En septiembre, un tribunal de primera instancia ordenó a Frankfurt hacer efectivas las restricciones a la circulación de coches diésel antiguos -anteriores a la normativa Euro 5- y gasolina Euro 1 y Euro 2 en algunas de sus calles a partir de febrero.
Pero hace unos días, el Tribunal Administrativo de Hesse, en Kassel, suspendió esta prohibición al considerar insuficientes las razones para ponerla en práctica y tener "serias dudas sobre su validez", según recogen medios locales.
Por el momento, no habrá restricciones, pero se puede apelar
El primer fallo a favor de la prohibición de circulación de los vehículos más antiguos se produjo gracias a la asociación medioambiental Deutsche Umwelthilfe, que demandó al estado federado de Hesse por los altos niveles de dióxido (NO₂) de nitrógeno en la ciudad (más de 40 microgramos por metro cúbico).
Tras anunciarse la entrada en vigor de las restricciones el 1 de febrero de 2019, el gobierno del estado se negó a aceptar este veredicto y apeló ante el Tribunal Administrativo, que con la reciente anulación de la prohibición deja la puerta abierta a que no se lleve a cabo, y en el centro de la ciudad puedan circular todo tipo de vehículos.
El Tribunal ha argumentado que exceder los límites de emisiones contaminantes en el aire no conduce automáticamente a la imposición de prohibiciones de conducción y los jueces no han considerado urgente tomar medidas porque el riesgo de salud para los residentes en las rutas afectadas no ha sido determinado ni evaluado. Así, los datos que demuestran efectos sobre la salud del NO₂ son "inciertos".
Por su parte, el responsable del Departamento de Transporte de Frankfurt, Klaus Oesterling (SPD) ha reaccionado a la decisión "con alegría y alivio" y aboga por evitar las prohibiciones pero reducir la contaminación al mismo tiempo.
Recordemos que en febrero, el máximo Tribunal Administrativo de Alemania falló a favor de que los estados, ciudades y comunidades alemanas tengan carta blanca para prohibir la circulación de los vehículos diésel. De ahí las recientes prohibiciones en el centro de ciudades como Berlín, Hamburgo o Stuttgart.
Mientras tanto, Alemania tiene entre bambalinas un plan para evitar que la olla a presión en la que se ha convertido la persecución al diésel explote. Este plan contempla incentivos (no gubernamentales) para la compra de coches nuevos y opciones de actualizaciones de hardware, que tendrán que asumir los fabricantes.