuito en la zona de la recta de meta, situada a solo unos metros de las instalaciones de RSRNurburg. Durante 10 minutos estoy haciéndole fotos a todos los coches que pasan por allí, que os aseguro es un espectáculo para la vista y para los oídos.
He visto en unos minutos coches de todo tipo, desde varios 911 GT3 RS de ultimísima generación hasta Civic Type R, SEAT León Cupra, BMW M de todas las generaciones y también algunos Audi. Los coches tienen matrículas de todo el mundo, porque Nürburgring es, sin duda, la meca del automovilismo para cualquier aficionado que se precie.
En menos tiempo del que esperaba Serxio ya estaba de vuelta. Los 21 kilómetros de vuelta se hacen más rápido de lo que parece. Se despide del cliente japonés que vuelve al circuito para dar más vueltas, y ya está conmigo. "¿Qué tal todo?", le pregunto. "Bien, sin parar pero bien", me dice mientras termina un papeleo delante de la pantalla de control que tienen con imágenes de la entrada del circuito.
Una firma y un briefing que no olvidaré jamás
Subimos a la sala donde se firman los contratos y ponemos en marcha el papeleo. Ellos ya tenían la pre-reserva del coche que yo había elegido en la web, así que solo queda plasmar mi firma en los papeles y pagar, algo que lógicamente puedes hacer en efectivo o en tarjeta.
Serxio me dice que si no me importa que el briefing de seguridad me lo den en inglés para así juntarme con dos clientes más, uno alemán y otro británico. Ningún problema.
Me voy a la sala de briefing y comienza el que ha sido, sin duda, el briefing más duro que he escuchado en mi vida. El monitor de RSRNürburgring se encarga de forma muy adecuada de meter el miedo en el cuerpo a todos los que llegan allí, y hace bien.
"Nürburgring Nordschleife no es un circuito cualquiera, es el circuito más peligroso del mundo", nos dice nada más empezar. Básicamente nos van contando qué características tiene este circuito qué lo hace diferentes a los demás. Por ejemplo, las constantes subidas y bajadas de gran pendiente, por las que te recomiendan que siempre frenes el coche cuando estén las cuatro ruedas apoyando en el suelo y la dirección completamente recta.
En Nürburgring solo hay tres pianos en todo el trazado que se pueden atacar, el resto mejor ni tocarlos si no quieres salir disparado hacia el exterior de la pista a la mínima de cambio. Durante la presentación nos muestran situaciones reales que se han vivido en el circuito, desde gente que aparentemente haciendo las cosas con cautela acaban estrellados contra el guardarraíl, hasta gente que se encuenta en la salida de una curva con un autocar parado.
Hay que ir con mucha cabeza, saber muy bien lo que haces, cómo lo haces y jamás acercarte a tus límites si no quieres que acabe mal lo que debería ser una fiesta. Por último, lo que nos cuentan es cómo funciona el tema de los adelantamientos, algo que me interesaba bastante porque iba a rodar con el que era, posiblemente, uno de los coches más lentos del día en el Nordschleife.
Nos dicen que los vehículos rápidos adelantan SIEMPRE a los lentos por la izquierda. Los coches lentos, cuando ven que por detrás viene un coche más rápido que ellos, deben apartarse a la derecha para facilitar el paso, siempre y cuando ello no conlleve ciertos riesgos.
Está prohibido adelantar por la derecha a otro vehículo, aquí se rigen por las mismas normas que en una carretera abierta, porque de hecho el Nordschleife se considera una carretera más de la red alemana, de ahí que cuando hay un accidente intervenga la policía.
También nos ponen los pelos de punta cuando nos dicen las consecuencias que puede tener sufrir un accidente. Más allá del precio de metro de guardarraíl que deberás abonar en caso de accidente, si el circuito se tiene que cerrar por la que hayas liado tu, prepárate para pagar varios miles de euros por hora de circuito cerrado.
Tembloroso salgo de la sala de briefing, de la que muchos se van directos al baño, y no solo por los efectos del café que nos ofrecen durante la charla. Serxio está abajo anotando cosas en una libreta, y cuando me ve me dice: "¿Ya estás? Venga, vamos al lío".
Serxio se va a dar la primera vuelta de copiloto conmigo para indicarme por donde debo trazar, donde debo frenar, cómo es esa curva ciega que veo a continuación y en definitiva para darme todas las claves para hacer mi primera vuelta al Nordschleife con un mínimo de dignidad.
Montamos en el pequeño Twingo RS, fijo la posición del asiento y los espejos retrovisores, imprescindibles para ver el tráfico que vendría por detrás. Se que voy en el que posiblemente sea el coche más lento de todo el circuito, y eso hasta cierto punto me gusta.
Serxio se sienta al lado y arrancamos hacia la entrada del circuito. Paso por la rotonda que ha acceso al recinto y ya no hay marcha atrás. Allí estábamos Serxio y yo, dos gallegos montados en un Twingo RS a punto de dar la que para mi sería la primera vuelta al Nordschleife.
Se abre la barrera y a pista
Hay dos barreras de acceso, una para coches británicos y otra para el resto de europeos. Una tiene a la izquierda el sistema para pasar la tarjeta magnética y la otra lo tiene a la derecha. Paso la tarjeta, se abre la barrera y empiezo mi periplo por el Nordschleife.
Lo primero que te encuentras es una larga recta en subida que se une con una ligera curva a izquierda. Empiezo a estirar las marchas del Twingo RS y admito que era un manojo de nervios, tanto que le pregunto a Serxio: "¿Esto ya es circuito?".
