Casi se nos ha pasado el domingo sin celebrar nuestro homenaje al dolor más apasionado, pero aquí estamos una vez más. Como la parrillada de la semana pasada con Lamboghini Gallardo al punto nos dejó gusto a poco, hoy recuperamos coche pero cambiamos de protagonista para comprobar que esta preciosidad sobre ruedas se lleva muy mal con conductores poco acostumbrados a sus mandos.
Vamos al ejemplo que nos ocupa. Pongamos que hoy es el día de tu boda, y a tus 28 añitos decides celebrarlo por todo lo alto, que un día es un día. ¿Cómo lo haces? Pues… alquilando un Lamborghini Gallardo para impresionar al personal, claro. El problema viene cuando buscas aparcamiento y no lo acabas de encontrar, que se ve que la zona azul está muy cara en Sidney.
¿Qué haces entonces? Pues nada, coges el coche, atraviesas un descampado, te lanzas contra una valla (¿a quién se le ocurre ponerle puertas al campo?) y lo dejas ahí ensartado, como un miura en un chiquero. Luego sales del coche, te sacudes el polvo y esperas a que el tipo que te alquiló el coche te diga que el depósito que dejaste de 15.000 dólares… como que se te lo va a quedar un poco.
Esto sí que es celebrarlo por todo lo alto, y no lo que lían en Grecia cuando alguien se les casa. De todas formas, no quiero pensar yo en cómo entraría el buen mozo a la novia por la puerta de su nidito de amor. De eso, por desgracia (o no), no nos han llegado las fotos todavía. Estaremos atentos.
Vía | Wrecked Exotic Cars