No es una carretera maldita de una peli de Lynch o John Carpenter. Es real, está en Dinamarca y es por una buena causa

Cae la noche en un pequeño pueblo rodeado de bosques. Las farolas se van encendiendo poco a poco y en las calles casi desiertas, una luz roja lo ilumina todo. No es la secuencia de inicio de una película olvidada de John Carpenter sino algo muy real. Ocurre cada noche en Frederiksborgvej, un pequeño pueblo del municipio de Gladsaxe, situado a 13 kilómetros al norte de Copenhague (Dinamarca).

La iluminación roja de las calles le dan un cierto aire terrorífico. Y para colmo, esa iluminación está ahí para proteger a los murciélagos. Eso sí, aunque esté para el bienestar de esos mamíferos, no influye en la percepción y la visión de los conductores que pasen por ahí.

Una colonia de estos mamíferos voladores es la razón por la que la alcaldesa de Gladsaxe, Trine Græse, ha decidido sustituir las bombillas blancas de las farolas de algunas zonas por luces rojas como la sangre.

“Queríamos una iluminación que tuviera el menor impacto posible sobre los murciélagos y la naturaleza, sin comprometer la seguridad vial. Lo mejor para los murciélagos sería no tener luz o tenerla apagada, pero como eso no es posible, la luz roja es lo mejor, y eso es lo que hemos elegido en la parte del tramo donde viven los murciélagos”, explica el ingeniero de carreteras Jonas Jørgensen, responsable de Tráfico y Movilidad del municipio de Gladsaxe.

El rojo es la forma menos perturbadora de iluminación artificial

La adopción de estas farolas de luz roja para determinadas zonas del pueblo (se concentran en las zonas donde viven los murciélagos mientras que en los cruces se mantiene la luz blanca) está inspirada en lo que hizo la municipalidad de Nieuwkoop, Países Bajos.

Nieuwkoop. (Foto: Signify)

Allí, la construcción de un área residencial cercana a una reserva natural necesitaba un entorno que no fuera a interferir con las especies animales que habitan en esa reserva natural, entre ellos los murciélagos.

"Los murciélagos no ven la luz roja especialmente brillante, si es que la ven", explica Maurice Donners, científico y especialista en innovación de Signify (la antigua Philips Lighting), que ha diseñado las nuevas farolas. "Así que si hay ciertas especies de murciélagos que evitan mucho la luz, pensamos que lo obvio era tomar una porción de luz roja que es visible para nosotros, pero es mucho menos visible, o quizá incluso invisible, para los murciélagos".

El rojo es la forma menos perturbadora de iluminación artificial. Tiene, además, un impacto mínimo en la capacidad de las personas a la hora de mantener una visión y conciencia nocturnas confortables. De hecho, los ejércitos llevan tiempo usando la iluminación roja en situaciones de combate, como en el interior de los tanques o submarinos.

En automoción también tenemos ejemplos del uso de una luz roja para no molestar la visión nocturna y al mismo tiempo poder ver información en el interior del coche.

BMW, por ejemplo, es el máximo exponente de la iluminación de los interiores en rojo, con dos pequeñas luces rojas detrás del retrovisor además del cuadro de instrumentos (algo que se ha perdido en los modelos más recientes).

Y si los ejércitos o BMW lo han usado hasta ahora es porque, como recuerda Donners, los ojos humanos se adaptan rápidamente al color rojo. "Tenemos un mecanismo en nuestro sistema visual muy parecido al balance de blancos automático de una cámara moderna, que le dice a nuestro cerebro que la luz que vemos es blanca", explica.

"Así que se adaptará. Después de un par de minutos, ya no notarás que es realmente roja". Una mezcla de otros colores en la luz, como un poco de azul y amarillo, conservando la dominante roja, permite al ojo humano distinguir los colores.

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