El aceite de palma se ha convertido en el gran enemigo de la alimentación. Barato, fácil de conseguir y sobre todo poco saludable, este producto está siendo erradicado de los alimentos procesados y ahora, puede que también de los biocombustibles para los que se utiliza.
En principio los combustibles verdes deberían ser una de las soluciones al cada vez más escaso abastecimiento de petróleo, pero algunos como el aceite de palma están directamente relacionados con la deforestación y acabando con algunos de los pulmones tropicales que limpian la atmósfera hasta el punto de que un estudio posiciona su uso como tres veces más contaminante que el diésel.
El aceite de palma y los cambios indirectos de uso de la tierra
Colza, palma, soja y girasol para el biodiésel y maíz, trigo, remolacha, cebada y azúcar de caña para el bioetanol son los principales cultivos que se utilizan para tratar de rebajar la dependencia de los combustibles fósiles. Pese a que estos biocombustibles entraron con fuerza en Europa a través de las políticas de sostenibilidad, parece que no todos tienen los efectos esperados.
Bajo el lema #NoEnMiDepósito numerosas asociaciones ecologistas están tratando de concienciar sobre lo que supone llenar los depósitos de nuestros coches con combustibles elaborados en parte con aceite de palma; los combustibles diésel con el nuevo etiquetado B7 (7% de biocombustibles) y B10 (10% de biocombustibles).
Primero, en 2003, la Unión Europea impulsó el uso de biocombustibles para acercar la movilidad hacia energías más sostenibles y menos contaminantes pero en realidad el aceite de palma estaría teniendo un impacto significativamente peor al esperado según los datos que se recogen en el estudio Globiom elaborado por Transport & Environment.
Para ahondar en estas afirmaciones nos hemos puesto en contacto con la responsable de prensa de Ecologistas en Acción, Rosalía Rosey, quien argumenta que según este informe el aceite palma genera tres veces más gases de efecto invernadero que el diésel mientras que el de soja multiplica esa cifra por dos.
Los datos manejados por la organización hacen referencia al informe, en el que se comparan los datos de emisiones tanto de combustibles fósiles como de biocombustibles, añadiendo además los denominados cambios indirectos de uso de la tierra (ILUC por sus siglas en inglés) que no se habían tenido en cuenta hasta hace un año cuando se introdujo una enmienda fundamental a la Directiva de Energías Renovables de 2020 para los supuestos combustibles ecológicos.
Según estos datos, si bien el diésel produce unas mayores emisiones contaminantes como combustible tomando los valores de referencia del anexo V, párrafo 19, de la Directiva de Energía Renovable, añadiendo los ILUC el coste para el medio ambiente es muy superior para los biocombustibles de aceite de palma. La estimación que refleja Globium cifra unas emisiones de 285 gramos de CO² equivalente por Megajulio, un 303% sobre la cuantía del diésel. En el caso de los derivados del aceite de soja las emisiones son de 200 gCO²/MJ, 213% sobre el gasóleo.
Según el informe Globiom la legislación europea cifra los gases de efecto invernadero generados por la gasolina y el gasóleo desde la extracción del hidrocarburo hasta su uso final en 94,1 gCO²/MJ, pero no aclara si incluye o no los ILUC. Lo que sí suma el estudio es la absorción de gases nocivos que se dejan en la atmósfera por la deforestación de los biocombustibles, así como su transporte y refinamiento.
Para contrastar el valor que aporta el informe de 94,1 gCO²/MJ, desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos nos indican que esa cifra haría referencia a la "intensidad ponderada de gases de efecto invernadero durante el ciclo de vida según la Directiva de Calidad de Carburantes, pero con un valor exacto de 95,1, aunque esta corrección no cambiaría las conclusiones finales del informe".
Durante el periodo 2016 España consumió 1.159 ktep (kilotoneladas equivalentes a petróleo) de biocombustibles de los que 739 ktep, el 64%, fueron destinados al biodiésel frente a sólo un 11% con fines alimentarios. Del total de biocombustibles importados un 83% del total fueron de aceite de palma. Tan solo el 1% de la materia prima provino de España, el resto fue importado principalmente de Indonesia (49%), Malasia (13%), Argentina (6%) y Brasil (6%).
Dentro de los biodiésel que producimos en España, según datos de 2017, basaron su producción en aceite de palma un 62%, de colza un 17%) y de soja un 17%. El bioetanol en cambio basó su producción en maíz (89%), trigo (5%) y remolacha azucarera (4,5%), mientras que la producción de aceites vegetales tratados con hidrógeno se corresponde casi íntegramente con aceite de palma (99,7%).
Debido al elevado impacto que genera tanto en la naturaleza como en la sociedad (destrucción de espacios naturales o sus efectos nocivos en la salud), la Unión Europea ha reconocido al aceite de palma como un producto insostenible y se ha propuesto reducir su consumo, pero dejando entreabierta la puerta al aceite de soja, casi igual de dañino.
El 9 de febrero de 2019 se publicó el acto delegado por la Comisión Europea en la que se excluyó al aceite de palma como 'diésel verde', pero sin contar con las herramientas necesarias para reducir de manera efectiva su uso aunque la propuesta es desterrar a los biocombustibles con alto riesgo de ILUC en 2030.
En 2012 las directivas europeas establecieron un máximo del 10% de biocombustibles en los carburantes destinados al transporte, bajando hasta el 7% en 2015, pero según Rosalía Soley no se ha frenado ni la producción en origen ni la importación del aceite de palma ni del resto de aceites de origen vegetal.
A este respecto también hemos querido preguntar a la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos su postura sobre las conclusiones del estudio sobre el aceite de palma, y han declinado realizar ninguna valoración más allá de que "con los criterios de sostenibilidad en la mano no es un asunto que debería preocuparnos", señalando al cumplimiento de la normativa europea y subrayando que "si el aceite de palma utilizado para los biocombustibles no pasa las autoditorías preceptivas no se puede comercializar en Europa porque no cumple con la certificación necesaria".
Además también nos han asegurado que tras consultarlo con los técnicos de la AOP tienen dudas de sobre el muestreo utilizado para la elaboración del estudio porque "no todo el aceite de palma es malo. Hay aceites de palma que son biosostenibles en todos los aspectos, que se cultivan de forma no expansiva, respetando los ecosistemas y aprovechando terrenos que anteriormente ni eran productivos ni han sido deforestados".
Si bien al aceite de palma se le ha considerado con un alto grado de riesgo ILUC, no se ha catalogado de la misma manera al aceite de soja pese a que un considerable porcentaje de su expansión estuvo directamente relacionado con la deforestación entre 2012 y 2015 según el informe Cerulogy.
La previsión de las organizaciones ecologistas es que a lo largo de 2019 por fin se empiece a notar una reducción en el uso de estos biocombustibles, aunque "no tan alta como nos gustaría" según Soley, atribuyendo buena parte de la culpa en la falta de medidas efectivas a la presión de los lobbies del transporte.
España es uno de los actores más implicados en esta historia. Según los datos de Ecologistas en Acción en 2017 la Unión Europea adquirió más de 3.000 millones de toneladas métricas de aceite de palma para su refinamiento, repartiéndose entre Holanda, España e Italia el 80% de todo el aceite de palma que llega a la UE.