En EEUU los viajes en taxi sin conductor -literalmente- siguen en aumento y compañías como General Motors y Google siguen dando pasos de gigante.
Cruise, la empresa de vehículos autónomos que compró General Motors en 2016, ya es oficialmente un servicio comercial: la compañía ha recibido la autorización para cobrar por los viajes en sus taxis autónomos en San Francisco esta misma semana, tras un periodo de pruebas gratuito.
Viajes en zonas específicas y en un horario concreto, por ahora
Esto significa que en San Francisco cualquier usuario que se descargue la app o se registre en la web puede pedir un taxi completamente autónomo que le llevará al destino solicitado, seguramente tras pasar por una lista de espera debido a la alta demanda.
Según apunta The Verge, un cliente que realiza un viaje de unos cinco kilómetros pagaría una media de 0,40 dólares por minuto, a lo que se añade una tarifa base de 5 dólares y un impuesto municipal del 1,5 %.
Esto supondría una media de 9 dólares, aún más barato que un Uber en la ciudad californiana. Unos costes que la compañía asegura seguirán cayendo con el paso del tiempo.
Eso sí, el servicio funciona de momento en partes específicas de la ciudad y entre las 10 pm y las 6 am.
Kyle Vogt, CEO de Cruise, asegura que están recibiendo muy buenas valoraciones por parte de los clientes, sobre todo de mujeres que afirman sentirse más seguras en un espacio que no tienen que compartir con ningún extraño.
Hay un total de 30 vehículos operando, pero se espera que el servicio continúe expandiéndose, según Vogt, para final de año.
Mientras tanto, Waymo sigue expandiendo su programa de robotaxis Jaguar I-PACE en Fénix, Arizona, y ha empezado a sacar a sus conductores de seguridad.
La unidad de Alphabet también ha estado cobrando por los viajes en sus vehículos sin conductor en Fénix, así como por los viajes en sus vehículos con conductor (vehículos autónomos con conductores de seguridad) en San Francisco, pero aún no ha recibido la aprobación final para cobrar a los pasajeros por los viajes.
California es uno de los Estados más permisivos en cuanto al desarrollo del coche autónomo. A un marco legal avanzado se le une un clima que facilita que los radares, micrófonos y cámaras de estos vehículos operen en situaciones de tráfico normales.