Corría el año 1975 y el equipo de Fórmula 1 que Ken Tyrrell había creado solo unos años antes empezaba a dar señales de agotamiento. Habían ganado los mundiales de 1971 y 1973 con Jackie Stewart al volante, pero con el escocés retirado el equipo Tyrrell marchaba en una tibia quinta posición del mundial de constructores, mientras que Niki Lauda campaba hacia su primer título con Ferrari.
Pero Tyrrell no era un equipo que se quedase parado y aceptase las horas flacas. Desde dentro tenían una figura que les azuzaba, que les hacía revolverse contra la realidad. Derek Gardner, uno de los grandes genios de la Fórmula 1. Un ingeniero aerodinámico que era eminencia en el paddock. Para salir de esta crisis tuvo una idea: un coche de seis ruedas.
Derek Gardner quería reducir la resistencia aerodinámica con ruedas de 10 pulgadas
En realidad, la idea ya la había tenido antes, de su paso por las 500 millas de Indianápolis, donde los brutales motores con turbina de gas creaban una inestabilidad terrible cuando se aceleraba o se levantaba el pie del pedal. Gardner estaba decidido a poner un coche con seis ruedas en Indianápolis, pero la prohibición de ese tipo de motores frenó su idea.
¿El objetivo? Gardner creía que cuatro ruedas en el tren delantero ayudarían a asumir mejor la entrega de potencia. Dicho de otro modo, haría el coche más estable. Lo que no pudo llevar a cabo en Indianápolis sí que lo trajo a la Fórmula 1. Situaciones desesperadas pedían de medidas desesperadas, y la de Tyrrell lo era.
El asombro fue general en el Hotel Heathrow Hilton de Londres el 22 de septiembre de 1975 cuando se destapó el primer coche de la historia de la Fórmula 1 con seis ruedas. Tyrrell quería volver a ponerse en la cabeza de la Fórmula 1 marcando distancias aerodinámicas, en una época de bastante en homogeneidad mecánica.
Una pieza clave para que el proyecto saliera bien, lógicamente, era Goodyear, el suministrador único de neumáticos. Las cuatro ruedas delanteras direccionales eran de tamaño más pequeño que las del resto de monoplazas, por lo que la marca estadounidense de neumáticos tenía que dar el visto bueno a hacerlos a medidas del Tyrrell.
Las ruedas eran más pequeñas porque, a diferencia de Indianápolis, aquí el objetivo no era controlar la potencia del motor sino reducir el impacto aerodinámico del coche. Es decir, que el frontal fuese más pequeño y así no tener el gran impacto que suponen las ruedas de un Fórmula 1 en cuanto a resistencia al aire.
En una época en la que la simulación por ordenador digamos que no estaba demasiado avanzada, Tyrrell aceptó crear un prototipo para descubrir si la idea de Gardner era buena. No obstante, había mucho en juego. Acertar en una revolución como esa podía darle a Tyrrell la supremacía de la Fórmula 1 durante un lustro por lo menos.
El coche no debutó hasta el cuarto Gran Premio de la temporada, en España, en el circuito del Jarama. Antes se realizaron pruebas con el Tyrrell P34 durante prácticamente siete meses, los que pasaron entre su presentación en septiembre y su debut en mayo. Jody Scheckter y Patrick Depailler, los pilotos, enseguida notaron que era más rápido que su antecesor. Pero tenía problemas.
El primero, que las ruedas eran tan pequeñas que los pilotos no las veían mientras pilotaban. No era poca cosa, ya que Depailler y Scheckter no eran capaces de adivinar tan fácilmente la trazada correcta, ni tampoco de ver la degradación en una época sin ordenadores que la monitorizasen. Tyrrell decidió abrirse dos ventanitas a los pilotos en el costado del chasis.
Pero el desgaste de los neumáticos iba a ser un problema del que el Tyrrell P34 no se recuperase. Las cuatro ruedas delanteras tan pequeñas rodaban a diferente velocidad que las traseras, lo que suponía una mayor degradación. Con un suministrador exclusivo de neumáticos, el P34 hubiese sobrevivido a esto, pero Goodyear era el único que surtía a toda la parrilla.
