Ford y la Universidad de Michigan andan investigando los microbios que pueblan los habitáculos de coches y camiones. Aunque a simple vista no los veamos, sus efectos son de sobra conocidos: malos olores, decoloración de los plásticos y más de un dolor de cabeza para los ocupantes del coche que son alérgicos a ellos.
Las alergias no han salido en el estudio que se está realizando, pero sí un dato sobre el mal olor: en Estados Unidos cada año se consumen ambientadores por valor de… 2.300 millones de dólares (una barbaridad en euros igualmente, alrededor de 1.780 millones). Y hay personas que son especialmente sensibles a estos productos, o a las que simplemente no les gusta usarlos.
Los investigadores se pusieron manos a la obra con coches nuevos de la fábrica y también con los coches de algunos empleados. Querían ver qué microbios habitaban allí dentro (en los vehículos). Tomaron muestras de 10 lugares en cada coche, incluyendo el volante, los botones de la radio, las manijas de las puertas, los pulsadores de los elevalunas y las palancas de los cambios de marchas.
Como era de esperar, la prueba del algodón evidenció una mayor concentración de bacterias en el volante y también en la zona de los portavasos y alrededores, donde los microbios montan una fiesta con los restos de bebidas que encuentran por ahí. Uno de los investigadores de la Universidad de Michigan no duda en calificar los interiores de los coches de “ecosistemas complejos donde trillones de microorganismos interactúan entre sí, con los seres humanos y con su entorno”.
En cuanto a los productos antibacterianos, de los que los estadounidenses consumen a un ritmo de mil millones de dólares anuales (unos 775 millones de euros aproximadamente), los investigadores experimentaron con los compuestos químicos más habituales: iones de plata, sales de amonio y cera de poliolefina recubierta de nano-plata.
Usaron estas sustancias aplicándolas en piezas del revestimiento de los coches y las sometieron a envejecimiento de forma controlada. El problema que hallaron fue que un coche o un camión tienen una vida útil muy superior a la de cualquiera de esos productos, de manera que el efecto antibacteriano de esos compuestos químicos termina antes de que desguacemos el coche.
El objetivo de la investigación consiste en definir la ecología microbiana del interior del vehículo y optimizar el diseño de interiores de automóviles para conseguir unos acabados que promuevan el bienestar de los ocupantes. Hasta que llegue ese momento, quizá lo más adecuado sea evitar comer o beber dentro del coche y si se nos derrama algo limpiarlo cuanto antes.
Aunque también es cierto que si hemos llegado vivos hasta aquí... Sea como fuere, creo que este fin de semana toca limpieza a fondo. Por si acaso.
Fuente | Ford