El Ministerio alemán de Medio Ambiente, Conservación Natural y Seguridad Nuclear ha firmado un principio de acuerdo con la filial china de Volkswagen para aportar colaborar en un desarrollo sostenible de la movilidad en el país asiático. Es el primer reflejo del plan de Protección Climática y Movilidad Eléctrica en China, que ambos países suscribieron el pasado julio, y que pretende ser un punto de partida para la comunicación industrial eficiente entre ambos.
Sin embargo, es necesario acercarse al asunto para entender la verdadera naturaleza de lo que que está pasando. Y es que, como en casi todos los acuerdos de nombre largo e inconcreción de medidas, hay gato encerrado.
El ejecutivo presidido por Merkel ya ha reconocido que las relaciones con Pekín no pasan por su mejor momento. Con la vista puesta en Estados Unidos (cuya preocupación por el desarrollo chino no es un secreto), y un eje franco-alemán sin la sintonía de Chirac y Schroder con Oriente, cuidar al principal socio germano en Asia se ha vuelto imprescindible.
Así que es más plausible pensar que este anuncio no es sino un brindis al sol; una declaración de intenciones para paliar el desánimo de Basf y Siemens, que volvieron de la última visita diplomática con las manos vacías.
Sin lugar a dudas, los 63.000 millones de euros a los que ascendió la factura comercial entre Alemania y China bien valen el esfuerzo, pero quedan sobre el tapete otras cuestiones. Ya hay quien se pregunta si los Derechos Humanos viajarán en coche eléctrico.
Vía | Yahoo En Motorpasión | El dragón chino despierta de la mano de la industria del automóvil