La marca de neumáticos americana le dijo a Tyrrell que les resultaba imposible centrarse en el desarrollo de sus pequeños neumáticos de diez pulgadas y al mismo tiempo en los que utilizaban todos los demás equipos de la parrilla. Además, la escasa ventilación del frontal del P34 provocaba un problema recurrente de frenos. Gardner terminó agotado y abandonó Tyrrell.
La falta de desarrollo de Goodyear asfixió el P34 de Tyrrell
Tyrrell se rindió y abandonó el proyecto a finales de 1977, pero la idea sedujo a más de uno en la Fórmula 1. Con el tiempo se supo que Ferrari, Williams y March desarrollaron también sus propios prototipos de coches de seis ruedas, aunque en su caso en el eje trasero. Estaban convencidos de que el proyecto de Tyrrell, con tiempo de trabajo, era bueno.
Si todo aquello no siguió creciendo fue porque la FIA prohibió el concepto para evitar que los Fórmula 1 tuviesen seis ruedas. Gardner, uno de los grandes genios de la historia de la categoría, quedó como el inventor de aquel coche de seis ruedas que resultó ser un fracaso. Si hacemos un repaso a los resultados, veremos que el Tyrrell P34 fue mucho más guerrero de lo que se dice.
En su primera carrera, aquel Gran Premio de España de 1976, Depailler se metió tercero en parrilla, a medio segundo de James Hunt y solo superado por Niki Lauda además de por el de McLaren. En su segunda carrera, en Bélgica, Depailler ya se quedó tan solo a tres décimas de la pole, y Scheckter acabó cuarto la carrera.
#F1 Vea y Escuche Retro: Monaco 1976 a bordo de Patrick Depailler
— 🏁 Vivo F1 (@vivof1) January 26, 2019
Con el famoso Tyrrell P34 de 6 ruedas!
Modelo que estuvo en 30 GPs (entre 76 y 77) solo 1 pole y victoria, Suecia 1976
Subi Volumen V8! 🎶🎚️ pic.twitter.com/ya3ZdqmdGv
En la tercera carrera, en Mónaco, llegó el primer podio y por partida doble. Jody Scheckter terminó segundo y Depailler tercero. Y en la cuarta carrera, en Suecia, llegó la victoria. El sudafricano ganó, pero es que Depailler terminó segundo. El Tyrrell P34 de seis ruedas tan solo tardó cuatro carreras en comenzar a ganar en la Fórmula 1.
Tras eso los podios siguieron. El Tyrrell P34 terminó en segunda posición en los siguientes tres Grandes Premios. Al final de la temporada Tyrrell terminó con doce podios y una victoria, en la tercera posición del mundial de constructores, solo por detrás de Ferrari y McLaren. En 1975, con cuatro ruedas, habían sido quintos.
"Era manejable, podías ir de lado si hubieras querido en las rectas. En teoría, la frenada mejoraba con cuatro ruedas delante. En la práctica solo era así al final de una recta y con superficie plana. Pero cuando querías frenar y girar había que levantar el pie porque una de las ruedas siempre se bloqueaba y hacías un plano", dijo años después Scheckter sobre el Tyrrell P34.
El circuito de Anderstorp, en Suecia, era ideal para ellos. Con sus largas rectas y sus fuertes frenadas, era un trazado de 'Stop and Go' más propio de 2020 que de mitad de los 70. Allí el P34 pudo sacar todo su potencial y arrasar con una victoria histórica en la que le sacaron 33 segundos a Niki Lauda, el vigente campeón. Fue la tarde en la que un coche de seis ruedas dominó la Fórmula 1.
Luego, en 1977, la cosa decayó. Tyrrell diseñó varias carrocerías pero ninguna solucionaba los problemas del coche. Sumaron cuatro podios más, pero ya cayeron hasta la sexta posición de constructores. La falta de desarrollo, sobre todo por parte de los neumáticos de Goodyear, condenó un proyecto que hubiese revolucionado la Fórmula 1 y quien sabe si la automoción en general.
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