Todos tenemos nuestras carreteras favoritas, más o menos. Y como apasionado del automóvil hay una serie de lugares a los que nos gustaría ir al menos una vez en la vida conduciendo. Darse unas vueltas al Nordschleife de Nürburgring es la opción más conocida. El puerto del Stelvio, en Italia, es otra carretera mítica para quienes nos gusta conducir.
Y por supuesto está la Isla de Man. Famosa por su carrera anual del Tourist Trophy, es también un paraíso fiscal y una de las democracias más antiguas de Europa. Pero eso no es lo que nos interesa ahora. También es célebre por ser el único lugar de Europa, además de algunas autopistas alemanas, en el que fuera de los núcleos de población no hay velocidad máxima impuesta por la ley.
Sí es un sitio encantador para todo aquel que le guste conducir. Pero lo que ha vivido Henry Catchpole, de EVO, debe ser algo así como el nirvana. Conducir en la Isla de Man, al atardecer, un Lamborghini Aventador SV. Si puedes, míralo en pantalla grande, con el volumen alto y durante casi 3 minutos te olvidarás de todos los problemas. Si es que Motorpasión también es terapéutica.
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