A menos de una hora de la ciudad de Munich, en Alemania, se encuentra un auténtico tesoro para los amantes de la historia del automóvil en general y de la marca Mazda en particular. Hablamos del Mazda Classic Automobile Museum Frey en Augsburgo, que abrió sus puertas hace un año.
Esta colección privada, convertida ahora en el único museo oficial de Mazda fuera de Japón y también en la mayor exposición de vehículos de la marca nipona lejos de Hiroshima, pertenece a la familia Frey, propietarios del concesionario Mazda de esta interesante ciudad con sabor medieval.
Al norte de Augsburgo (Wertachstraße 29b), en una zona de aspecto industrial con altas chimeneas de piedra presidiendo los alrededores, nos topamos con el cartel de Mazda Classic. Una estrecha entrada desde la calle da acceso a un amplio patio (donde además hay un bar muy "hipster" con terraza, para tomar algo), en el que se encuentra la nave que acoge la colección Frey.
Este museo tan particular, nunca mejor dicho, está abierto al público (5€ de entrada) y se ubica en las antiguas cocheras de tranvía de Augsburgo (construidas en 1897), ahora completamente restauradas y con una preciosa estructura -y tejado- de madera que le aporta un carácter muy especial al lugar.
Un sitio pequeño y acogedor, con una sola estancia de 500 metros cuadrados (hay otra sección de la nave que no está aún en uso) y con amplias cristaleras, que cuenta también con una tienda en la recepción donde se pueden adquirir desde maquetas y modelos Mazda a escala hasta libros con una temática única que, como podrás imaginar, es la de los automóviles de la marca japonesa.
La exposición en sí es rotativa, ya que las instalaciones no tienen espacio suficiente para dar cabida a los 120 vehículos que componen la colección de la familia Frey. En el momento de la visita hay 48 coches expuestos, aunque no siempre son los mismos ya que, al menos una vez al año, cambian unos por otros, si bien los más icónicos e interesantes se mantienen siempre, faltaría más.
Tres décadas coleccionando modelos Mazda
El septuagenario Walter Frey, patriarca de la familia, y sus hijos Joachim y Markus, comenzaron la aventura de coleccionar coches Mazda hace más de treinta años y desde entonces no han parado de buscar sus modelos más deseados en cualquier rincón del planeta. Desde vehículos de tres ruedas hasta algunas de las joyas más codiciadas de Mazda, por supuesto muchas con motor rotativo.
Todo empezó en 1971, cuando Walter fundó Auto Frey. Primero fue un concesionario de la marca rusa Lada (AvtoVAZ) pero, unos años más tarde, Frey escuchó hablar de una creciente e interesante marca japonesa y en 1978 se hizo con una concesión, que además fue de las primeras de la firma nipona en toda Alemania.
Absolutamente todos los modelos de la colección, según afirma el propio Joachim Frey, están en perfecto estado de revista y listos para ser conducidos. Arrancan y funcionan, aunque es cierto que no los utilizan tan a menudo como les gustaría.
Entre las plataformas y herramientas que utilizan para localizar y comprar vehículos destacan algunas de corte generalista, como ebay, donde han adquirido algunos de sus automóviles, no siempre en el estado de conservación anunciado. Joachim nos explica que el Mazda R360 de la colección, el primer vehículo de cuatro ruedas de Mazda, se anunciaba como "de los mejores del mundo" en cuanto a estado, y cuando llegó a ellos tenía el motor dentro del habitáculo. ¡Ouch!
Del primer Mazda a un autobús con motor rotativo
Esta colección privada tiene absolutamente de todo, siempre dentro del universo Mazda, por supuesto. Desde vehículos de tres ruedas (incluido uno al estilo pick-up, con cajón trasero), hasta coupés deportivos, descapotables, todoterrenos, berlinas o un autobús de 26 plazas con motor wankel, el Mazda Parkway de 1974.
El modelo más antiguo de la exposición es el Mazda Type GB de 1950, que curiosamente es un vehículo de tres ruedas. Impecablemente restaurado y probablemente el único en Europa, este "motocarro" esconde un motor monocilíndrico de 700 centímetros cúbicos y refrigerado por aire, con unos 15 CV de potencia y una velocidad máxima de unos 64 km/h. Es uno de los muchos modelos de tres ruedas que comercializó Mazda tras la Segunda Guerra Mundial.
Como no podía ser de otra forma, el primer coche de Mazda también está en la colección. Se trata del Mazda R360 Coupé de 1962, un microcoche de menos de 3 metros de largo con motor V2 de 356 centímetros cúbicos y apenas 16 CV de potencia, que a pesar de todo podía alcanzar una velocidad punta de 90 km/h.
No obstante, el coche que lo inició todo para los Frey, y probablemente el más icónico de toda la colección, es el Mazda Cosmo Sport que compraron en Nueva Jersey en 1980, ya que se trata del primer clásico de Mazda con el que se hizo la familia y el que dio el pistoletazo de salida para crear la genial exposición que actualmente está abierta al público. Además, fue el primer modelo de Mazda en contar con un motor rotativo, solución mecánica que Mazda usó después en infinidad de coches, siendo el RX-8 el último de la saga.
Después vinieron modelos tan interesantes como el Mazda Chantez (1972) con motor bicilíndrico de dos tiempos, el encantador Mazda Carol, la microcamioneta Mazda K360, la familia RX al completo, desde los RX-2, RX-3 y RX-4 hasta el RX-7 (y suponemos que también RX-8, aunque no estaba en exposición durante nuestra visita), o una pick-up grúa Mazda con motor rotativo.
Por supuesto, también hay diferentes ejemplares del Mazda MX-5, el roadster por excelencia de la casa que, aunque no tiene un motor de tipo Wankel, es uno de los modelos más exitosos de la compañía. El más curioso no es roadster sino el MX-5 Coupé de 2003, una edición especial para Japón de la que se fabricaron pocas unidades y que es toda una rareza.
En la colección tampoco faltan desde un Mazda Eunos Cosmo de 1992 con motor de tres rotores (el único Mazda trirotor de producción, con unos 300 CV y 255 km/h de punta) o un RX-7 Turbo de 1984 que perteneció a Felix Wankel, hasta la bestia turbo de tracción total permanente y 185 CV Mazda 323 GTR (solo 500 unidades) utilizada para homologación en rallies.
Uno de los más curiosos y únicos del museo es el Mazda Autozam AZ-1 de 1992, una especie de kei car superdeportivo de dimensiones irrisorias, con carrocería coupé, puertas de tipo alas de gaviota y dos plazas. En este caso el motor es turbo y de tres cilindros, con 657 centímetros cúbicos, 64 CV y montado además en posición central (¡y tracción trasera!). Un modelo que parece de juguete pero que estuvo a la venta en Japón y del que se fabricaron casi 4.400 unidades.
Y en lo que a rareza se refiere, el Mazda Pathfinder XV-1 tampoco se queda atrás. Se trata de un todoterreno fabricado en Myanmar (Birmania) en los años setenta y que fue utilizado por cuerpos gubernamentales del país, como el ejército o la policía. Esta unidad en concreto fue descubierta abandonada en Hamburgo, y como su motor era ya irrecuperable se le instaló el de un Mazda 929.
Desde luego, seas más o menos amante de Mazda, si estás en el sur de Alemania no puedes dejar pasar la oportunidad de visitar este espectacular museo. La visita no te llevará mucho, pero las joyas que podrás ver se quedarán en tu retina durante mucho tiempo. Todo aderezado, además, con coleccionables como carteles publicitarios de época o hasta un motor rotativo de exhibición, entre otras muchas cosas.