Los coches eléctricos son los grandes damnificados del mercado de ocasión, pues pierden casi la mitad de su valor apenas tres años después de su primera matriculación, según el último estudio realizado por GANVAM (Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios) y la empresa alemana de tasación DAT, referencia oficial en los canales de venta, financieras, aseguradoras o administraciones públicas.
El resto de motorizaciones en el mercado del vehículo usado no se ven tan afectadas por factores como la evolución de la tecnología, pues por ejemplo los coches híbridos conservan el 66,5 % de su valor en el mismo periodo de tiempo. No obstante, los reyes de la segunda mano siguen siendo los coches de gasolina.
Los coches de gasolina siguen siendo los usados que menos se deprecian
Como explican GANVAM-DAT, “si bien el valor de los vehículos 100 % eléctricos evoluciona a un ritmo superior que sus modelos equivalentes de combustión, dados los rápidos avances de esta tecnología, es el de gasolina el que menos se devalúa actualmente”.
En concreto, “un modelo de gasolina y 60.000 km recorridos conserva hoy el 71,5 % de su valor” respecto al precio de venta que registraba hace tres años (cuatro puntos por encima de su versión diésel).
La rápida evolución en la tecnología de las baterías ha llevado a una especie de “obsolescencia acelerada” de los coches eléctricos más antiguos y es que, hace solo tres o cuatro años, un vehículo eléctrico nuevo tenía una autonomía aceptable para un trayecto medio diario, pero los modelos actuales ofrecen significativamente más km de recorrido con una sola carga.
Esta mejora ha generado una desaceleración en la venta de los coches eléctricos más antiguos, ya que los consumidores huyen de la estresante “ansiedad por autonomía” y las limitaciones que supone. Como consecuencia, los vendedores se ven obligados a reducir los precios de estos modelos más antiguos para poder competir en un mercado dominado por la tecnología más avanzada y eficiente.
Además de la rápida evolución de los eléctricos, detrás de estas cifras hay una suma de factores muy distintos que acaban afectando a su depreciación: desde la caída de la demanda en grandes mercados como EEUU o China, al cese de las ayudas a la compra en países como Alemania pasando por la pérdida de peso de los eléctricos en los mercados nórdicos, que también tienen que ver con este diferencial.
Así, GANVAM-DAT han tenido en cuenta para su estudio los datos de la evolución de los valores del vehículo de ocasión y precios de venta de profesional a particular para las diferentes motorizaciones (gasolina, diésel, HEV, PHEV y EV) tomando en consideración “turismos y SUVs con una antigüedad de 36 meses y los siguientes kilometrajes: 60.000 km para gasolina, HEV, PHEV y EV y 90.000 km para los diésel.
Como ejemplo, el Volkswagen Golf, que lleva cuatro años siendo el modelo de ocasión más vendido: aunque las diferencias de valor se acortan ligeramente por la presión que ejerce la demanda, la versión gasolina con una antigüedad de tres años mantiene el 68 % de su valor después de 60.000 kilómetros, diez puntos más que su equivalente propulsado por batería.
Para determinar estos valores imprescindibles a la hora de fijar el precio de reventa (o las cuotas de una financiación o un renting, por ejemplo) ya no solo se tienen en cuenta la antigüedad o el kilometraje.
En un contexto de electrificación global como el que atravesamos, que “exige incorporar nuevas variables a la ecuación como el estrés de la batería (tipo y tiempo de carga) o la telemática para determinar el estado tanto actual como futuro de los vehículos”, hay muchos factores que inciden en la depreciación de los eléctricos, dice el informe.
La demanda, el precio y las baterías: tres factores a tener muy en cuenta
Además estos varían según en qué mercados nos fijemos. Un ejemplo muy reciente, aunque también muy particular, lo encontramos en grandes empresas alquiladoras como Hertz o Sixt en EEUU, que en los últimos tres años han pasado de obligar prácticamente a sus clientes a alquilar coches eléctricos en lugar de los de combustión, a poner a la venta sus flotas de eléctricos a precio de saldo.
Este nuevo giro de guion radical hacia los coches de gasolina, se da ahora que la demanda de esta tecnología vive sus horas bajas. También ha influido de forma determinante que el precio de las reparaciones de sus flotas sea mayor del esperado porque las aseguradoras no reparan su batería cuando se daña, sino que la cambian por una nueva, con el coste que eso conlleva: en el caso de los Tesla en concreto, las reparaciones las ha de realizar la marca, y es mucho más caro que los talleres independientes.
Por otra parte, se esperaba que el valor de mercado de estos coches no bajase tanto como el de un coche convencional, pero eso era antes de que Tesla desatase una guerra de precios a la que se apuntaron otras marcas como Ford o Volkswagen, que ha influido en el valor de los coches eléctricos en el mercado de ocasión.
En nuestro mercado hemos de recordar que venimos de un 2022 en los que los coches de segunda mano en general llegaron a estar casi más caros que los nuevos, por los problemas que arrastró la industria tras la pandemia, lo que influye en la diferencia de valor.
Aunque en 2023 y lo que llevamos de año (en parte, gracias al aumento de competencia), cada vez vemos precios más ajustados, también en el caso de los eléctricos.
Hay matices a considerar que influyen a la hora de que los eléctricos no acaben de despegar, como una demanda de electrificados que va creciendo tímidamente por las imposiciones de Bruselas (aunque siguen teniendo una pieza muy pequeña del pastel total), precios medios actualmente muy caros y ayudas a la compra que tardan en llegar, falta de infraestructuras y un largo etcétera. Y estos no ayudan a que se deprecien menos.
Otro gran factor de desconfianza para el comprador de coches eléctricos de segunda mano es el estado de su batería: el elemento más importante y sobre todo el más caro de todo el coche. Viendo lo que cuesta cambiar un pack de batería, es inevitable dudar, aunque ya hay varios estudios que apuntan a que estas duran más de lo que se pensaba.