"Claro", me dice mientras veo que el primer BMW M3 E36 preparado de carreras me pasa por la izquierda a toda velocidad. "Y tanto que es circuito", pienso para mi mientras me acerco a la primera zona de curvas.
Es la zona más cercana al actual circuito de Gran Premio. Una vez pasado ese ángulo a derecha, y cuando se ha acabado la pequeña recta que le sigue, comienza realmente el auténtico Nordschleife.
Una curva a izquierda muy redonda en bajada te da la bienvenida a la bajada a los infiernos. Es como cuando estás en la montaña rusa y llegas a ese punto en el que todo comienza a acelerarse.
Serxio me indica por donde debo trazar cada una de las curvas que siguen durante aquella bajada infinita. "Aquí quédate por fuera mucho", "Esta es fondo, fondo, fondo y mira muy lejos". Menos mal que está él allí, porque ya hubiese levantado el pie en un par de ocasiones e iría infinitamente más lento si no fuese por él.
Mientras trato de relajarme y hacer caso a las indicaciones de Serxio, vamos haciendo curvas una tras otra. Menos mal que el Twingo RS es un coche fácil de conducir, porque tengo la sensación de que lo estoy haciendo fatal.
No paro de mirar por los espejos retrovisores y veo que viene mucho tráfico por detrás, así que cada vez que un coche se acerca me alejo de la trazada que me dice Serxio para dejar pasar al resto de coches, infinitamente más rápidos que yo.
Poco a poco vamos haciendo kilómetros y lo que más me impresiona del circuito, además del ritmo al que nos pasan algunos coches en los tramos rápidos, es la sucesión de curvas de todo tipo a la que tienes que enfrentarte.
También me llama la atención que el trazado es muy, muy rápido. Pensé que no tenía tantos tramos rectos o casi rectos de esos que se hacen a fondo. También destacan esos cambios de rasante que, incluso en un coche tan lento como el Twingo RS y con el ritmo de novato que llevo, te obligan a hacer fuerza sobre la pierna derecha para mantener el toque de acelerador.
Serxio está relajado y me dice que voy muy bien, que no me preocupe tanto de los que vienen por detrás y me centre en disfrutar. Trato mentalmente de ir memorizando tramos del trazado, nada de curva a curva. Creo que en este sentido soy bastante bueno porque tengo buena memoria fotográfica.
En poco tiempo llegamos, según me dice Serxio, a un sitio mítico, el Karussell, esa curva peraltada que hemos visto tantas y tantas veces en vídeos y fotos. Serxio me explica que hay que encararla de una forma curiosa, esperando a pasar la segunda placa de asfalto y tirándote solo entonces al interior.
Con decisión debes girar el volante y tirarte literalmente hacia dentro, para luego mantenerte con gas constante sobre el peralte. Al salir, hay que realizar la misma operación pero a la inversa, saliendo con decisión a base de acelerador y de mantener bien sujeta la dirección.
Seguimos adelante mientras nos siguen pasando coches de todo tipo. Empiezo poco a poco a disfrutar de lo que estoy haciendo. Estiro un poco más cada marcha, apuro un poco más las frenadas haciendo siempre caso a los sabios consejos de Serxio, que se sabe el circuito mejor que las carreteras de su pueblo en Galicia.
Esto es espectacular, no me creo la de zonas distintas que hemos pasado, zonas sombrías, zonas que parecen húmedas, zonas con árboles frondosos cubriendo el cielo o zonas con curvas enlazadas donde había incluso gente viendo los coches rodar.
Llegamos a la zona final del circuito mucho antes de lo que pensaba. Esta zona es la más conocida para mi, porque a la izquierda hay un parking público desde el que muchas veces se graban vídeos de coches normales o de mulas de pruebas. El suelo está lleno de pintadas y no tardo en reconocerlo.
"Ojo aquí", me dice Serxio antes de hacer el cambio de pesos del coche que da paso a esa larga a izquierdas en bajada justo al lado del parking. Ahora entiendo por qué hay tantos vídeos de accidentes en este tramo.
Cerramos la primera vuelta con el cuchillo entre los dientes haciendo el sector final del circuito, que es muy rápido para los coches rápidos, no para nosotros. En nada estábamos de nuevo en la larga recta y Serxio me dice: "Enhorabuena, has sobrevivido a tu primera vuelta al Nordschleife. ¿Otra?".
Le miro con una inevitable sonrisa en la cara, pero le pido parar. Necesito asimilar un poco todo lo que acabamos de vivir, tratar de recordar cómo es este circuito antes de darme otra vuelta.
Él tiene que trabajar, seguir atendiendo a los clientes de RSRNürburg. Yo tengo todavía otras cuatro vueltas para hacer a lo largo del día, así que lo dejo en las instalaciones de RSR y me vuelvo al parking.
Estoy con esa sensación que te deja la adrenalina cuando ha recorrido tu cuerpo con intensidad, pero me gusta. Me gusta esto que estoy haciendo, y aunque sigo algo nervioso, también estoy orgulloso por haber cumplido un sueño que tenía desde hace muchos años. Ya puedo poner, al menos en el casco, la pegatina de trazado de Nürburgring, ya que dice la tradición que la pegatina solo se puede poner en coches que han rodado en Nürburgring.
Me quedan cuatro vueltas, así que decido hacer una más por la mañana, comer y dejar las otras tres para la tarde. Todavía queda mucho por contar de esta visita a Nürburgring Nordschleife. Pero dejadme que coja un poco de aire, que estoy algo acelerado.
Autor | Héctor Ares